Ana (Antonia Zegers) y Mateo (Néstor Cantillana) buscan desesperadamente a su hijo perdido en el bosque, después de haberlo dejado unos minutos como castigo por portarse mal. Comienza a anochecer y aun con ayuda de la policía siguen sin poder encontrar al pequeño Lucas.
En tanto, surjen los problemas y malentendidos entre la pareja. El padre es protector e intenta que la educación del niño esté llena de entendimiento, escucha y paciencia; sin embargo, es evidente que él no está del todo involucrado en la crianza, no pasa la mayor parte del tiempo con él, pero enjuicia los métodos de su esposa.
Por su parte, Ana parece desempeñar una figura autoritaria, rígida y disciplinaria, ya que el comportamiento de Lucas resulta inquietante: a menudo ataca de diversas formas a su madre, quien intenta manejarlo de la mejor manera, no obstante el miedo, la incertidumbre y la conciencia de que las conductas de su hijo recaerán en ella y en su desempeño como mamá.
El largometraje, de 86 minutos, se titula “El castigo” (Chile, 2022). Es el octavo filme de Matías Bize (Santiago, Chile, 1979), con guion de Coral Cruz. El cineasta rodó en un solo plano secuencias, el filme se estrena en gran parte del mundo, y en México es parte de la cartelera desde este 4 de abril. Aquí la distribuye Alfhaville Cinema. Bize expresa:
“Es el tópico de la maternidad no deseada, el cual muchas veces es un tabú, y nosotros deseamos que la película invite a la reflexión. Hay en Latinoamérica, en el mundo en general, una presión hacia la mujer por ser buenas madres, felices y plenas, y porque no se note en el trabajo por ser madres. La cinta aborda el tema de manera profunda y honesta. Existe un desbalance entre el hombre y la mujer: cuando un hijo se enferma, a la que llaman al trabajo es a la mamá. La trama no proporciona respuestas, más bien plantea preguntas e invita al diálogo”.
Por lo cual destaca:
“Iniciamos ‘El castigo’ hace más de cinco años y nos parece que toda la equidad y el feminismo que ha aparecido no podía faltar aquí. Se ponen sobre la mesa, sin ninguna solución, simplemente se abren los temas para que los pensemos”.
“El castigo” ha obtenido premios como Mejor Película Internacional en el New York Latino Film Festival (Estados Unidos, 2023), Premio del Público, el Coup de Coeur del Jurado en el Festival de Cine de Biarritz (Francia, 2023) y ahí mismo el galardón de Jurado de los Habitantes; Mejor Actriz y Mejor Guion en Festival Internacional de Cine de la Provincia de Buenos Aires (Argentina, 2023), Mejor Atriz y Mención Honorifica a la Dirección en Seattle Latino Film Festival (Estados Unidos, 2023), Mejor Actriz en el Festival de Cine de Trieste (Italia, 2023), Mejor Película y Mejor Actriz en el Beijing International Film Festival (China, 2023) y Mejor Dirección y Premio SIGNIS del Festival de Cine de Málaga (España, 2023), entre otros.
Bize, quien estudió en la Escuela de Cine de Chile, realizó “Sábado” (2023), “En la cama” (2005), “Lo bueno de llorar” (2007), “La vida de los peces” (2010), “La memoria del agua” (2015), “En tu piel” (2019) y “Mensajes privados” (2022).
El crítico colombiano Sebastian Sotomayor escribe:
“Pocas veces en una película se habían atendido todas las aristas de la palabra castigo. Bize lo logra desde una realidad tan silenciada pero común, la maternidad en las mujeres. Con una naturalidad casi de obra teatral, la historia se tensa a medida que los padres develan los grandes problemas que existen en la crianza de un hijo, la desigualdad de deberes y responsabilidades entre el padre y la madre, y por sobre todo, una maternidad no deseada, un castigo que trasciende en la historia y que las mujeres se silenciaron durante siglos por el temor de ser consideradas malas madres”.
Guion de Coral Cruz
La española Coral Cruz, periodista y graduada por la Escuela de Cine y del Audiovisual de Madrid (ECAM) en la especialidad de guion, tiene 20 años dedicada al desarrollo de proyectos audiovisuales como guionista y script editor. Bize expresa en entrevista por Zoom que Cruz es su consultora de guion desde “La vida de los peces”:
“Teníamos muchas ganas de trabajar juntos. Coral me propuso esta historia. Es un eje muy profundo, enmascarado en este relato de suspenso, pero finalmente termina siendo un drama, y ahí se hermana con mi filmografía: como un relato de relaciones de pareja, de relaciones humanas. Leímos el libro ‘Madres arrepentidas’, de Orna Donatha.
“Y nos parecía que más allá de tener la verdad o de saber la solución, queríamos reflexionar y preguntarnos sobre ello, e involucré mucho a Zegers y Cantillana en el proceso del guion para hacerlo emocionante, íntimo, pero sobre todo verdadero”.
