CASO EUKID: EL TAMAÑO DEL MIEDO Y EL ESCÁNDALO POLÍTICO COMO ARMA ELECTORAL
Arturo Luna Silva
¿Qué tanto impactó realmente el supuesto audio de Eukid Castañón Herrera en el que al temido operador político-electoral presuntamente se escucha asumirse como parte de los equipos de campaña de Alejandro Armenta y Pepe Chedraui?
Auténtico, manipulado o producto de la Inteligencia Artificial -ya lo dirán los expertos-, es evidente que la grabación la tenía desde hace varios días o semanas el equipo de Mario Riestra -no el de Eduardo Rivera Pérez– y que fue una sobre reacción, motivada por la ira -esa mala consejera-, a las publicaciones sobre la supuesta adquisición de terrenos en el Caribe mexicano por parte de integrantes de la familia del candidato del PAN-PRI-PRD-PSI a la presidencia municipal de Puebla.
Una vez instalada la cólera en el cuarto de guerra de Riestra -moneda común y corriente en ese cuarto de guerra-, se decidió filtrar el sin duda explosivo audio a Latinus y ya difundido, construir el escenario de la victimización y la inmolación, puesta en escena a la que Riestra sí convidó a Eduardo Rivera y lo colocó y utilizó como actor principalísimo -aunque al menos en esta historia no lo sea, más bien es beneficiario colateral-.
El audio iba a ser filtrado días antes del debate entre los candidatos a la gubernatura o la víspera de la jornada electoral del 2 de junio, pero las informaciones sobre el patrimonio del clan Riestra, motivaron un cambio de plan que, según las métricas disponibles, no funcionó… o no funcionó como se imaginaban.
Fue, como se dice coloquialmente, una “llamarada de petate”.
No estoy diciendo que el audio y su contenido no hayan tenido impacto negativo en el entorno de Morena y sus principales candidatos; por supuesto que sí lo tuvo, pero no como el tsunami o el nocaut que calcularon.
El golpe -más para la lectura del “círculo rojo”, no de la masa acrítica que no sabe ni le interesa saber quién es Eukid Castañón ni qué hace o qué hizo o que hará- no movió ni moverá las intenciones de voto, tanto en Puebla capital como en el interior del estado.
No escaló y en comparación, fue peor -y ese sí más eficaz- el escándalo del R8, relacionado con uno de los más cercanos operadores y colaboradores de Alejandro Armenta.
Como se puede observar con claridad en esta imagen, el eje central del asunto fue el sujeto, es decir, Eukid Castañón y sus referencias, no los candidatos Armenta y Pepe Chedraui.
Así lo indica la nube de palabras.
En realidad, no hubo eco en la conversación, que básicamente se presentó (96.5% del total de las menciones) en la red social X; como se sabe, la más politizada.
No jaló en Facebook, tampoco en TikTok y YouTube.
El tema no fue retomado por otros medios nacionales, o por muy pocos y no por los de más alcance, credibilidad e influencia.
En contraste, algunos medios locales sí publicaron sobre el asunto y por eso aumentó ligeramente.
Los influenciadores que se subieron al tren de Riestra y Eduardo Rivera, son personajes relacionados directa o indirectamente con el PAN.
Todas las menciones, referencias o comentarios negativos -que sin duda hubo, dado el tamaño del personaje: Eukid Castañón-, se encapsularon precisamente en esa burbuja.
En otra gráfica de menciones sobre el audio, como se puede observar, el tema todavía tuvo un ligero repunte entre las 7 y las 8 de la mañana del pasado viernes.
Sin embargo, conforme el paso de las horas, fue perdiendo gas y la tendencia de plano se volvió descendente.
La comentada carta de la viuda del ex gobernador Miguel Barbosa, la señora Rosario Orozco, legitimando -quizá sin advertirlo, o advirtiéndolo- el golpe del PAN a Morena -más que a Eukid Castañón-, ayudó a socializar el tema; también las declaraciones y los post que al respecto hicieron tanto Alejandro Armenta y Pepe Chedraui, deslindándose del temido operador político-electoral.
Sin embargo, tras algunas horas, el interés decayó, sobre todo en el “círculo verde”, esa masa desinformada que, si se enteró, no acabó de entender con claridad por qué los candidatos del PAN atacan a un actor político identificado más con el propio PAN que con Morena, una situación propia más bien de la esquizofrenia política que caracteriza a muchos personajes públicos en Puebla.
