Tengo 10 años y quiero divorciarme
Todas las mujeres tienen que casarse. Y todas tienen que cumplir su obligación de esposas la noche de bodas. Este par de dogmas no sorprende a nadie. Estemos o no de acuerdo con ellos, son preceptos con los que lidiamos quienes nacemos en el género femenino. Si para algunas de las que ya estamos en “edad de merecer”, casarse resulta toda una odisea (entre que hallamos al sujeto que despierte nuestro amor, nos convencemos de que es hora de dar el paso y asumimos resignadas nuestro “destino”), ¿cómo será la experiencia para quienes ni siquiera han llegado a la pubertad?
El matrimonio infantil es aún una práctica que destruye la vida de millones de niñas, principalmente en Medio Oriente. Sin ser consultadas, ni siquiera notificadas, se ven obligadas a dejar las muñecas, los juegos en la calle o renunciar a sus sueños porque un buen día, sus padres deciden venderlas al mejor postor, con el único propósito de que los ayude a salir de sus deudas o a mantener la honra en la familia.
Después de tres años de ver la luz, “Me llamo Nojoom, tengo diez años y quiero el divorcio”, ya está en la cartelera poblana. La película inspirada en la travesía que vivió Nujood Ali, una pequeña que se convirtió en la primera en pedir y conseguir que un juez fallara a su favor para diluir su matrimonio; es un referente obligado para que en todo el mundo conozcan la realidad que viven las niñas que son sometidas, violadas y maltratadas, porque aunque pagaron por ellas, su vida no vale nada.
“Las mujeres sólo traen problemas”, soltó en una de esas el padre de la menor durante su defensa en el tribunal. El mismo que, cuando la pequeña nació se negó a llamarla Nojoom, que significa “estrellas en el cielo” y le nombró Nujood “escondida”.
Fue apenas en 2008, cuando Nujood Ali tenía 10 años, y después de dos intentos de suicidio y dos meses de casada, logró escapar en busca de un juez que la divorciara. El caso revolucionó a Yemen, de hecho, la cinta se rodó de manera clandestina.
A raíz de este histórico caso, la propia Nujood, su abogada Shada Nasser y la directora Khadija al-Salami, han logrado emprender una cruzada para frenar esta práctica que, desgraciadamente, tiene todo el respaldo religioso y cultural de los países en vías de desarrollo donde es algo común.
Mientras el caso fue retomado hasta durante la campaña de Hillary Clinton, la ahora joven emprendió un viaje a la libertad y al reconocimiento, aunque en el camino ha debido soportar otra traición de su progenitor pues no sólo se quedó con lo recaudado por las memorias que ella escribió sino también con el dinero que donaron quienes se conmovieron con su historia.