DE LA GUERRA POR EL PAN POBLANO Y PEORES COSAS
Arturo Luna Silva
El menosprecio, el ninguneo, el desdén…
Hasta este miércoles por la noche, la dirigencia nacional del PAN había ignorado por completo los reclamos de los militantes que, ya sea en lo individual o en grupo, le han exigido abrir la elección para presidente o presidenta del blanquiazul en el estado de Puebla.
La cerrazón es absoluta.
Y la soberbia, infinita.
Incluso hacia cuadros como el ex alcalde de San Andrés Cholula Edmundo Tlatlehui Percino, quien el pasado 25 de octubre envió un escrito al presidente nacional panista, Marko Cortés Mendoza, para exigir que ante la parcialidad con que Eduardo Rivera Pérez y su grupo han conducido el proceso interno, el CEN azul lo atraiga.
La respuesta a su carta ha sido el silencio.
Un silencio que sabe a desprecio.
Un desprecio que suena a prepotencia y que obedece a un hecho consumado:
Este viernes se acaba el amañado y corrompido cómputo entre los Comités Municipales del PAN, que milagrosamente en su mayoría han pedido que sea a través del Consejo Estatal, no mediante una elección abierta a la militancia, como se designe al sucesor de Augusta Valentina Díaz de Rivera Hernández.
Un Consejo Estatal presuntamente controlado por Eduardo Rivera, quien busca imponer a su títere, el inefable Felipe Velázquez Gutiérrez, para seguir controlando las jugosas candidaturas plurinominales y las millonarias prerrogativas.
El CEN del PAN le habrá negado así a sus militantes el derecho de ir a las urnas para votar libre y directamente por el candidato de su preferencia.
“Me parece un error simular la democracia en Puebla, que no se le permita a la militancia participar en la renovación, no entiendo por qué si se abrió a nivel nacional no se haga a nivel local“, expresó Adriana Dávila, candidata a suceder a Marko Cortés, en declaraciones a medios de comunicación.
Pero tal contrasentido parece no importar a nadie.
O a muy pocos.
El cinismo ha cobrado carta de naturalización en Acción Nacional.
En el PAN Puebla manda un cacique, Eduardo Rivera, sin importar el tamaño de su desprestigio.
Y los demás tienen dos opciones:
La primera: patalear.
La segunda: volver a patalear.
Y sanseacabó…
Se prevé que el 15 de noviembre se publique la correspondiente convocatoria.
Y que un mes después, a mitad de diciembre, se desarrolle la sesión de Consejo Estatal de la cual surgirá el nuevo dirigente en Puebla.
Así, unos 100 consejeros sustituirán la voluntad de los 21 mil 578 militantes que conforman el padrón y que podrían estar en facultades de sufragar.
Se espera que a dicha sesión de Consejo Estatal se presenten por lo menos dos candidatos:
El de Eduardo Rivera: Felipe Velázquez.
Y Mario Riestra Piña.
Riestra sigue firme.
A sus allegados ha negado cualquier tipo de arreglo o pacto en lo oscurito con Eduardo Rivera.
Les ha dicho que sí le alcanzan los números para ganar a la nomenklatura.
Que sus pactos son sólidos y que su enfrentamiento con el ex alcalde, es de a deveras.
Pocos le creen: otras veces ha afirmado lo mismo y, de último momento, ha acabado en tórrido romance con Eduardo Rivera.
En el caso de Edmundo Tlatlehui, se desconoce si llegará hasta el final.
Se sabe, eso sí, que esperará a la publicación de la convocatoria para tomar la decisión de bajarse o seguir en la competencia.
Seguramente pondrá su capital político y económico a disposición de Riestra.
Nunca al servicio de Eduardo Rivera.
En cuanto a la ex diputada Mónica Rodríguez Della Veccchia, quien había expresado su interés en dirigir al PAN, muy probablemente pronto anunciará que ya no va.
Por muchas razones, su única opción pasaba por una elección abierta a la militancia.
El método de Consejo Estatal de ninguna manera le favorece.
Al menos no se irá en silencio: denunciará todas las anomalías y corruptelas que Eduardo Rivera y su grupo han realizado para seguir al mando del PAN.
Por ejemplo, el chantaje, la extorsión y las presiones de todo tipo a dirigentes de Comités Municipales para que avalen el método de Consejo Estatal.
Eduardo Rivera se juega todo.
Lo suyo es de “vida o muerte”.
Como ya he dicho varias veces, tras perder la gubernatura, le es absolutamente indispensable seguir controlando la franquicia azul en el estado.
Es su única forma de poder negociar impunidad con el próximo gobernador, Alejandro Armenta Mier.
Él garantiza que el PAN sea una oposición sorda, ciega y muda -véase el patético caso de sus diputados en el Congreso del estado, en especial el “diputado del amor”, Marcos Castro-.
Y a cambio le perdonan el hoyo financiero que por casi 600 millones de pesos le heredaron al alcalde José Chedraui Budib.
Sin el partido, no le queda nada qué ofrecer.
Y aumenta la posibilidad de que sea inhabilitado o acabe en la cárcel.
¿Se saldrá con la suya?
¿Cuál será el desenlace en el PAN poblano?
¿Qué factores externos van a influir?
¿Qué poderosos personajes están observando con paciencia, jugando sus fichas y moviendo voluntades para intentar dar la estocada final al grupo hegemónico en el PAN poblano?
Eso, todo eso, es motivo de otra columna.