Según la Real Academia Española la palabra curar proviene del latín curāre, al que se le atribuyen los conceptos: ‘cuidar’, ‘ocuparse de’, ‘vigilar’, ‘sanar’, ‘administrar’. Y es que al diván llegan pacientes que demandan las palabras mágicas que les resuelva el nudo en el estómago que no los deja trabajar, la angustia en el pecho que los tiene sin palabras o el pensamiento obsesivo que les dificulta conciliar el sueño.
Para cualquier médico de la salud, la cura tiene que ver con aliviar los síntomas hasta que la enfermedad contraída por un virus, una bacteria o algún tropezón por dar un mal paso, desaparezca por completo.
¿Pero qué ocurre con los síntomas en un análisis? Los síntomas para el psicoanálisis son entendidos como la manera que el cuerpo resuelve el conflicto entre los impulsos inconscientes y las exigencias sociales; entre lo que verdaderamente deseo y lo que debo. Lo que deseo está prohibido o mal visto, así que lo tengo que reprimir. Ahí es cuando aparece el síntoma.
Entonces el analista escucha y hace intervenciones para “curar” al paciente, no es que se tenga que eliminar al síntoma que bien puede ser una relación de esas hoy llamadas tóxicas, un embarazo imprevisto, la celotipia o una adiccion. En análisis se trata más bien de tomar esa parte que constituye al sujeto para que asuma su posición con respecto a ese lazo y se haga cargo de su significado.