Una vez confirmado como candidato del partido Morena a la presidencia municipal de Puebla, Pepe Chedraui deberá poner todo, absolutamente todo de su parte para superar los diversos retos que enfrentará sí o sí en una elección que no será precisamente un camino de rosas.
El primer desafío del empresario será superar el rechazo de los duros y fundadores de la 4T, quienes aunque en público se hayan disciplinado y posado para la fotografía, lo ven y seguirán viéndolo con desconfianza, incluso con repudio dado su origen priista.
El hecho de que Chedraui y los candidatos a la gubernatura y al Senado provengan de las filas del PRI, lamentablemente ayuda a alimentar esa narrativa que sí ha permeado en las bases de Morena. Tanto que este domingo, durante uno de los eventos encabezados en Puebla por el presidente Andrés Manuel López Obrador, alguien mandó a exhibir una cartulina rosa con el mensaje: “Las bases de los morenistas no apoyamos a Chedraui”.
Construir la unidad interna es otro de los retos inmediatos e ineludibles del candidato a la alcaldía capitalina. Si bien la mayoría de sus contendientes recibió una recompensa -en forma de candidaturas- a cambio de apoyarlo, el expediente Claudia Rivera Vivanco no ha sido concluido del todo.
Ciertamente, la ex presidenta municipal mostró institucionalidad y madurez, pero eso no significa que se haya quedado contenta o que haya extendido un cheque en blanco a Pepe Chedraui o que se vaya a sumar en automático.
De hecho, al cierre de esta columna, voceros extraoficiales de Claudia Rivera me aseguraron que ella aún no había decidido si aceptaba o no la candidatura a diputada federal por el distrito de Tepeaca, que la dirigencia nacional de Morena le ofreció como “premio de consolación”.
Claudia Rivera no sólo quedó en segundo lugar de la encuesta, sino que se consolidó, guste o no, como la mujer de Morena más conocida y competitiva, y eso es parte de su capital político, un importante capital político que el candidato no puede minimizar ni ningunear, mucho menos si se considera el poderoso argumento de la paridad de género: ninguna de las candidaturas importantes (a la gubernatura, a la presidencia capitalina y al Senado) recayó en una representante del sector femenino.
Pepe Chedraui deberá estar consciente de otro reto no menor: el desgaste del presidente Andrés Manuel López Obrador y de su pésima gestión gubernamental, sobre todo en materia de seguridad y salud, que dará vuelo a la campaña de contraste que desplegarán, sin duda, los candidatos de la oposición. La multitudinaria marcha de este domingo en la CDMX y otras ciudades del país y del extranjero, en defensa de la democracia, es sólo una pequeña, pequeñísima, muestra del extendido voto anti Morena o anti 4T que hay en un amplio sector del electorado. Si no se advierte este foco rojo, no será grave sino lo que le sigue.
Si bien Chedraui, por su perfil, sumará votos de la clase media y de indecisos y apartidistas, cada punto que Morena pierda en las urnas, por las erráticas decisiones del presidente o por sus caprichosas iniciativas legislativas, será un punto menos para los candidatos en Puebla, especialmente en la zona metropolitana, donde hay un consolidado voto azul -véase el resultado de las últimas elecciones- y donde enfrentará a un candidato muy competitivo, como Mario Riestra.
Pepe Chedraui cometerá un error si se cree sus propias encuestas o si supone que ya ganó; si bien la mayoría de ellas señala una amplia ventaja sobre Riestra -una que me llegó el pasado viernes lo ubica 10 puntos arriba del panista-, no debe quitar el pie del acelerador y mucho menos caer en exceso de confianza. Falta mucho para el 2 de junio y factores locales y nacionales, así como errores o yerros en la estrategia de tierra y de aire, pueden cerrar la elección y llevarse una sorpresa. Ganar la candidatura fue difícil, muy difícil, ahora viene lo más cabrón.
Un último, pero no por eso menos importante, reto va a tener que encarar Pepe Chedraui, y ese es en el frente interno, y también en lo inmediato.
Ese reto consiste en ganarse pero ya la confianza, y el apoyo total y absoluto, del candidato de Morena a la gubernatura, Alejandro Armenta.
Pepe Chedraui debe dejar muy en claro que no tiene otro proyecto que la presidencia municipal de Puebla, es decir, que no está pensando en la sucesión 2030 ni en imponerse, en su momento, como candidato a la gubernatura, quitándole a Armenta, en caso de convertirse en gobernador, su facultad metaconstitucional de impulsar a sus propios perfiles o a su propio “delfín”.
Chedraui pertenece a un grupo político distinto al de Armenta, lo cual no es ningún secreto ni significa que no vayan a hacer una excelente mancuerna y que el senador no esté convencido de que Pepe es el mejor y más competitivo perfil para Puebla capital.
Lo que Chedraui debe mostrar es que no quiere correr antes de aprender a caminar y que entiende a la perfección los códigos y las claves del poder, sólo para iniciados.
Cualquier señal en sentido contrario, puede resultar muy costosa, pues podrían revivirse, para desgracia de Puebla, los añejos y muy conocidos pleitos entre el gobernador en turno y el alcalde en funciones.
Sólo es cosa de recordar, para los desmemoriados, los choques Manuel Bartlett-Rafael Cañedo Benítez, Manuel Bartlett-Gabriel Hinojosa, Melquiades Morales-Mario Marín, Melquiades Morales-Luis Paredes, Mario Marín-Enrique Doger, Mario Marín-Blanca Alcalá, Rafael Moreno Valle-Eduardo Rivera Pérez y Miguel Barbosa-Claudia Rivera.
Primero el uno, luego el dos, no al revés.
Regla no escrita, básica, pero que a muchos, increíblemente, cuesta trabajo entender.