jueves, 19 septiembre 2024
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LA MATANZA DEL MONTE DE CHILA, PUEBLA: EL CAPÍTULO SECRETO DE LA GUERRA SUCIA

LA MATANZA DEL MONTE DE CHILA, PUEBLA: EL CAPÍTULO SECRETO DE LA GUERRA SUCIA
LA MATANZA DEL MONTE DE CHILA, PUEBLA: EL CAPÍTULO SECRETO DE LA GUERRA SUCIA
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LA MATANZA DEL MONTE DE CHILA, PUEBLA: EL CAPÍTULO SECRETO DE LA GUERRA SUCIA

Murieron alrededor de 324 personas.

Niños, mujeres, personas ancianas y hombres.

La mayoría, indígenas totonacos que cometieron el pecado de luchar por un pedazo de tierra.

En medio de un régimen político autoritario y antidemocrático, y una tendencia anticomunista en el estado de Puebla -ya había ocurrido la masacre de San Miguel Canoa-, el Ejército recibió la orden de reprimir y no sólo lo hizo, con sevicia: prácticamente extinguió la comunidad por completo.

Silenciada durante décadas, la Matanza del Monte de Chila, en el estado de Puebla, ocurrida el 28 de enero de 1970, acaba de entrar al informe final del Mecanismo de Esclarecimiento Histórico (MEH) de la Comisión para el Acceso a la Verdad, el Esclarecimiento Histórico y el Impulso a la Justicia de las violaciones graves a los derechos humanos cometidas de 1965 a 1990.

Es decir, los años de la Guerra Sucia en México.

La Matanza del Monte de Chila es uno de los capítulos olvidados o acallados de ese oscuro episodio de la nación.

Pero hoy, por fin, se empieza a develar, acaso para que, 54 años después, se empiece a hacer justicia.

Y es que como señala el diario El País, el informe -elaborado por los investigadores Abel Barrera, David Fernández y Carlos Pérez Ricart– documenta masacres de las que no se sabía demasiado y que podrían acabar igualmente en expedientes ministeriales.

Es el caso de la Matanza del Monte de Chila, en Chicontla, población del municipio de Jopala.

“Entonces, militares y policías judiciales asesinaron a al menos 50 campesinos, parte del Movimiento Campesino de Peticionarios de Tierras

“Testimonios y documentos muestran cómo las autoridades llegaron a la zona, en la Sierra Norte de Puebla, a realizar (supuestamente) una “batida de maleantes”.

“Los maleantes resultaron ser campesinos que peleaban por conseguir un pedazo de tierra.

“Cuando los militares les dieron el alto, los campesinos dispararon sus escopetas. Varios soldados murieron. La respuesta fue brutal“.

De la Matanza del Monte de Chila se ha escrito, lamentablemente, poco.

El paso del tiempo ha ido borrando las huellas y diluido las consecuencias jurídicas.

Hasta hoy sólo se conocían algunos reportes aislados de los investigadores Armando Bartra, Gerardo Pérez Muñoz y Alberto López Cuenca, así como los escritos de Miguel Ángel Andrade Rivera, cronista de Jopala.

Es hasta hoy que el hecho se cataloga como uno de los episodios más violentos de la represión en las últimas décadas del siglo XX, concretamente de 1965 a 1990.

Según las crónicas, incluso el Ejército bombardeó la comunidad con napalm, quemando casas y dejando los cuerpos a la intemperie por tres meses.

Un sacerdote, de nombre Gabriel Diego, párroco de la comunidad de Chicontla, fue el único que logró dejar un testimonio de la masacre.

El Ejército le permitió entrar a la zona, junto a un grupo de pobladores, para poder recuperar los cuerpos de los caídos, de los cuales sólo hallaron huesos, que fueron enterrados en una fosa común.

Como señala un reportaje de la revista Proceso, bajo la firma de Gabriela Hernández, a la fecha los lugareños consideran que los soldados, pertenecientes a los batallones 26 y 37, dejaron los cadáveres expuestos, prohibiendo darles sepultura, como una forma de escarmiento, para sembrar el terror en esa región.

Lograron su propósito, pues a 54 años de esos hechos, aún persiste el “temor a represalias” por hablar de lo ocurrido esa madrugada del 28 de enero de 1970, el último año de la presidencia del poblano Gustavo Díaz Ordaz y el primero del gobierno del general y doctor Rafael Moreno Valle, abuelo del también fallecido -también ex gobernador- Rafael Moreno Valle Rosas.

La Matanza del Monte de Chila se enmarca en un contexto de violencia, represión gubernamental e intolerancia, que moldeó -para bien o para mal- al país que hoy somos.

