En el aniversario 117 del natalicio de Frida Kahlo, que se cumplió este 6 de julio, se inauguró una exposición que revela pistas para reconstruir una faceta inédita sobre sus estancias en el hospital durante el último periodo de su vida.
Fotografías tomadas en la cama durante los largos periodos de convalecencia entre médicos y enfermeras, documentos del expediente clínico y cartas personales se muestran en Kahlo sin fronteras, con el propósito de ofrecer al público un episodio hasta ahora reservado.
El proyecto surgió de la oportunidad de recuperar los archivos médicos que se conservan en el ahora Centro Médico ABC, donde la pintora fue sometida a varias operaciones, explicó la curadora y fotógrafa Cristina Kahlo, sobrina bisnieta de la artista.
La muestra se presenta en el Museo Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo, en San Ángel Inn.
“Durante sus convalecencias, Frida siguió creativa. En la exposición, verán fotografías de ella en el hospital, donde está trabajando, en cama, pero pintando”, describió Cristina Kahlo.
Al leer fragmentos del diario de la pintora, la curadora citó: “Gracias a mi fuerza de voluntad espero alegre la salida y no volver jamás”, palabras en las que plasmó sus pensamientos entre manchas de color e ideas sueltas.
“Frida Kahlo se ha convertido en una figura muy conocida. Pero a veces perdemos de vista que no es un personaje de novela, no es ficticia. Aquí vemos a la Frida de carne y hueso, con las partes difíciles, dolorosas”, añadió.
Por su parte, Javier Roque Vázquez, también curador, señaló: “en esta exposición, proponemos un recorrido a través de la vida de Kahlo y hacemos una pausa en sus últimos años, para hacer un recuento”.
Subrayó que en la escritura de la historia del arte es importante, además de hacer referencia a la biografía de los artistas, dar cuenta de cómo influyen en lo que realizan y piensan los elementos a su alrededor. De igual manera, entender qué hay detrás de los lienzos que pintó al final.
“Procuramos que el público que nos visita haga estas conexiones entre lo que presentamos, el diario, las fotografías, los documentos y, por su puesto, la obra”.
En el caso de la pintora mexicana, en sus lienzos destaca la representación de su identidad, el dolor, los deseos, miedos, angustias y anhelos.
Cuando era muy joven, un accidente automovilístico afectó su cuerpo y la manera de desenvolverse; el restó de los años lidió con las secuelas de aquel momento en que se partieron su espina dorsal y pierna derecha.
“No pinté mis sueños, pinté la realidad”, respondía ella a quienes la etiquetaban como surrealista.
En 1950, con la salud muy deteriorada, Frida Kahlo permaneció internada varios meses en el hospital American British Cowdray (hoy ABC), en la Ciudad de México, donde fue intervenida en siete ocasiones. Cristina Kahlo logró tener acceso a parte de este archivo para investigar y documentar, proyecto que empezó hace nueve años.
La inauguración de Kahlo sin fronteras se pospuso por varias razones, entre ellas la pandemia. Se exhibió primero en el Museo de las Artes de la Universidad de Guadalajara (MUSA); finalmente, esta investigación documental llega a uno de los lugares que habitaron la pintora y su esposo, Diego Rivera, donde estará abierta hasta noviembre.
Destacan dos series de imágenes, la primera, la hizo Juan Guzmán en 1950, y la otra fue realizada por Raúl Anaya entre el otoño de 1953 y el verano de 1954.
En una de las impresiones en blanco y negro se puede observar a Frida sobre la cama, “deteriorada, demacrada, sin moños en la cabeza, canosa”, y fumando dentro de la habitación, con la pierna derecha amputada debajo de la rodilla, procedimiento realizado en agosto de 1953. La pintora murió menos de un año después, el 13 de julio de 1954, a los 47 años.
La curadora se pregunta quién, en circunstancias semejantes, después de una operación, permitiría a un fotógrafo de prensa entrar al cuarto de hospital. “Mi respuesta es que Frida Kahlo sabía el valor documental de la fotografía; permitió ser retratada en los momentos más lúcidos y esplendorosos de su físico y su vida, así como en los más oscuros”.
La exposición abrió con un doble festejo de cumpleaños, pues el 6 de julio se cumplieron 117 años del nacimiento de Frida en Coyoacán, y los 119 del natalicio de Juan O’Gorman, pintor y arquitecto que diseñó las dos casas de estilo funcionalista para la pareja de pintores, además de un tercer inmueble en un terreno contiguo.
Kahlo sin fronteras es un proyecto multidisciplinario en el que inciden el aspecto médico y el campo artístico, en un acercamiento muy personal a la biografía de la reconocida artista mexicana. En la primera parte, el visitante conocerá la vida familiar de Frida, su relación con Diego Rivera y podrá admirar algunas cartas personales y retratos del fotógrafo Nickolas Murray, otro de sus grandes amores.
Al cambiar de edificio, escaleras arriba, se inicia la revelación médica, con aspectos sobre los médicos, enfermeras y estancias en el hospital; se conoce a una Frida en la última etapa de su vida, también muy simbólica como periodo creativo.
La curadora colocó en una pequeña habitación oscurecida varios de los documentos médicos con el sonido de un corazón batiente. Las letras blancas sobre el fondo negro recrean los microfilmes a los que tuvo acceso.
“Mi querido doctorcito“, escribió cariñosamente Frida en una de sus cartas dirigidas al médico Leo Eloesser, con quien entabló amistad desde 1931, cuando lo conoció en San Francisco. “Un punto fundamental es el agradecimiento hacia la comunidad médica que la atendió”, explicó Cristina Kahlo.
Una contraparte contemporánea que se incluye en la muestra ocurre en el tercer edificio, donde se pueden observar la mirada artística de la fotógrafa Graciela Iturbide y de la sobrina bisnieta de Kahlo. La familiar de la pintora fotografió las batas usadas en el hospital, con las manchas que dejaba al limpiar su pincel cuando trabajaba mientras se recuperaba, en una instalación que reinterpreta el famoso lienzo Las dos Fridas. El conjunto se integra con el corazón que resonó entre las placas históricas, impreso al frente del libro de artista Frida’s Blue Pulsus. La misma bata, más otros objetos, aparecen de manera contigua en las imágenes de Iturbide, que forman parte de la serie El baño de Frida.
La muestra también es una celebración ampliada por la culminación de los trabajos de rehabilitación de ese conjunto arquitectónico del sur de la Ciudad de México, que O’Gorman concluyó en 1932, en el que habitaron Rivera y Kahlo, declarado monumento artístico en 1998. Se trata de la primera exposición bajo la dirección del museo por Valentina García Burgos, quien asumió el cargo en mayo pasado.
Con información de La Jornada