El triunfo de Marilyn y nuestra vida imaginaria
LeslyMellado
Han corrido ríos de tinta (¿ahora se dirá ríos de bits?) respecto a cómo tanta gente se dejó engañar por Marilyn Cote.
Se esgrimen teorías sociológicas, económicas, filosóficas y, seguro, no tardan en llegar las espiritistas.
La pseudo neuropsiquiatra que atendía en un exclusivo edificio de médicos en Puebla, nació en 1975, al menos eso han rastreado periodistas serios sobre el origen de la mujer tlaxcalteca.
Mientras las redes sociales me tunden con la trama tipo Netflix de la abogada, leo un artículo sobre la llegada de la generación X al medio siglo de edad.
La autora llora y ríe porque somos “demasiado jóvenes para ser viejas y muy viejas para ser jóvenes”, y se me desliza la figura de Cote, pero también de mis contemporáneas que llenan sus perfiles de Facebook con imágenes e ideas muy lejanas a su realidad.
Mi generación sucumbió a la dictadura de la falsedad y eligió gozar de una vida imaginaria.
Resulta que en Facebook, todas tenemos de 5 a 10 y hasta 15 años y kilos menos, una piel digna de un comercial, cuerpos esculturales, maridos envidiables, hijos prodigio, carreras profesionales exitosas, una posición económica más que desahogada, una vida de cuento. Sí ese cuento que nos vendieron de niñas: un día tu vida será perfecta.
Nuestra pasión por la falsedad no termina con la publicación de fotos embellecidas, sabemos que la imagen de nuestra entrañable amiga está fuera de toda realidad y sin pudor la felicitamos, le damos “me gusta”, le apapachamos la mentira. Somos cómplices, su respuesta será el mismo apapacho a la nuestra.
Y sucede que nos preguntamos con indignación cómo se dejaron engañar por Cote.
Marilyn Cote es una expresión de nuestra generación, esa que llega a los cincuenta en un mundo que evolucionó más rápido que nosotros. La generación que nos educó no tuvo más que conformarse con su vida real, nosotras envejecemos con celular en mano creando nuestra propia telenovela minuto a minuto a través de las redes sociales y nos aplauden.
Cote nos engañó porque nos gusta acariciar a la mentira, porque ya es “normal” que tu vida real no corresponda a la que llevas en el mundo digital.
Mientras la vida real nos agobia, la imaginaria nos reconforta, ¡cómo no la vamos a adorar!
Ya nadie se asusta si no te reconocen en la calle porque tu cuerpo es distinto al que presumes en redes sociales, tampoco si tuviste un desempeño escolar mediocre y ahora publicas discurrimientos filosóficos, nadie se sorprende que seas feminista digital cuando en privado gozas el sistema patriarcal, menos, que seas hija de un señor llamado photoshop.
Tal vez lo que más nos indigna de Marilyn es que nos ganó en la sofisticación.
Llegamos a los 50 embriagadas con la mentira, si la realidad no es como queremos, peor para la realidad, nosotras ¡somos felices!