Se equivoca rotundamente quien espere que la negociación política y los chantajes pasen por encima de la competitividad, en el tema de la candidatura de Morena a la alcaldía de Puebla capital.
Las encuestas, como único método válido, serán las que definan, tal y como ocurrió en el caso de la candidata presidencial Claudia Sheinbaum y el precandidato a gobernador, Alejandro Armenta. Otra salida sería una traición a ellos mismos y a la vía por la que fueron elegidos.
Esta misma semana, como adelantó la presidenta del Comité Ejecutivo Estatal (CEE), Olga Lucía Romero Garci-Crespo, se darán a conocer los resultados de la capital poblana.
Las cifras que arrojaron las encuestas se han blindado contra filtraciones, por la seriedad que requiere el caso.
Sin embargo, sabemos de fuente sólida que hay un claro vencedor, con una ventaja de más de 20 puntos.
Esos sondeos los conocen las dirigencias nacional y estatal del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) y, por supuesto, quienes acompañan en el estado las definiciones.
La premisa es una y es inobjetable: “sólo va a inclinar la balanza el criterio de la competitividad”.
Ocurrirá igual que en los procesos nacional y a la gubernatura.
Claudia Sheinbaum y Alejandro Armenta siempre estuvieron en primer lugar en sus respectivas carreras.
Defendieron ese derecho.
No puede ser de otro modo en Puebla capital.
La encuesta y sólo la encuesta definirá.
Las mediciones, de acuerdo con una fuente que participa en el proceso, han favorecido a Pepe Chedraui.
Tiene más de 20 puntos de distancia respecto de sus competidoras y competidores.
Ni Claudia Rivera Vivanco, ni Alejandro Carvajal ni Olivia Salomón o cualquier otro aspirante, le dieron batalla.
Hay mucha claridad en los resultados.
De ahí que los chantajes estén tan fuera de lugar.
Por ejemplo, las pretensiones de Rivera Vivanco y su clan son un verdadero despropósito.
Veamos: en las mediciones, su intención de voto no fue la mejor.
Pero además sus negativos son altísimos.
Está por las nubes su mala imagen.
De ahí también que no tenga autoridad moral, para sus planteamientos.
El lunes le describí en este espacio, que en la reunión de los 17 aspirantes, del viernes anterior, Rivera habló y habló y habló y habló y habló…
Llenó el espacio de palabras huecas.
Reiteró su exigencia de que la candidatura debe ser suya.
¿Por qué?
Dice que es “la más experimentada”.
Se asume como “la mujer mejor posicionada”.
En su descontrol, asegura que es “la más querida y adorada” por poblanas y poblanos.
Argumentó que, como la candidatura a la gubernatura ya recayó en un varón (Alejandro Armenta), y también la primera fórmula al Senado de la República (Ignacio Mier), entonces a la alcaldía deber ir una mujer.
Ella, por supuesto.
Lo que no dijo es que en las últimas dos elecciones por el ayuntamiento capitalino, Morena ha designado a una mujer como candidata.
Y las dos veces a ella, en 2018 y 2021.
La primera, ganó Claudia por la fuerza de Andrés Manuel López Obrador.
La segunda, por más pretextos y culpables que ella ponga, la perdió por su mala gestión.
¿Quiere ir por una tercera ocasión?
Y además, de acuerdo con las mediciones externas, ¿volver a entregar la plaza?
Hay un tema adicional que ha caído muy mal a las dirigencias morenistas, sobre todo a nivel nacional: la pretensión de Claudia de llevar candidaturas para toda su familia.
Mamá, pareja de la mamá, hermano, hermana, novio… incluidas las mascotas, los vecinos, las comadres y los compadres.
El caso del diputado federal Alejandro Carvajal, el otro aspirante que alcanzó a figurar, aunque lejos, en las encuestas, es muy distinto.
Como también dije el lunes, se le vio sobrio, en la reunión de los 17.
“Quienes lo vieron y escucharon, afirman que ‘ya le bajó dos rayas’ a su intensidad. Al parecer, ya vio sus verdaderos números y entendió que poco tiene que hacer. Una fuente, presente en la reunión, afirma que le espera una diputación local por el distrito 11, que ganará con gran facilidad. Será un gran legislador”, hasta aquí la cita de Garganta Profunda.
El contexto hay que saberlo leer.
Los antecedentes hay que tenerlos bien en la mente.
Los casos Sheinbaum y Armenta deben ser guías y muestras.
La mirada debe alcanzar el horizonte y no perderse en el arbusto.
Es inevitable revisar las declaraciones del lunes, del gobernador Sergio Salomón.
Volvió a dirigir un mensaje a los militantes y simpatizantes de Morena.
“Cada quién sabe cuál es el lugar en el que se encuentra. Aquí no hay sorpresas ni sorprendidos. Los invito a que se hagan sus propias encuestas, que no las publiquen, que las guarden, que las vean y que en un ejercicio de plena conciencia sepan hasta dónde pueden llegar.”
Son palabras claras.
Pero también muy pesadas y contundentes.
Ese mensaje de principios de semana fue acompañado de una aseveración:
“Les pidió paciencia y que su actuar sea congruente, ya que todo se definirá a través de las encuestas”.
Que lo lea quien lo pueda leer.
Pero más, quien tenga la capacidad para entender.