Sin mayor explicación, en un comunicado de apenas un párrafo, la dirigencia nacional de Morena postergó hasta el 10 de noviembre la definición sobre las candidaturas a 8 gubernaturas y la jefatura del Gobierno de la Ciudad de México.
La decisión de alargar la tortura, en un clima lleno de incertidumbre, se da en el contexto de la tragedia que vive el estado de Guerrero y los jaloneos intensos de grupos y aspirantes en esas nueve entidades, incluido Puebla.
Hay un evidente e innegable descontrol, que ha cimbrado a Palacio Nacional y al partido entero, con repercusiones en las urnas en 2024.
Todo cambió en el país, en lo político, lo social, lo económico y respecto de la gobernabilidad, con el paso del huracán Otis y la gravedad de la emergencia, principalmente en Acapulco.
A la par, las disputas en el Movimiento Regeneración Nacional (Morena) han alcanzado también niveles imprevistos.
El viernes en la tarde, minutos antes del anuncio del retraso del anuncio que se iba a dar el lunes respecto de las 9 gubernaturas, el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) de Morena emitió las convocatorias legislativas.
Para las 300 elecciones de mayoría proporcional, para igual número de distritos, para la Cámara de Diputados.
Y para la elección de las senadurías, pero solamente en 23 entidades.
Las otras nueve, que también tienen elección de gubernaturas, no fueron emitidas.
Quedaron fuera de esas convocatorias Ciudad de México, Chiapas, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Tabasco, Veracruz, Yucatán y, por supuesto, Puebla.
Es muy previsible que las senadurías serán moneda de cambio, para intentar apaciguar los descontentos de aspirantes que, con buen posicionamiento y fuerza, queden fuera de las Coordinaciones Estatales de Defensa de la Transformación.
¿Alcanzará ese premio de consolación para planchar la unidad morenista en esas nueve plazas?
Parece que, al menos por el momento, son insuficientes para el consuelo y la conformidad.
A ello, hay que sumar el tema del género.
El tablero de ajedrez de Morena en esas nueve entidades se ha convertido en un verdadero campo minado.
En donde se supone que iba una mujer y que era aparentemente “inamovible”, las cifras no están cuadrando del todo bien.
Es el caso específico de Veracruz, con la ex titular de Energía del gobierno lopezobradorista, Rocío Nahle, quien nació en Zacatecas.
No es aceptada por un sector importante de los veracruzanos, a pesar de que cuenta con la bendición presidencial.
También, en la Ciudad de México, en donde el puntero natural es Omar García Harfuch, el ex secretario de Seguridad nomás no termina de ser aceptado por las bases morenistas, que prefieren, por mucho, a Clara Brugada, quien además es percibida como muy cercana al presidente de la República.
De esas dos entidades y de su género dependerá la circunstancia de Puebla.
El sábado, el gobernador Sergio Salomón Céspedes Peregrina encabezó un desayuno en el Centro Mexicano Libanés con los principales actores y varios aspirantes.
También acudieron integrantes de la sociedad civil, presidentes municipales, diputados y secretarios de gobierno.
El mensaje fue de unidad.
Hizo un llamado a mantener la mesura y esperar los tiempos políticos.
A evitar las confrontaciones.
Las ausencias notables fueron de Alejandro Armenta e Ignacio Mier.
Los tiempos se han alargado.
Con ello la incertidumbre.
La agonía.
La angustia.
Y los nervios.
¿Será que las circunstancias han cambiado, por la tragedia en Guerrero, por las cifras, y se han movido las piezas del tablero.
Imposible saberlo.
Ya nos enteraremos el viernes 10 de noviembre.
Mientras tanto… en Puebla alguien retrasó el festejo.
Y alguien el duelo.