Archive for the ‘General’ Category

Carta al amor de mi vida

Miércoles, Septiembre 6th, 2017

Eran días de lluvia. El nuestro no fue amor a primera vista. Íbamos en la misma prepa pero nunca coincidimos ahí. Nos veíamos casi todas las noches en el camión de vuelta a casa. Me quitabas la dona del cabello y hablabas sin parar. Yo nunca había visto un hombre con unas pestañas tan largas.

Fue un año después, cuando fuimos a la misma universidad, que hicimos que nuestros caminos cruzaran. Inventábamos pretextos. Yo en realidad no tenía nada que ir a hacer a CU. Pero ahí iba. Hasta esa tarde gris en que me preguntaste si quería ser tu novia. No. Respondí ese día.

Y fuimos felices. Muy felices. Aprendimos de anatomía. Subimos. Bajamos. Viajamos. Reímos. Escribimos decenas de cartas. Te tomé cientos de fotos. Bailamos horas. Intenté aprender Tennis. Cantabas al pie de mi ventana. Y cada 18 había regalos. Cada mes vivimos una experiencia nueva. Hasta que crecimos. Hasta que un día dejé de soñar.

Estos días de lluvia me recuerdan las tardes que caminábamos y te enseñé que no pasaba nada si en lugar de correr a resguardarte, seguías caminando y disfrutabas de empaparte. Nunca he vuelto a ver un hombre con unas pestañas tan largas.

Lo nuestro no fue amor a primera vista, nosotros fuimos el primer gran amor uno del otro. Ese que no consigues olvidar jamás, no importa el tiempo que eso dure. No hablamos nunca de un amor eterno. Si acaso hicimos un pacto con la historia.

¿Por qué lo llamas el amor de tu vida?, me preguntaron apenas. Porque todos tuvimos una historia rosa. Un cuento feliz. Un amor bonito. Ese que crees que nunca acabará. Que serán felices por siempre. Que fruto del amor tendrán hijos. Ese cliché barato que está en cada canción, en las películas y las pláticas ordinarias. Ese del que sólo te enamoras. Porque amar, amar es otra cosa.

Dancer - Joan Miró

¿Qué nos eclipsa?

Lunes, Agosto 21st, 2017

Hay veces que el Sol le habla a la Luna, y la Luna que lo adora va con él. Sale a escondidas de la noche, pues ésta le ha prohibido que se vuelva a ver con él porque es un vagabundo, un aventurero, un loco que sólo la hará llorar. Más ella no entiende de razones, ella sí lo quiere bien. Y sale de día. Y hacen el eclipse. Él la quema. Ella se deja.

Sirva esta bonita metáfora que Gloria Trevi cuenta en “Cómo nace el universo” para traer a cuentas eso que nos eclipsa, que nos hace sombra, que nos oscurece en pleno resplandor. Es la agonía de la esperanza por alcanzar eso que nos falta. Porque sí. Siempre habrá algo que nos falte.

Nacemos y morimos en cada día. Amanece y abrimos los ojos. El sol ha salido y tenemos de dos sopas. Cuando el menú nos da caldo de pollo, vamos sonriendo y nos sentimos frescos porque todo está “bien”, no necesitamos de nada ni de nadie. La noche nos alimentó y reparó nuestra alma. Hoy nos comeremos al mundo y, ahora sí, acabaremos la fila de pendientes, haremos esa llamada, subiremos a la caminadora, seremos productivos, daremos esos besos, romperemos los silencios. Al final del día, nunca hay tiempo suficiente, no todos los actores cumplen con su llamado a escena, o al menos no como nosotros quisiéramos, el camino se tuerce. Cuenta que tuvimos la intención de ser feliz. Aunque sea. Aunque sea ese día

El eclipse es diario. Pero hay días en que es total. Amanece y no sabemos dónde nos quedamos la noche anterior. Reparamos del letargo con más dudas que certezas. ¿Qué día es hoy?, ¿Dónde estoy?, ¿Amanecí?, ¿Qué tenía que hacer?, ¿Qué hacer primero, ir al baño, remojarnos en la regadera o vamos directo a abrir el refri?. Y comienza la rutina, se hace tarde para checar la tarjeta, para pasar a dejar a los niños a la escuela. Comemos frijoles, es lo que hay. Cumplimos, restamos otro día al calendario.

