Este lunes toma posesión Donald Trump como el Presidente número 47 de los Estados Unidos de América. Es el segundo en volver al cargo cuatro años después de haber ganado una primera gestión (el único en haberlo logrado fue el demócrata Grover Cleveland, quien fue Presidente de 1885 a 1889 y después de 1893 a 1897).
Trump ya no podrá reelegirse, pues la Constitución se lo prohíbe (la 22ª Enmienda dicta que ninguna persona puede ser Presidente más de dos veces), aunque Trump y algunos republicanos -quienes hoy tienen el control de ambas Cámaras en Estados Unidos- han insinuado que eso se refiere solo a “más de dos veces consecutivas” y que muy bien podrían interpretar la ley de otra forma…
Pero bueno, al no buscar la reelección, Trump ya no tiene que agradar mucho a los votantes norteamericanos (que insisto mucho en todos los lugares donde hablo: Trump no “arrasó” en la pasada elección; ganó con el 51% de votos de los ciudadanos contra 47% de Kamala Harris -el otro 2% se dividió entre los otros candidatos independientes y medio desconocidos-). Ganó Trump sí, por el sistema de votos “de Colegio Electoral”, pero la mitad del pueblo norteamericano no lo quiere, aunque ese es otro tema.
Ya, ganó Trump y al parecer ahora sí aplicará políticas más radicales que en su primera gestión, cuando se quería reelegir. Y además de querer retomar el liderazgo mundial económico y militar que ha perdido en las últimas décadas Estados Unidos frente a China, Rusia, Europa, etc., Trump quiere cumplirle a sus votantes en el tema de la migración latinoamericana en su territorio.
Según diversos estudios (tanto mexicanos como norteamericanos), hay ya más de 50 millones de personas de origen latinoamericano viviendo en Estados Unidos (ya es la primera minoría racial, no los afroamericanos); de éstos, la gran mayoría son de origen mexicano. Y de ellos, hay más de veinte millones con situación ilegal (yo creo que hay más de 15 o veinte millones de origen mexicano pero ya nacidos o regularizados legalmente en U.S.A.). Nadie sabe la cifra exacta, por razones obvias.
Y de todos ellos, debe haber entre dos y tres millones de origen poblano (legales e ilegales) trabajando en varios Estados, destacando la zona tri-estatal de Nueva York, Connecticut y Nueva Jersey, además de California, Texas, Illinois, aunque también hay poblanos en Ohio, Wisconsin, Washington (Estado) y varios más.
Hay poblanos que ya tienen veinte o treinta años en Estados Unidos. Han hecho su vida allá. Pero siempre siguieron enviando dinero a sus familias. Nada más en 2024, las remesas de paisanos de todo el país fueron de unos 65 mil millones de dólares (cifra de Claudia Sheinbaum), de los que unos 3 o 4 mil millones DE DÓLARES fueron enviadas a Municipios poblanos.
¿Qué pasaría si dejan de llegar esos recursos a docenas y docenas de Municipios de Puebla, cuando literalmente algunos viven de ello? Obviamente ya no es la agricultura o la ganadería lo que mueve a los municipios rurales de Puebla, sino los recursos que envían los paisanos y que logran que sobrevivan cientos de miles de familias.
¿Está Puebla preparado para esta posible nueva realidad? ¿El Gobernador Armenta y los Alcaldes saben lo que puede venir a partir de hoy? Seguramente sí pero… ¿qué se va a hacer cuando en esas docenas e Municipios ya no llegue dinero para que las familias coman o compren productos? ¿Aumentará la inseguridad? Y además… si se cumple la amenaza de Trump de deportar masivamente a ilegales… ¿qué se va a hacer con los miles de poblanos que regresarán a sus lugares de origen… sin trabajo, en una época en la que de por sí está en
chino conseguir empleo para los que viven aquí? Seguramente algunos traerán un poco de dólares… pero se les acaban en unos meses de gastar sin trabajar, lo sabemos.
Y finalmente… ¿qué vamos a hacer con las decenas de miles de centroamericanos, sudamericanos, haitianos, cubanos y demás que ante el rechazo puntual de Trump, se van a quedar a vivir en México -y en Puebla-. ¿Hay empleos para que no se dediquen a la delincuencia o la extorsión?
Esta es otra “prueba de fuego” para los gobiernos federal, estatal y municipales de MORENA. A AMLO le tocó la pandemia. A Sheinbaum, Trump. Y no sé cuál sea peor.
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