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ALCALDES Y ALCALDESAS, BAJO FUEGO

ALCALDES Y ALCALDESAS, BAJO FUEGO

ALCALDES Y ALCALDESAS, BAJO FUEGO

Mucha alarma causaron esta semana dos ataques contra igual número de presidentas municipales en el estado Puebla.

Primero, Abigail Hernández Huerta, de Tepeyahualco de Cuauhtémoc, quien fue víctima de un atentado cuando se encontraba dentro de su camioneta frente a su domicilio.

De acuerdo con un comunicado de la presidencia municipal, el incidente se presentó durante la noche del pasado lunes 3 de febrero, luego de que la unidad en la que viajaba recibió un impacto de bala.

Por fortuna, la funcionaria salió ilesa, pero el hecho sembró incertidumbre y temor entre la población de esa localidad de menos de 4 mil habitantes, ubicada en la parte centro del estado.

No hubo detenidos ni información sobre el autor o los autores de la agresión.

El gobierno del estado entró en contacto con la alcaldesa y dispuso un grupo de cinco elementos de seguridad para protegerla.

Días después se presentó otro caso, igual de preocupante.

Con una bomba molotov intentaron incendiar la camioneta de la presidenta municipal de Tulcingo del Valle, Marubet Meza Rodríguez.

El incidente se presentó en las primeras horas del 5 de febrero, cuando ciudadanos reportaron el incendio de un vehículo en el barrio de San José.

Las autoridades acudieron al sitio y corroboraron que la unidad pertenecía a la alcaldesa.

De acuerdo con los primeros datos, sujetos desconocidos arrojaron la bomba molotov en la parte baja de la unidad para incendiarla, pero vecinos se percataron del incidente y lograron apagaron el fuego, sin que pasara a mayores.

Policías acordonaron la zona para iniciar las investigaciones pertinentes.

¿Qué hay detrás de estos dos acontecimientos?

Fuentes de inteligencia afirman que en Tepeyahualco de Cuauhtémoc fue una banda delictiva de la región que busca intimidar a la alcaldesa y someterla a sus órdenes.

Lo más grave es que, al parecer, esta banda está recibiendo respaldo de antagonistas políticos de Abigail Hernández Huerta, quien ha tocado ciertos intereses e incomodado a algunos grupos delincuenciales que con las anteriores autoridades traían “acuerdo”.

En cuanto a lo ocurrido en Tulcingo del Valle, municipio localizado en la Mixteca de Puebla, al suroeste del estado y caracterizado por un gran flujo de remesas enviadas por paisanos radicados en Estados Unidos, las mismas fuentes afirman que el patrón se repite: amenazas de la delincuencia organizada.

Posiblemente provenientes del grupo delictivo de “Los Rojos”, una organización criminal surgida como escisión del Cártel de los Beltrán Leyva y que actualmente se dedican a la extorsión y el secuestro en las poblaciones de Morelos, en la zona limítrofe con Guerrero y Puebla.

Hasta el momento, me dicen las mismas fuentes, estos dos hechos no tienen relación directa o nexo alguno, aunque sí reflejan algo muy de fondo: los criminales buscan cooptar o atemorizar a no pocos presidentes municipales del estado, o pactar con ellos/ellas, a fin de obtener protección, refugio, y libertad de movimiento para seguir realizando sus fechorías, con el acuerdo de los jefes policiacos locales.

Hace unos días, el secretario de Seguridad Pública del gobierno del estado, vicealmirante Francisco Sánchez González, fue muy claro al reconocer que, según información de inteligencia, hay siete cárteles en Puebla asentados desde hace siete años. Entre ellos el Jalisco Nueva Generación, el de Sinaloa, La Barredora y La Familia Michoacana, así como grupos fuertes dedicados al huachicol o huachigas. 

Muchos de estos grupos entraron a Puebla con la complacencia de Facundo Rosas, secretario de Seguridad Pública durante el gobierno de Rafael Moreno Valle y a quien por cierto ahora cínicamente le ha dado por dar clases de moral y buenas prácticas en materia de seguridad, y se afianzaron bajo los gobiernos de Morena.

Actualmente, hay un diagnóstico y una estrategia para contenerlos y, en lo posible, sacarlos del estado, el cual se busca blindar precisamente reforzando la vigilancia y la coordinación en las zonas limítrofes con los vecinos Morelos, Guerrero, Oaxaca, Tlaxcala y Veracruz, así como la CDMX.

Sin embargo, los recientes hechos son sumamente preocupantes.

Los casos de Tepeyahualco de Cuauhtémoc y Tulcingo del Valle son focos rojos, que no deben ignorarse ni minimizarse. 

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