El 14 de septiembre de 1968 ocurre la Masacre de San Miguel Canoa, en la cual fueron salvajemente linchados trabajadores de la BUAP acusados de “comunistas”.

Años antes, en febrero de 1960, había tenido lugar otra masacre, esta en Huehuetlán El Chico, donde campesinos y pobladores fueron reprimidos y 18 de ellos perdieron la vida.

El informe final del Mecanismo de Esclarecimiento Histórico (MEH) no sólo documenta y recupera estos sucesos, en especial la Matanza del Monte de Chila, sino que, además, describe con precisión y dimensiona aquellos años en que la hidra de la represión actuó a sus anchas, con total impunidad.

Los medios coercitivos del Estado no solo fueron puestos al servicio de sus fines políticos, sino también al servicio y defensa de un modelo de desarrollo económico extractivista, de acumulación de capital y en el que el Estado se hacía partícipe de la economía criminal”, señala.

Y apunta:

“Cada gobernador, cada corporación policial, cada mando militar, terminó por interpretar qué o quién era un comunista, quién representaba una amenaza, cómo había que reprimir a las disidencias, disciplinar a la población y garantizar una gobernabilidad autocrática para la permanencia del régimen político de partido único”.

La hidra de la represión, concluye, lejos de desaparecer, se transformó y sobrevivió a las reformas políticas, desde la más temprana, firmada durante el sexenio de José López Portillo (1976-1982), a la perdida de hegemonía del PRI y la llegada del PAN, a finales de siglo.

Citado por El País, Pérez Ricart advierte:

“Los nudos de impunidad fueron creados en el periodo de Guerra Sucia y siguen activos hoy.

“Los patrones de violencia pueden ser distintos, pero hay elementos que unen una violencia con la otra, el hecho, por ejemplo, de que las instituciones perpetradoras del pasado, policías, fiscalías, sistema judicial, no fueron renovadas”.

Y puede volver a suceder.

De ahí la importancia de rescatar del olvido histórico la Matanza del Monte de Chila, una matanza tal vez más grave que la del 2 de Octubre de 1968 en la Plaza de Tlatelolco.

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El informe completo del Mecanismo para la Verdad y el Esclarecimiento Histórico puede consultarse en el siguiente link:

https://www.meh.org.mx/

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Para más información sobre la Matanza del Monte de Chila, se puede consultar la tesis de la académica Alicia Itzel Olivo Vázquez.

Se intitula “Y por la tierra y la vida. Monte de Chila y el inmutable silencio”.

La presentó en 2020 para obtener el grado de maestría por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

El trabajo de Olivo Vázquez recupera lo sucedido y aporta un dato revelador: las hojas de los periódicos del día 29 de enero de 1970 fueron arrancadas de la Hemeroteca de la ciudad de Puebla.

Algo similar pasó con el expediente judicial del caso, que simplemente, de un día para el otro, desapareció.

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En octubre de 2023, vino a Puebla el célebre historiador inglés Benjamín Smith, especialista en estudios del México moderno por la Universidad de Warwick.

Y vino ni más ni menos que para documentar la Matanza de Monte de Chila, como parte de un amplio trabajo sobre “La Otra Guerra Sucia en México”.

Se prevé que la esperada investigación del autor de “La droga: La verdadera historia del narcotráfico en México” pronto esté lista.

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Revísese también el documentadísimo podcast “Monte de Chila: La masacre que nos ocultaron”, de Aníbal Santiago e Ismael Méndez:

Periodista desde 1990. Ha sido reportero de Televisa Puebla, El Universal de Puebla, La Jornada de Oriente y Síntesis.

Fue coordinador editorial de El Universal de Tlaxcala y jefe de información de El Universal de Puebla.

Dirigió la revista Síntesis Policiaca, el área de noticias de Marconi Comunicaciones - donde condujo el noticiario matutino de “La Tropical Caliente” durante cuatro años- y el periódico El Heraldo de Puebla.

Desde 2001 ha publicado su columna “Garganta Profunda” en medios digitales, impresos y electrónicos.

Es director general del periódico digital Puebla Online y del periódico Crónica Puebla.

Trabajó durante 10 años en Televisa Puebla, donde condujo el noticiero nocturno -también el matutino y vespertino en distintas etapas- y fungió como gerente de Noticias por casi un lustro.

En 1990 recibió el Premio Nacional de Periodismo Juvenil, en 1991 el Premio Estatal de Periodismo de Puebla en el género de reportaje y en 1996 el Premio Estatal de Periodismo BUAP-Froylán Manjarrez.

Ha sido jurado del Premio Estatal de Periodismo del Estado de Tlaxcala.

Realizó estudios profesionales en la Escuela de Ciencias de la Comunicación de la UPAEP.