Un año sin escuela
Lesly Mellado May
El 23 de marzo de 2020 las escuelas quedaron desiertas. El gobierno mexicano decidió mandar a los estudiantes a su casa para frenar los contagios de COVID.
Los optimistas pensaron que después de las vacaciones de semana santa, los niños volverían a corretear por los patios, pero fallaron los pronósticos. Los padres de familia estuvieron, entonces, lejos de imaginar que llegaría otra semana santa con las escuelas cerradas.
Ya hay cifras de la tragedia educativa que nos deja la COVID: 5 mil alumnos de nivel preescolar a bachillerato en Puebla se dieron de baja; a nivel nacional 5.2 millones de estudiantes de entre 3 y 29 años ya no son parte del sistema educativo.
El secretario de Educación de Puebla, Melitón Lozano, consideró que 5 mil alumnos desertores es un número mínimo comparado con el 1.7 millones de estudiantes en la entidad.
5 mil respecto a 1.7 millones efectivamente suena a nada si hablamos de números, pero hay en Puebla 5 mil estampas e historias de pobreza y desigualdad. 5 mil personas es el aforo del auditorio Metropolitano de Puebla. Poco o mucho, 5 mil desertores es algo que no debió pasar.
A decir del funcionario estatal sólo han perdido contacto con menos del 1% de estudiantes y el 99% cumple con actividades escolares. No dio mayores detalles, pero una versión triunfalista en un tiempo en el que todos vemos cómo aumenta la brecha educativa no dará por resultado que la realidad cambie.
La Encuesta para la Medición del Impacto COVID en la Educación que realizó el INEGI da una pincelada de lo que Lozano se niega a admitir.
El organismo federal informó que en lo que va de la pandemia a nivel nacional han desertado 5.2 millones de estudiantes de preescolar a nivel universitario y encontraron estas razones: perdió el contacto con maestras/maestros o no pudo hacer tareas (28.8%), alguien de la vivienda se quedó sin trabajo o redujeron sus ingresos (22.4%), la escuela cerró definitivamente (20.2%) y carecía de computadora, otros dispositivo o conexión a internet (17.7%).
Sobre los motivos detallados de no inscribirse en el ciclo 2020-2021 a efecto de la pandemia por COVID-19, se identifica que 26.6% no se inscribió por considerar que las clases a distancia son poco funcionales para el aprendizaje; 25.3% debido a que alguno de sus padres o tutores se quedaron sin trabajo; asimismo el 21.9% reportó no inscribirse por carecer de computadora, otros dispositivo o conexión de internet.
El sistema de Aprende en Casa tiene a los padres al borde del colapso. El eje de las conversaciones es “no tengo paciencia” y casi siempre la respuesta al unísono es: “yo tampoco”. Hablamos de los que se pueden dar tiempo para apoyar a sus hijos en las actividades escolares, pero sucede que el 4.4% de los desertores detectados por el INEGI dice que la causa de dejar los estudios es que no hay un adulto disponible para brindarle ayuda.
Haciendo referencia al nivel primaria los padres vacilan entre qué será mejor: ver los programas de televisión, resolver los cuadernillos de los maestros, guiarse en los libros de texto, pagar por clases virtuales, cumplir con las manualidades…
Si la queja en la escuela pública es la laxitud, en el caso de las privadas se sabe que han sometido a los alumnos a clases virtuales hasta por 6 horas en la mañana y por la tarde deben hacer tarea como si estuvieran en un curso ordinario.
El estudio del INEGI arrojó que la mitad de los niños y jóvenes dedica entre 3 y 5 horas diarias para sus actividades escolares. Para la población en el nivel de primaria reportó un 80.8% de hasta cinco horas de estudio de dedicación al día, mientras que para la población en el nivel secundaria el porcentaje fue de 72.6%; para el nivel media superior fue 48.3%; y para el nivel superior fue solamente del 42.3%. En contraste el 57.5% de la población en el nivel superior le dedicó seis horas o más a estas actividades al día, mientras que para el nivel de media superior dicho porcentaje fue de 51.6%, seguido del nivel secundaria con 39.1% y finalmente el nivel primario con 19.2%.
En medio de esta numeralia algo plausible es que los niños y jóvenes ya quieren volver a la escuela: Sobre la disponibilidad de los alumnos para asistir a clases presenciales una vez que el gobierno lo permita, se tiene que para todos los grupos de edad más de la mitad de los estudiantes tiene mucha disponibilidad para ello, siendo el grupo de edad entre los 13 a 18 años el de mayor disponibilidad con 64.1%, seguido del grupo de edad de 6 a 12 años con 60.7%. En contraste el grupo en el que se tiene el mayor porcentaje respecto a las opciones de respuesta de poco o nada disponibilidad fue el de 3 a 5 años con 29.7%, seguido del grupo de edad de 19 a 29 años con 28 por ciento.