Bird box: una mirada a la psicosis
Al final de la Edad Media, en Europa, el loco ocupa el centro del teatro como poseedor de la verdad. “Si la locura arrastra a los hombres a una ceguera que los pierde, el loco, al contrario, recuerda a cada uno su verdad”. Eso nos dice el filósofo francés Michael Foucault en su libro Historia de la Locura en la Época Clásica. Tal vez por eso en la apocalíptica película “Bird box: a ciegas” son ellos quienes se encargan de revelarle a los “normales” que aquello que verán, si se rinden, es algo hermoso.
Tan hermoso que la reacción inmediata es suicidarse. La invitación de los prófugos del instituto psiquiátrico para criminales es a que abran los ojos, que se quiten las vendas y miren a sus personas más amadas, sus miedos más profundos o sus deseos más reprimidos. Pareciera que después de eso, pueden morir en paz.
Es el fin de los tiempos. De eso va la cinta basada en la novela homónima publicada en 2014 por Josh Malerman, que a diez días de haberse estrenado en Netflix sigue en boca de todos y que se presta para otra lectura, más allá de monstruos, suspenso kilométrico o las vicisitudes de andar a ciegas.
¿Por qué los psicóticos son inmunes a este resplandor apocalíptico? Porque en la psicosis la mirada es otra. Están más allá del bien y del mal. De la vida y la muerte. Del amor o el odio. En la psicosis no hacen vínculo con los otros, como sí lo hacemos los neuróticos ordinarios. Su lazo es con el Otro, con o mayúscula, con esa figura suprema que ordena las cosas.
Del otro lado de la psicosis, en el peregrinar de la neurosis, está la protagonista, Malorie (Sandra Bullock), quien curiosamente padece por el temor de establecer un vínculo de amor con otras personas, en parte porque asumirlo es también asumir la posibilidad de la pérdida, y con ello el dolor que conlleva. “Es sobre la imposibilidad de conectarse”, dice en las primeras escenas en las que describe el cuadro que pinta. Sin embargo, en medio del apocalipsis, la corriente la lleva a conectar con uno de los sobrevivientes y con los dos pequeños que al final tiene que nombrar y reconocer como hijos.