OREJAS Y RABO, CON DIPUTADOS AL FONDO
Arturo Luna Silva
Ovacionado, apapachado, reconocido, aplaudido…
Con gritos de “¡gobernador, gobernador!”…
Una fiesta.
Un verdadero día de campo tuvo Sergio Salomón Céspedes Peregrina a su regreso al Congreso del estado.
La fuente primaria de su legitimidad.
La casa, su casa, de la que fue diputado y líder y de la que en diciembre de 2022, hace un año, tras la muerte de Miguel Barbosa Huerta, salió ungido como gobernador sustituto de Puebla.
Sin oposición -verdadera oposición- al frente, el mandatario llegó y se fue ileso, sin raspaduras, sin recibir una sola crítica seria por parte de quienes fueron sus compañeras diputadas y sus compañeros diputados, a quienes les debe, por supuesto, el haber sido nombrado como titular del Poder Ejecutivo.
La de este jueves fue una jornada plácida, tranquila, sin olas y mucho menos mareas, para Sergio Salomón en el Palacio Legislativo.
(Seguramente este fue el último informe de la historia en esa sede y recinto, pues pronto, muy pronto el Congreso estrenará nuevo edificio, allá por la zona de Los Fuertes).
A diferencia de muchos de sus antecesores, y haciendo alusión a su slogan oficial, el gobernador decidió estar presente en la sesión y escuchar, uno a uno, los posicionamientos de los distintos grupos parlamentarios.
Y nada, nadie, se salió del guion.
No hubo exabruptos, tampoco estridencias, y la mañana transcurrió en paz, en calma, en un ambiente de camadería y cortesía republicana, tal como estaba previsto.
(La nota hubiese sido lo contrario).
De la oposición -o supuesta oposición- se esperaba más, mucho más, sobre todo en la antesala del proceso electoral 2024, cuando -se supone- la lucha por el poder se dará con intensidad.
Pero del PAN, PRI y MC solo salieron elogios, reconocimientos y agradecimientos.
La diputada Karla Rodríguez Palacios fue la encargada de fijar la postura de los panistas y las panistas, pero decepcionó a la galería.
Reconoció que el de Sergio Salomón ha sido un “gobierno cercano y presente, un gobierno sensible y conciliador, un gobierno con oficio político, un gobierno que ha evitado el uso político de la justicia para encarcelar a adversarios”.
Y apenas esbozó algún tímido señalamiento y versó sobre la impunidad que prevalece en el caso del daño patrimonial por la fallida y millonaria inversión en Accendo Banco y los adeudos con el SAT, herencia del gobierno barbosista.
“Hubo renuncias obligadas (de funcionarios), pero no castigo”, señaló.
Y ya, nada más.
Fue todo.
Norma Reyes Cabrera habló a nombre de su partido, el PRI.
Y además de la demagogia, los lugares comunes, las frases hechas, sólo tuvo cumplidos para el gobernador.
“Somos oposición responsable y revolucionaria”, aseguró.
“La polarización para usted no es una opción para gobernar”, mencionó.
Y punto.
El que se voló la barda fue Jaime Natale, del PVEM.
“Has demostrado un gran liderazgo”, dijo a Sergio Salomón.
Y añadió:
“Se dice que el tiempo y la historia pone a cada quien en su lugar. Y a ti amigo, el tiempo y la historia te pondrán como uno de los mejores gobernadores que ha tenido el estado de Puebla”.
El torneo de elogios legislativos continuó, por supuesto.
Fernando Morales Martínez, “El Parri”, habló a nombre de su partido, Movimiento Ciudadano.
Histriónico, protagonista hasta la náusea, pidió un aplauso para el extinto Miguel Barbosa Huerta y le mandó “un saludo hasta el cielo”.
Y al final prometió al gobernador Sergio Salomón:
“Desde MC cuentas con nuestro apoyo”.
“Tengo la certeza de no haberme equivocado ni en el voto ni en la decisión de haberlo nombrado, junto con mis compañeras y compañeros diputados, como gobernador sustituto; tengo la satisfacción de haber cumplido al ver que su gobierno se caracteriza por la inclusión, la tolerancia, el respeto y el diálogo”, dijo, por su parte, Carlos Navarro Corro, a nombre del Partido Social de Integración (PSI), otro del que se esperaba más dado que recién se estrenó como aliado electoral del PAN, PRI y PRD.
Del resto de los legisladores que fijaron a nombre de sus respectivos partidos políticos (Toño López, del PT, y Azucena Rosas Tapia, de Morena), poco, muy poco que destacar.
Salvo lo obvio, lo esperado:
“Gracias señor gobernador por llevar a Puebla a un futuro más brillante”, señaló él.
“Estamos hombro con hombro a su lado”, afirmó ella, su compañera y camarada de partido.
Y san se acabó.
Y entonces Sergio Salomón entregó su informe por escrito y al momento de hacer uso de la palabra, estallaron los gritos de:
“¡Gobernador, gobernador, gobernador…!”.
“No tenemos temor alguno de reconocer las áreas de oportunidad. Somos humanos y asumimos nuestros errores, pero pedimos objetividad”, apuntó el mandatario.
Y fue todo.
El Legislativo renunció a su función de contrapeso del Ejecutivo, la oposición -o supuesta oposición- no lo fue, y el Congreso del estado vivió una fiesta, un día de campo…
Sergio Salomón salió como llegó:
Ovacionado.
Apapachado.
Reconocido.
Con el grito de “¡gobernador, gobernador, gobernador!” retumbando en las paredes.
Con la tarea cumplida.
La faena hecha.
Partiendo plaza.
Con rabo y orejas.
Y vuelta al ruedo.
Como los buenos toreros.