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PUEBLA Y LA EPIDEMIA DE LA VIOLENCIA

PUEBLA Y LA EPIDEMIA DE LA VIOLENCIA

Una crisis social, largamente cultivada en la tierra podrida de la ausencia de valores, familias debilitadas y disfuncionales, así como adicciones, alcoholismo y excesos, es lo que se asoma en el caso de la brutal golpiza contra el joven Ernesto Calderón, ocurrida este fin de semana y que tiene a Puebla en la mira informativa nacional. No todo es responsabilidad de los gobiernos, aunque en lo que respecta a la zona de Angelópolis y sus antros, hay fallas reiteradas de las autoridades municipales que han tolerado un espacio que los fines de semana es tierra de nadie.

Lo ocurrido el sábado no es el único caso.

Hay muchos más.

De botepronto, hay que recordar otra brutal golpiza a principios de julio pasado, de elementos de seguridad del antro Pranna a un joven.

Hay más que no son documentados.

Prácticamente, cada fin de semana hay un incidente.

Dentro de lo lamentable del hecho en que resultó tan lastimado el joven Ernesto Calderón, la omnipresencia de los celulares pudo registrar la agresión, pero sobre todo a los agresores.

Habrá, sin duda, castigos ejemplares.

La gravedad de los hechos está perfectamente registrada en video.

Los principales golpeadores, desaforados, fuera de sí y cobardes, están identificados con nombres y apellidos.

La indignación por este caso está en todo el país.

El tema es nota de todos los medios de comunicación.

El gobernador de Puebla, Sergio Salomón, hizo una condena enérgica.

Sin dubitaciones ni eufemismos.

Pero también hizo un diagnóstico y un llamado.

Los alcaldes de la zona metropolitana deben actuar con mayor eficiencia.

Con contundencia.

Nuevamente recalcó: son los primeros respondientes, en este y otros tantos casos.

El tema tiene la atención nacional y la pronta actuación del Gobierno de Puebla ha sido aplaudida.

Desde la noche del domingo, la representación legal de la familia de Ernesto, conocido en redes como #NetoCalderón, agradeció el apoyo del gobernador Sergio Salomón, de la Fiscalía General del Estado y de la administración estatal.

Ha habido otras repercusiones.

La Universidad Anáhuac, campus Puebla, en donde estudian dos de los agresores, se pronunció al respecto.

Analiza las sanciones.

Por lo pronto han sido suspendidos.

Aunque los hechos ocurrieron fuera de sus instalaciones y responsabilidad, la casa de estudios privada condenó la agresión.

El rector, José Mata Temoltzin, en entrevista hizo una reflexión importante: “algo está pasando en la sociedad y en las familias”.

Tras conocerse que los principales agresores son oriundos de Hidalgo, el gobernador de aquella entidad, Julio Menchaca, condenó también los hechos.

Dijo que su administración colabora con la poblana.

Consideró que no debe haber impunidad, sin importar la posición económica y política -como ha trascendido- de los padres.

En medio de este mar de reacciones y hechos, la declaración del rector Mata tiene mucho valor:

Se trata de “una reflexión conjunta. Esto no es un tema de una universidad, de una escuela, no es un tema de la seguridad pública, aunque nos corresponde a todos… Es un tema de qué es lo que está pasando en nuestra comunidad, qué está pasando en la sociedad y qué está pasando en el seno de las familias…”

Efectivamente, al fin de cuentas en un tema de todos.

Y comienza en casa.

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