–Las madres arrepentidas, en efecto, es un tabú. ¿Cómo fue que se arriesgó a abordar el tópico?
–Yo arranqué la película no siendo padre y la terminé siendo padre, entonces fue muy bonito. Fue enterder primero el tema, reflexionarlo y jugarlo. La película ha dado la vuelta al mundo afortunadamente. Lleva más de veinte premios internacionales. Muchísimas críticas interesantes e increíbles. Estuvo en salas de cine en Chile, en España, en varias partes de Europa, y muy pronto se estrenará en Estados Unidos, y me ha tocado estar presente en conversatorios en torno a la película y genera una catarsis, genera conversación. La gente que ve la película desea hablar, y eso ha sido emocionante, de que alguien te diga: ‘Ésa es mi historia’ o ‘Eso nunca me atreví a decirlo’. El asunto de la crianza son acuerdos no sólo de parejas, sino de reflexionar esto como sociedad: el Estado, los colegios, en fin, es todo un esquema que hay que pensarlo, no únicamente al interior de la pareja, hay que abrirlo también”.
El bosque es el lugar donde se desarrolla toda la trama. El director platica:
“Es muy importante. Sentíamos que era un tercer personaje. En la historia debía ser potente. Ya veníamos con un trabajo de guion muy largo, con una gran labor de ensayo con los actores, y empecé a buscar el bosque. Nos encontrábamos en Santiago de Chile, y obviamente uno empieza a buscar lo más cerca por el asunto de producción, y encontré a mil kilómetros el bosque perfecto, se llama Killing. Es hermoso, pero al mismo tiempo es amenazante, da miedo, hace frío y crujen los árboles. El lugar posee una carga dramática y pensamos que sumaba a la historia e iba a permitir que se desarrollara de una manera más amenazante, más de suspenso, pero al mismo tiempo más profunda. Efectivamente hacía frío y se estaba haciendo de noche y el hijo no aparece y todas esas cosas empezaban a complementar en la acción”.
–¿Cómo fue filmar ahí con toda esa complejidad del bosque e incluso tener a cuadro a los actores?
–Fue muy bonito el rodaje. ‘El castigo’ es un plano secuencia. Esto quiere decir que la cámara empieza a grabar y no corta hasta el final. Es un plano continuo de una hora veintiséis minutos, y eso implica mucho ensayo, mucha preparación, no puede haber errores; pero al mismo tiempo esto beneficia a la actuación porque los actores viven el proceso completo de sus personajes, se van cargando dramáticamente, es algo similar a una obra de teatro, donde se ven a los actores en un continuo, y eso implica que se puedan obtener actuaciones profundas, potentes y emocionantes, porque los actores van viviendo el proceso completo.
“Creamos siete tomas, es decir, siete versiones de la película diferentes, en días distintos, que era lo que habíamos planeado, porque el largometraje arranca en la tardecer y sólo podíamos realizar una toma por día. La película termina en el fondo con la penumbra o el principio de la noche, y cada día veía el material, lo descargábamos muy rápido, y llegaba con correcciones a la toma siguiente”.
Se le comenta que los diálogos de los personajes son muy concretos y directos, y relata:
“Son conversaciones muy fuertes. En la cinta, la madre dice que hay una parte de ella que quiere que nunca aparezca su hijo; es muy, muy potente. Se perdió un hijo en el bosque, pero ella está descubriendo lo que significa su maternidad. ‘He dejado de desear y dejar de desear es como dejar de existir”, dice en un momento también. Son diálogos con un nivel de potencia”.
–“El castigo” ha recorrido muchos lugares, incluso representó a Chile para las nominaciones al Oscar, ¿ha incomodado el tema?
–No ha incomodado. Hemos recibido sólo agradecimiento por el respeto y profunfidad con el que se retrata al tópico, por evitar los clichés. De hecho en un momento el personaje lo dice: ‘Yo soy una buena madre, amo a mi hijo, lo que odio es ser su mamá’. Es una contradicción, lo ama y es lo que más ama en su vida, pero al mismo tiempo va a tener esa responsabilidad veinticuatro horas por ocho días. En España fue increíble lo que pasó. Asociaciones de mujeres nos dieron las gracias por poner el asunto, por abrir, por reflexionar, y sentimos que ahí la película cumple una misión superbonita”.
Y cierra:
“Mi primera misión como director es atrapar al espectador, que se entretenga, disfrute y emocione, pero sobre todo que le deje algo la trama, que deje conversación. Sólo hay musica al final de la película, porque queríamos que estuviera muy desnudo el relato, como no tiene cortes, y en el proyecto todo toma mucho valor. No quería que hubiera elementos como de accesorios en la historia, suena el bosque, crujen los árboles, sentimos los pasos de los personajes. Y no quería lucirme con una toma, un plano difícil de ‘miren dónde pongo la cámara’, simplemente queríamos contar esta historia de la manera más honesta, más verdadera posible”.
Con información de Proceso