Puede ser el amor, puede ser el trabajo, puede ser la familia. Suelo predicar que el problema en la vida son las expectativas. Esperar siempre duele. Mejor no hay que hacerlo. Apuesta cinco pesos, así si te llevas seis, ya estarás de gane. Pero decidir sobre eso que nos falta, que nos quita el sueño, que nos angustia, ni siquiera está en nuestras manos. A la primera trampa, ahí estamos. Imaginando que se cumplen los sueños.

Nos eclipsan las fantasías que nos tejieron desde que llegamos al mundo. Esas mismas que nos empujan para seguir caminando hacia el final del arcoíris. En busca de ese tesoro prometido, esos anhelos que desde niños nos contaron que podríamos alcanzar. Que si queríamos podíamos. Que si lo deseábamos con fuerza, el universo conspiraría para que lo tuviéramos. Que serían para siempre. Pero que si no pasaba… no te enojaras, ni te pusieras triste, porque “Dios sabe porque hace las cosas”.

Eclipse (1980) – Rufino Tamayo

Tengo 10 años y quiero divorciarme

Miércoles, Agosto 16th, 2017

Todas las mujeres tienen que casarse. Y todas tienen que cumplir su obligación de esposas la noche de bodas. Este par de dogmas no sorprende a nadie. Estemos o no de acuerdo con ellos, son preceptos con los que lidiamos quienes nacemos en el género femenino. Si para algunas de las que ya estamos en “edad de merecer”, casarse resulta toda una odisea (entre que hallamos al sujeto que despierte nuestro amor, nos convencemos de que es hora de dar el paso y asumimos resignadas nuestro “destino”), ¿cómo será la experiencia para quienes ni siquiera han llegado a la pubertad?

El matrimonio infantil es aún una práctica que destruye la vida de millones de niñas, principalmente en Medio Oriente. Sin ser consultadas, ni siquiera notificadas, se ven obligadas a dejar las muñecas, los juegos en la calle o renunciar a sus sueños porque un buen día, sus padres deciden venderlas al mejor postor, con el único propósito de que los ayude a salir de sus deudas o a mantener la honra en la familia.

Después de tres años de ver la luz, “Me llamo Nojoom, tengo diez años y quiero el divorcio”, ya está en la cartelera poblana. La película inspirada en la travesía que vivió Nujood Ali, una pequeña que se convirtió en la primera en pedir y conseguir que un juez fallara a su favor para diluir su matrimonio; es un referente obligado para que en todo el mundo conozcan la realidad que viven las niñas que son sometidas, violadas y maltratadas, porque aunque pagaron por ellas, su vida no vale nada.

“Las mujeres sólo traen problemas”, soltó en una de esas el padre de la menor durante su defensa en el tribunal. El mismo que, cuando la pequeña nació se negó a llamarla Nojoom, que significa “estrellas en el cielo” y le nombró Nujood “escondida”.

Fue apenas en 2008, cuando Nujood Ali tenía 10 años, y después de dos intentos de suicidio y dos meses de casada, logró escapar en busca de un juez que la divorciara. El caso revolucionó a Yemen, de hecho, la cinta se rodó de manera clandestina.

A raíz de este histórico caso, la propia Nujood, su abogada Shada Nasser y la directora Khadija al-Salami, han logrado emprender una cruzada para frenar esta práctica que, desgraciadamente, tiene todo el respaldo religioso y cultural de los países en vías de desarrollo donde es algo común.

Mientras el caso fue retomado hasta durante la campaña de Hillary Clinton, la ahora joven emprendió un viaje a la libertad y al reconocimiento, aunque en el camino ha debido soportar otra traición de su progenitor pues no sólo se quedó con lo recaudado por las memorias que ella escribió sino también con el dinero que donaron quienes se conmovieron con su historia.

Dunkerque: Llévame a casa

Jueves, Agosto 10th, 2017

Después de semanas ausente, regresé al cine. La elegida fue “Dunkerque”. Más que el episodio cruento de la historia real que se enmarca en los años de la Segunda Guerra Mundial, lo que me movió fue ver en la marquesina el nombre de Christopher Nolan (el director que nos ha dejado con la boca abierta en “El Origen”, “Interestelar” o “El Caballero de la Noche”). Ah, y también me dio curiosidad ver el nombre de Harry Styles. El veinteañero ex One Direction que me tiene encandilada.

El nuevo largometraje de Nolan resulta una cinta experimental y arriesgada. Decidido a exprimir las emociones que desencadena el principio de sobrevivencia, deja el peso de la cinta a la música incidental que sube y baja de intensidad al mismo tiempo que la vida de cada uno de los soldados está al filo de la muerte.

