El tan llevado y traído discurso feminista está lejos de consolidarse. Al menos en nuestra aldea.
Un problema latente se mantiene como el “talón de Aquiles”: la falta de una real sororidad.
Esa que tanto presumen las políticas, pero que en el día a día dejan de lado por su afán protagonista.
En el Congreso del estado, Delfina Pozos Vergara, la única diputada del defenestrado PRI, es claro ejemplo de ello.
Parece que, además de mala memoria, la integrante del clan formado por Manuel Pozos Cruz, Oscar Pozos Vergara y Leodegario Pozos Vergara, carece de la sensibilidad suficiente para respetar acuerdos políticos.
El comentado asunto de la filtración de una supuesta lista donde el PRI habría propuesto a Idamis Pastor Betancourt como posible fiscal General del Estado, no es la primera jugarreta que realiza en busca de foro mediático.
Mal aconsejada por el falso indígena Néstor Camarillo, el insufrible y torpe senador que la utiliza de flecha y escudo, pretende ser una operadora de relevancia, pero no lo logra.
Por el contrario, su fama empieza a extenderse, pero por la poca seriedad para sostener su palabra y respetar los acuerdos políticos que se toman al seno del Poder Legislativo, especialmente en la Junta de Gobierno y Coordinación Política, de la que forma parte como representante del tricolor -o de lo que queda del tricolor-.
Es poco confiable, y eso en política -lo sabe todo mundo-, no significa otra cosa que es ostracismo.
Nada nuevo, el clan de Los Pozos, bastante bien conocidos en Libres por toda clase de atropellos, se ha caracterizado por infringir la ley para escalar en lo político y económico.
Basta recordar que cuando el extinto Rafael Moreno Valle era gobernador, los férreos priistas no tuvieron empacho en negociar con él a cambio de una patente de notario, a pesar de no cumplir con los requisitos plasmados en la ley.
Tanto que, años más tarde, Luis Miguel Barbosa Huerta la echó para atrás, dejándolos exhibidos como unos pillos, además de en ridículo.
¿Y la sororidad?
Bueno, ese tema es otro lastre que empieza a pesar sobre la diputada Delfina Pozos y que, lejos de generar empatía con sus compañeras, todas la empiezan a ver con recelo; su estilo no gusta y mucho menos sus malintencionadas filtraciones mediáticas en las que parece busca enfrentar a la presidenta del Congreso, Laura Artemisa García Chávez.
Pero una vez más, equivoca la estrategia, pues no es a “periodicazos” como le harán caso.
Como dicen los chavos: “Ni la topan”.
Y como diría don Teofilito: “Ni la toparán”.