En conclusión: ¿funcionó la respuesta abrupta de los Riestra?
No, o al menos no como esperaban.
En estos tiempos donde la atención del gran público no va más allá de los 24 segundos, y un escándalo sustituye a otro de inmediato y luego otro y así sucesivamente, el escándalo político como arma electoral, y motivado más por la ira que por la reflexión o la estrategia, no es tan eficaz como muchos imaginan.
Las coyunturas políticas se modifican, literalmente, minuto a minuto. El escándalo político, para ser altamente funcional y rentable y reflejarse en las preferencias electorales, necesita cumplir con una serie de situaciones, de manual; de lo contrario, deviene en bomba de… humo.
Ahora bien:
Desconozco si Eukid Castañón está realmente en las campañas de Armenta y Chedraui, pero si efectivamente está, el PRIANPRD y sus candidatos sí deberían preocuparse.
Y mucho.
Tan saben de la eficacia del temido operador electoral, que buscan desactivarlo.
Eukid Castañón no es popular ni reina de la primavera, pero tampoco un extranjero en su tierra.
Es el mismo Eukid que a muchos de ellos y ellas hizo ganar en no pocas elecciones.
El mismo que obró auténticos milagros cuando ya habían mordido el polvo -sobran los ejemplos-.
El mismo que resucitó auténticos cadáveres y les hizo el favor de hacerlos alcaldes, diputados o senadores.
El mismo que fue su jefe -y como tal los coscorroneaba- y les conoce virtudes y debilidades.
El mismo que se vuelve más peligroso cuando se le minimiza o ataca.
El mismo cuya voz aterrorizaba a más de uno de quienes hoy buscan quemarlo en leña verde.
El mismo que ya estuvo en el infierno y salió ileso.
El mismo al que todos esos, y todas esas, cobardemente le dieron la espalda cuando cayó en desgracia.
(Son los mismos, por cierto, que recuperaron el habla y el valor y las agallas solo cuando Miguel Barbosa murió, otro al que le temían tanto, que corrían a esconderse debajo de sus camas cada vez que él los mencionaba, incluso por equivocación, en sus conferencias matutinas de prensa).
Y tan lo saben, tan saben todo lo anterior, tan saben de lo que es capaz el temido operador electoral, que buscan neutralizarlo -si es que está activo-.
Dicen, especialmente a sus seguidores y porristas:
“No le tenemos miedo, no tenemos miedo”.
Pero sus caras, sus gestos, su lenguaje corporal, refieren absolutamente todo lo contrario.
Sí, sí le tienen miedo, mucho miedo; sí saben de lo que es capaz, sí conocen de sus alcances…
El caso Eukid -mito o realidad- tiene más bien que ver con el miedo, esa rara sensación de angustia por un daño o riesgo real o imaginario.
Ese extraño hormigueo en la boca del estómago, tan humano, que nos paraliza, nos bloquea, nos enferma, nos espanta el sueño.
El caso Eukid -¿un fantasma?, ¿una leyenda?, ¿un eco?- va más bien en la lógica y la estrategia aquí señalada hace varios días: construir desde ahora la narrativa de un fraude, promover violencia el 2 de junio y judicializar el proceso, a fin de ganar en la mesa lo que no pueden en las urnas.
Y eso, eso sí es de escándalo.
¿Y EL GOBERNADOR? ¡QUE NO LE CUELGUEN “MILAGROS”!
Sergio Salomón Céspedes Peregrina ya habló abiertamente sobre el tema, y lo hizo en una muy buena entrevista con El Sol de Puebla, en el marco del 80 aniversario del periódico (¡muchas felicidades!) y realizada por los periodistas Mayra Flores y Jorge Rodríguez, a quienes dijo:
“Yo no tengo dato alguno al respecto, conozco a los coordinadores de campaña de Alejandro (Armenta) y de ‘Pepe’ (Chedraui) en este caso y en ninguno de los dos casos es Eukid (Castañón). Eukid es un personaje muy llevado, muy traído y muy sonado en diferentes momentos y tiempos, desde que ha hecho política siempre ha sido para algunos alabado y para otros señalado, pero así es esto, es tiempo de campaña, suenan mucho las cosas”.
