La transición en la Presidencia de la República ha adquirido muchas dimensiones, que van de lo administrativo, por supuesto lo político y hasta lo personal entre el presidente Andrés Manuel López Obrador y la virtual presidenta electa, Claudia Sheinbaum Pardo. Muchas de estas condiciones, en idéntica o similar expresión, se reeditan en Puebla, con Sergio Salomón Céspedes Peregrina y Alejandro Armenta Mier, en el camino al relevo en la gubernatura. Los dos casos son inéditos y vale la pena el análisis puntual.
Este sábado estarán en Puebla, en una más de sus giras conjuntas, que prácticamente comenzaron desde que ganaron las elecciones, Sheinbaum Pardo y López Obrador.
Muchos pensarán que, en sus viajes y en su recorridos, el tabasqueño le detalla pormenorizadamente el trabajo gubernamental a la doctora.
O que le dice el cómo, el cuándo y el con quién.
Pero, de acuerdo con lo que ella misma ha confesado, pareciera que de lo que menos hablan es de la administración pública.
Sus encuentros, que han sido largos en sus visitas a varios estados, y que se repetirán este fin de semana, han sido prácticamenteformativos y de una reflexión íntima conjunta.
Así lo ha dicho Claudia Sheinbaum en conferencias de prensa.
Textualmente, ha comentado que sus largas charlas en las giras se han concentrado en recordar, no sin cierta nostalgia, el origen del Movimiento Regeneración Nacional.
Incluso, un capítulo específico ha sido el desafuero de 2005.
Por su parte, el presidente ha calificado este convulso periodo como histórico, decisivo y de mucha franqueza y fraternidad.
Da la impresión que entre ellos dos, específicamente, la transición se trata de un ejercicio de transmisión de un legado ideológico.
Porque hay que reconocerlo: el tema administrativo se resuelve con los equipos y muy largas horas de trabajo de escritorio.
Eso que la gente llama arrastrar el lápiz.
Secretaría por secretaría.
Sector por sector.
Gasto por gasto.
Pendiente por pendiente.
En esas mesas, salvo las definiciones finales, no se requiere la presencia ni del presidente saliente ni de la presidenta entrante.
Desde ese punto de vista, la cohabitación de Claudia Sheinbaum y Andrés Manuel López Obrador, como mandataria electa y presidente en funciones, transcurre más en un ánimo de transmisión de experiencia y de consejos.
Los equipos verán los detalles, los puntos finos…
En el caso poblano, con una transición entre dos gobernadores emanados de la Cuarta Transformación (4T), con coincidencias en proyectos y visiones, la cohabitación también es un tiempo venturoso.
Así lo han reconocido Sergio Salomón Céspedes Peregrina, el mandatario en funciones, y Alejandro Armenta Mier, el gobernador electo.
También en este caso, la relación entre ellos en estos casi seis meses por delante de cohabitación, tendrá su sello y peculiaridades.
Por lo que se ha dejado ver, desde sus liderazgos, se percibe que se va a tratar de una transición meramente política.
Los dos son viejos conocidos y en el pasado coincidieron en proyectos políticos.
También han dejado ver el cuidado y el respeto que tienen a esta etapa y a su desarrollo procesal.
El gobernador Sergio Salomón reiteradamente y de manera constante tiene referencias positivas al futuro que viene con el gobernador electo Alejandro Armenta.
Entre tanto, Armenta ha sido muy pulcro respecto de las formas y el fondo en esta convivencia.
Ha dicho, incluso, que su deseo es tener un perfil mediático muy bajo.
Las dos transiciones, la federal y la estatal, son inéditas.
Nunca se ha visto y posiblemente nunca más se vuelva a ver este nivel de cordialidad.
Un cambio de estafeta se está dando en una pista de terciopelo.
Y eso siempre será una buena noticia.
Para Puebla.
Para México.