LAZARO JIMENEZ, LA CUÑA DE NÉSTOR CAMARILLO EN EL PRI
Arturo Luna Silva
Con distintas tareas, el impugnado presidente nacional del PRI y senador, Alejandro Alito Moreno Cárdenas, ha mantenido dos alfiles poblanos: el ex diputado federal y marinista Lázaro Jiménez Aquino y el hoy también senador “indígena” y dirigente estatal, Néstor Camarillo Medina. Pareciera que, hasta ahora, ninguno hacía sombra al otro, ni habían tenido que disputarse el cariño y la cercanía del campechano. Hasta ahora. Pero las cosas pueden cambiar.
Lázaro, de los más fieles a Alito y ex presidente del Instituto Reyes Heroles, se quedó sin nada con los últimos movimientos partidistas y las determinaciones de las autoridades electorales.
La curul local plurinominal que sentía segura, se la quitó el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF).
En enero de este año, dejó la presidencia del Instituto Reyes Heroles.
Todo apuntaba a que, sin contratiempos, llegaría al Congreso poblano y ahí se convertiría en la mano de Alito en Puebla.
No ocurrió.
Ni curul, ni instituto.
¿Qué le queda a Lázaro Jiménez?
Pareciera que la respuesta a esa pregunta da cuerpo y consistencia al rumor que se comenta, desde hace meses, en los pasillos del edificio de la Diagonal Defensores de la República.
“Lázaro llegará al Comité Directivo Estatal (CDE) del PRI de Puebla”.
Lo que parecía un chisme, hoy tiene valor de posibilidad.
Y la posibilidad adquirió valor de estrategia.
Hay varios asuntos a considerar, que le dan fuerza a ésta, que termina siendo toda una trama.
¿Acaso dejará Alito Moreno sin nada a su amigo, socio y escudero de algunas de las batallas que ha tenido que librar en el lodazal?
No creo.
Pero más todavía: ¿el campechano dejará todo el poder en Puebla, el menguado y escaso, pero todo, en manos de la misma persona?
En otras palabras: no puede poner Moreno Cárdenas todos sus huevos en Puebla sólo en la canasta de Néstor.
Sobre todo, después de que el Instituto Nacional Electoral (INE) anuló reelección de Moreno Cárdenas en el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) y, por tanto, también en dirigencias estatales.
Ahí está además un trago jurídico amargo que todavía debe resolver el ex gobernador de Campeche.
Hay que recordar que el pasado 12 de septiembre, el Consejo General del instituto definió que las reformas a los estatutos priistas, que permitieron la reelección de Alito, fueron ilegítimas.
Vendrá la impugnación.
El presidente del CEN requiere aliados.
Debe desplegar una estrategia.
Aunado a ello, en Puebla debe crear equilibrios en su partido -o en lo que queda de su partido-.
Hay una máxima en la vida que aplica a todo, también a la política:
No se debe entregar ni todo el dinero, ni todo el amor, ni todo el poder.
Aunque sea escaso, aunque sea fingido, aunque sea poquito.
Eso lo sabe cualquier párvulo de la política.
Y Alito es muchas cosas pero no es para nada un ingenuo.
Ni un tarugo.
En la Diagonal se escuchó una voz…
“Lázaro, levántate y anda”.
Ya suenan los tambores de guerra.