Punto atrás en el vientre
Que nadie en el Congreso del estado se atreva a mandar rosas ni chocolates, que nadie se atreva a hablar del Día Internacional de la Cursilería, porque en eso han convertido el 8 de marzo.
Las que menos derecho tienen a hacer de la fecha un día de abrazos y discursos de género son nuestras diputadas locales.
Las cuotas de género en la vida pública siempre me han parecido una burla, de nada sirve que por ley las curules del Congreso sean ocupadas por mujeres, si nada hacen por procurar mejores condiciones de vida para nosotras.
El reclamo sentido y profundo tiene que ver con la fallida iniciativa de despenalizar el aborto en Puebla.
Para andar en la fiesta del 8 de marzo, las diputadas están muy vivarachas; pero no para decir esta boca es mía cuando los hombres de la derecha política y la jerarquía católica hacen mancuerna para abortar una propuesta de ley (a ver por qué no los castigan por andar de abortadores).
Presumieron su tibieza desde la campaña de 2007. Las hoy diputadas por el PRI Angélica Hernández, Malinalli García y Bárbara Ganime ofrecieron una conferencia de prensa memorable. Estaba en debate la instalación de parquímetros. La pregunta era obligada, pero ellas esquivaron diciendo que su trabajo en el Congreso estaría enfocado a las mujeres. Y no faltó quien se burló: “las mujeres tienen coches… y los estacionan en el Centro Histórico”.
Las entonces candidatas pensaron que ahí terminarían sus problemas, pero no fue así. Como insistieron tanto en el tema de género, la otra pregunta también fue obligada: ¿Presentarán una iniciativa de ley para despenalizar el aborto?
Sus rostros quedaron descompuestos, se miraron unas otras para ver quién era la valiente que respondía. Empezaron a tropezarse con su propia lengua, así que no faltó la reportera que les dijo que la respuesta era muy fácil y no había más que dos opciones: sí o no.
Pero ellas siguieron con sus argucias, malas, por cierto. Hasta que Malinalli le puso punto final con una contundente sentencia soltada como un balbuceo: “Yo diría que hay que preguntarles a los hombres qué opinan”.
En la sesión del pasado jueves del Congreso local, la priista Rocío García Olmedo presentó un punto de acuerdo quejándose porque el gobierno federal decidió acotar la posibilidad de abortar a las mujeres que han sido violadas.
De hecho, en el periódico digital e-consulta sostuvo sobre ese tema un apasionado debate con el diputado federal panista Antonio Díaz García.
Pero la pasión de García no fue más allá de las letras. Yo le preguntaría por qué si defiende en artículos periodísticos el derecho de las mujeres a abortar, a un año de labor legislativa no ha presentado una iniciativa de ley en la materia.
Sobre la oposición de Malinalli García y Bárbara Ganime para despenalizar el aborto, sólo cabe decir que los panistas estarán contentos: ya tienen a dos adeptas.
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