Aunque los diálogos se reducen a contadas escenas, son muy puntuales las líneas que refieren lo que significa mantenerse vivos y conservar el instinto (que no la fe) hasta que llegue a su rescate un avión, un bote o un milagro. La premisa es sólo una: llévame a casa.

En la travesía épica de “Dunkerque” vemos a los soldados llevados al extremo, desde el que pilotea su nave hasta la última gota de gasolina, hasta aquellos que pierden la cabeza en la desesperación por refugiarse de las balas del enemigo. Sin embargo, hay que aclarar, no es otra película de guerra, no hay drama familiar ni romances a los que volver o ingeniosos rescates, mucho menos estrategias bélicas. No hay ni siquiera buenos y malos.

En “Dunkerque” sobran las palabras, los rostros hablan por sí mismos. El inmenso mar es el protagonista y comparte créditos con el cielo. Nolan no necesitó esta vez a Leo Di Caprio ni a Christian Bale. Dejo el bluf taquillero para sacarle jugo a un par de jovencitos que salen bien librados, a la estrella pop Harry Styles cumple con acarrear fans a las butacas, y a las atinadas y precisas intervenciones de Tom Hardy y Kenneth Branagh.

El destino no está en las estrellas

Martes, Agosto 8th, 2017

¿Quién no quiere saber el futuro? O para no ir tan lejos, cuántos no pagamos por ver las cartas que estamos jugando en el presente. Hubo un tiempo en el que creí ciegamente que había un destino para cada cual. En eso también me estafó la vida. La primera vez que, desesperada, acudí a que me leyeran mi suerte, corrí con la tarotista más cercana a mi entonces centro de trabajo. Hoy me entero que Claudia Contreras falleció, así que en su honor hablaremos de esto que nos lleva a creer en las brujas y esas cosas que van más allá de lo evidente.

Vamos a que nos lean las cartas, el café, las runas, los chacras, consultamos el horóscopo, a los ángeles, rogamos a Dios y todas sus vírgenes y santos, o ya aunque sea volteamos a ver a la Luna y las estrellas, queriendo creer que tienen la respuesta a todo aquello que nos quita el sueño. Y a veces, coincide que los astros y el universo confabulan para decirnos eso que queríamos escuchar para calmar la inquietud. Que no es lo mismo que saciar nuestra sed.

Elegimos siempre buscar las respuestas afuera porque es más cómodo. Porque quién quiere hacerse responsable de su vida, de sus acciones, de sus aciertos y desatinos, de su “destino”. Nadie dijo yo nunca. Entonces huimos de nosotros mismos. Actuando así, como lo que Jean Paul Sartré llama mala fe, es decir, evitamos asumir la libertad, la angustia y el desamparo que conlleva nuestra existencia.

Si nos ponemos un poco serios, dejamos las ciencias ocultas y nos adentramos en las ciencias sociales. Incluso, los más, acuden al psicólogo para que les diga qué hacer con el hijo problema, cómo salvar su matrimonio, cómo hacerle para ya no sufrir por el novio que los deja en visto, para que los cure de todo aquello que frustra e inflama el colón. La mayoría movidos por la idea barata de que existe una fórmula mágica para vivir feliz y dichoso. Con esta suprema expectativa, muchos abandonan los consultorios porque la terapia “no les está funcionando”, porque llevan semanas o meses y los otros nomás no cambian.

Yo, como muchos, era de las que esperaba que el destino me alcanzara, siempre pensando en que se traduciría en una sorpresa envuelta en regalo. Un día recostada en el diván alcancé a preguntarme cómo había llegado hasta aquí. Y entonces la respuesta vino desde el interior. Esa es la magia que el Psicoanálisis tiene para quienes se atreven a abrir la puerta y consultar el oráculo más siniestro: nuestra propia mente.

Aunque Carl Jung terminó exiliado del paraíso Freudiano, hay una frase suya muy cierta que puede darnos luz para cruzar la frontera y lograr ver más allá de lo evidente, pues apunta a que el destino está más cerca de lo que pensamos e incluso es resultado de nosotros y de todos los otros que pagaron nuestro pasaje, directo y sin escalas, a este planeta. Aquí va: “Hasta que lo inconsciente no se haga consciente, el subconsciente seguirá dirigiendo tu vida, y tú lo llamarás destino”.

Vincent van Gogh - Starry Night Over the Rhone (1888)