“-¿Son o fueron amigos?
“-Lo conocí en el 2014, fue conmigo diputado dos años y medio porque se fue a buscar la diputación federal, lo conocí en un debate acalorado, precisamente, cuando subí a tribuna a pedir que tuvieran mucho cuidado con los jóvenes que habían levantado de la BUAP (…) Entablamos una relación de amistad, de respeto, conmigo siempre fue un tipo de respeto, cuando él me habló firme yo también le hablé firme y así fue, yo no sabía quién era Eukid y así fue como se ha dado una relación de respeto y de amistad y bueno, ahí están Eukid y sus leyendas.
“-¿Su gobierno tuvo algo que ver para que saliera de prisión en octubre del año pasado?
“-No, lo he platicado y te lo vuelvo a platicar nuevamente: Eukid gana un amparo federal y es por lo que él sale, la otra para que no saliera es que yo pusiera, señalara o inventara algo y yo no invento delitos, los que han salido es porque han vencido sus temas de forma legal y mucho tiene que ver con amparos federales. Yo sé que me cargan muchos milagritos, pero no soy milagroso”.
SOBRE EL “ATENTADO” A EDUARDO RIVERA PÉREZ
En noviembre de 2019, Eduardo Rivera Pérez subió a sus redes sociales un post en el que informó que su esposa, la hoy candidata a diputada por la vía plurinominal Liliana Ortiz, había sido víctima de la delincuencia, tras ser despojada de su camioneta por delincuentes armados cuando conducía en los límites de Puebla y San Andrés Cholula.
El vehículo -de color blanco- fue hallado nueve horas después del ilícito, abandonado en calles de la colonia Reforma Sur.
No habló, entonces, de un “atentado” o de un “móvil político” contra su persona.
Reportó el hecho delictivo, como cualquiera lo haría y como es el deber de cualquiera, y eso sí, expresó: “La inseguridad imparable en #Puebla”.
Es decir, en una ciudad de Puebla gobernada, en ese entonces, por Morena.
Por esas fechas, Eduardo Rivera era ex presidente municipal de Puebla, no candidato a la gubernatura, como ahora.
Este fin de semana, lamentablemente, el panista volvió a ser víctima de la delincuencia luego de que, en su ausencia -andaba de gira por el interior del estado-, un par de maleantes ingresó a una vivienda del fraccionamiento donde vive -no a su vivienda- y agredió a sus habitantes, tres mujeres.
Esta vez, a diferencia de lo sucedido en 2019, sí se dijo objeto de un “ataque directo” con “fines políticos”, habló de “una escalada de violencia criminal y política en la entidad”, responsabilizó a todos los niveles de gobierno –menos al municipio que gobernó hasta hace unos meses-y concluyó que “no puede haber, ni admito otra interpretación” (sic).
Por desgracia, como miles de poblanas y poblanos de la ciudad de Puebla, Eduardo Rivera ha sufrido en carne propia los embates de la delincuencia, en 2019 y el pasado sábado por la noche.
Por supuesto que es indignante desde donde se le quiera ver, no puede suceder, y a nadie se le desean experiencias como esas, tan frustrantes y desagradables.
Pero la gran diferencia entre hablar de un “atentado” de orden político y un hecho de inseguridad, es que hoy sí está en campaña y en 2019 no lo estaba.
Él dice que los rateros preguntaron directamente por él y que le querían dar un “plomazo”.
La versión -vendida como verdad única y absoluta por él y sus voceros- tiene muchos huecos.
Pero, en todo caso, ya será tarea del fiscal general Gilberto Higuera Bernal investigar, recabar elementos de prueba y determinar qué sucedió exactamente en el fraccionamiento donde vive el aspirante a la gubernatura, ubicado dentro del municipio de Puebla y donde, como todo parece indicar, hubo un robo a casa habitación o un intento de robo a casa habitación, con saldo de dos detenidos, ambos según sabe de origen colombiano.
Son muchos los poblanos y muchas las poblanas que padecen, todos los días, a los delincuentes, y no salen a decirse víctimas de un “atentado político” o un “ataque directo”.
De los robos, los atracos, las extorsiones, etcétera, nadie nos salvamos.
Ya quedó claro, lamentablemente.