A finales de 2013, el Museo Amparo presentó la exposición Ecos. Testigos y testimonios de la Catedral de Puebla, en la que se mostraba la riqueza artística del principal templo de la diócesis. Entre el centenar de obras que se exhibieron, muchas de ellas desconocidas para el público general, pero también para la historia del arte, una de las que más llamó la atención fue la capa pluvial del obispo angelopolitano de origen canario Domingo Pantaleón Álvarez de Abreu, quien ocupó el cargo entre 1743 y 1763.

Se trata de una prenda realizada en 1751 como parte de un conjunto (denominado terno) destinado a las principales celebraciones de la Catedral, y en el que confluyen múltiples agentes y elementos. Fue ejecutada por el más destacado bordador del momento, Manuel de Mena, al que se sumaron diversas mujeres locales de origen indígena que trabajaron en su obrador y entre las que sobresalió Bárbara Quijano. La riqueza de la propia prenda la hacen una referencia, tanto por la infinidad de técnicas y materiales que se usaron, como por los referentes que ahora se establecen para su ejecución y los ecos que conllevó en el arte local de su momento.

Tras varios años de trabajo de un equipo interdisciplinario financiado por el Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación Tecnológica (PAPIIT) de la Dirección General de Asuntos del Personal Académico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), se realizó la restauración de la pieza en la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía “Manuel del Castillo Negrete” del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), lugar desde donde la capa pluvial regresa a Puebla. Esta obra maestra del México virreinal se exhibe temporalmente para mostrar lo investigado, gracias a la sensibilidad de los responsables catedralicios.

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Fuente: Museo Amparo