Que ya hay más ex dirigentes estatales del PRI poblano en Morena que en el PRI, no es un chiste de sobremesa, sino la más pura realidad.
La frase, hoy muy repetida en el “círculo rojo” local, describe a la perfección la ruina profunda del otrora partidazo, que perdió el poder en 2010 y quizá nunca más lo recuperará.
Que sus liderazgos más importantes, sus perfiles más destacados a lo largo de la historia reciente, sus actores más relevantes, estén hoy sumados al tren de la 4T, es parte de la gran tragedia –a veces más comedia que tragedia– que vive el tricolor, un partido que está muerto pero no le han avisado.
Alejandro Armenta fue líder del tricolor y hoy es el candidato de Morena a la gubernatura.
Jorge Estefan Chidiac fue dirigente estatal del partido de 2016 a 2018. Fue durante la campaña de Blanca Alcalá -otra que quizá también se vaya del PRI- a la gubernatura. Recientemente, Jorge Estefan también fungió en los hechos como jefe máximo del tricolor, pues fue el titiritero del líder -es un decir- Néstor Camarillo, un personaje caricaturesco sacado de una ópera bufa.
Estefan ha causado un verdadero cisma en el PRI y la pasada semana prácticamente lo dejó en estado de coma: por primera vez en la historia no tendrá bancada de diputados en el Congreso del estado, algo que quizá ni los propios -y pocos- priistas que quedan han alcanzado a dimensionar.
Por si fuera poco, el operador de Morena se está llevando consigo a todos los presidentes municipales priistas posibles; apenas el último miércoles lo anunciaron cinco: Guadalupe Vargas (Xicotepec), Pepe Márquez (Zacatlán), Aurelio Flores (Guadalupe Victoria), Manuel Orato (San Salvador El Seco) y Emiliano Vázquez (Zapotitlán de Méndez).
Pero van a ser más, muchos más.
Es probable que Estefan se incorpore pronto al gobierno estatal de Morena en Puebla o que asuma una candidatura apoyada por Morena.
Ignacio Mier Velazco fue dirigente estatal del PRI, en tiempos de Manuel Bartlett, y hoy es el coordinador de los diputados federales de Morena.
Fernando Morales Martínez, “El Parri”, fue dirigente estatal del PRI; el hijo del ex gobernador Melquiades Morales entregó el tricolor, en su momento, a Rafael Moreno Valle, lo puso (y se puso) al servicio del entonces gobernador del PAN -ex priista por cierto-. Hoy el eterno descafeínado junior es dueño de Movimiento Ciudadano, candidato -es un decir- de ese partido a la gubernatura y asumirá el papel de patiño de Morena en el proceso electoral 2024.
Juan Carlos Lastiri fue dirigente estatal del PRI y hoy está sumado a la campaña del candidato de Morena a la gubernatura, al igual que un insigne líder priista como Juan Manuel Vega Rayet.
Mario Montero Serrano también fue dirigente estatal del PRI, él los tres primeros años del gobierno de Mario Marín. Montero tuvo como secretario general del partido ni más ni menos que a Alejandro Armenta, a cuya campaña hoy también está sumado. Hoy el hijo mayor de Montero Serrano, Mario Montero Rosano, se perfila como candidato de Morena a una diputación.
Javier Casique Zárate fue dirigente estatal del PRI; en el proceso interno para la candidatura de Morena a la gubernatura de Puebla, se la jugó con Ignacio Mier. Hoy funge como delegado nacional del tricolor en su natal Oaxaca.
Ómar Álvarez Arronte no fue dirigente estatal sino municipal del PRI. El eficiente operador político hoy funge como secretario de Movilidad y Transporte del gobierno estatal de Morena.
Pepe Chedraui también fue dirigente municipal del PRI; hoy se perfila como el candidato de Morena a la presidencia municipal de Puebla.
Valentín Meneses fue dirigente estatal del PRI; hoy está apoyando la candidatura de Alejandro Armenta.
Luis Antonio Godina también fue dirigente estatal del PRI, en tiempos de Manuel Bartlett; el brillante asesor se la jugó con Ignacio Mier en el proceso interno de Morena para la candidatura a la gubernatura. Hoy está sumado a Alejandro Armenta, incluso ya lo acompaña en algunas ruedas de prensa.
El último candidato del PRI a la gubernatura, Alberto Jiménez Merino, se la jugó con Ignacio Mier en el proceso interno de Morena para la candidatura a la gubernatura.
El último gobernador del PRI, Mario Marín, está en la cárcel, pero si gozara de libertad, seguramente estaría operando para Morena.
El último candidato del PRI a la gubernatura que tuvo posibilidades reales de ganar, Javier López Zavala, también está en la cárcel, aunque por otras razones, y sería el mismo caso que su amigo-enemigo Mario Marín.
Un político de la vieja guardia como Héctor Jiménez y Meneses también fue dirigente estatal del PRI; de 2018 a 2021 fue diputado federal de Morena.
Y así por estilo.
Ad infinintum…
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Hay otros casos que también vale la pena anotar.
Se trata de personajes que igualmente fueron dirigentes estatales del PRI, pero encontraron otros rumbos no en Morena, sino en el PAN.
Germán Sierra Sánchez encabezó al tricolor en la década de los 80, pero en 2022 se supo que trabajaba como asesor del entonces presidente municipal de Puebla, Eduardo Rivera Pérez.
Misma situación que Víctor Manuel Giorgana Jiménez, dirigente estatal del PRI en tiempos del gobernador Melquiades Morales, a quien por cierto se le vio muy cercano a Ignacio Mier en el proceso interno de Morena para la candidatura a la gubernatura a través de su yerno David Villanueva Lomelí.
El caso más reciente -seguramente no el último- es el de Pablo Fernández del Campo, quien fue efímero dirigente estatal del PRI y hace unos días se sumó a Mario Riestra, candidato del PAN a la alcaldía capitalina.
Riestra también incorporó hace poco a su equipo a Iván Galindo, quien ha tenido un singular recorrido: fue secretario general del PRI municipal, regidor y asesor de Claudia Rivera Vivanco cuando esta fungió como alcaldesa de Puebla y operador de Ignacio Mier en el proceso interno de Morena por la candidatura a la gubernatura.
Es que, como dice Groucho Marx, “éstos son mis principios, y si no les gustan, tengo otros”.
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La crisis del PRI poblano es consecuencia de un pleito de familia.
Un pleito continuo.
Un pleito inacabado.
Todo lo que hoy vemos es consecuencia de la ruptura Mario Marín-Rafael Moreno Valle.
Marín incumplió el pacto que ambos hicieron cuando Marín se convirtió en candidato a la gubernatura y luego gobernador del PRI.
Moreno Valle sería presidente del Congreso -sí lo fue- y luego candidato del PRI al Senado -ya no lo permitió Marín-.
Fue ahí cuando se rompió para siempre el PRI poblano.
Fue cuando el PRI acabó echado a patadas de Casa Puebla por primera vez en la historia.
La guerra de facciones que se desató desde entonces, sólo es, ha sido y será una secuela de esa Gran Fractura en la Gran Famiglia Tricolor Poblana.
La eterna fractura del PRI poblano.
La debacle eterna del PRI poblano.
Estas ruinas que ves.
Pero pocos, realmente muy pocos, están preparados para esa conversación.