MORENA Y LA ALCALDÍA DE PUEBLA: APUNTES SOBRE UN CAMPO MINADO
Arturo Luna Silva
La selección del candidato o la candidata de Morena a la alcaldía de la capital poblana es un terreno sinuoso y también un campo minado.
A diferencia del proceso a la gubernatura, en donde había -siempre hubo- dos claros aspirantes fuertes y el ganador fue el claro puntero, Alejandro Armenta, el tema de Puebla capital tiene una complejidad tan grande, que el riesgo de ruptura es latente.
Casi dos decenas de aspirantes, hombres y mujeres, se han inscrito.
Pero la competencia real se reduce a un puñado.
Posiblemente, no más de seis.
Sin embargo, la selección final entraña grandes dificultades.
Muchas dudas que siguen sin despejarse.
Eso sí, se ha puesto muy buena la contienda.
Es de suponerse que las encuestas, como en los procesos nacional y estatal, serán determinantes.
Pero, de manera especial, tendrá que llegarse a la ponderación política.
La mesa de negociación.
En este galimatías, ¿qué tanto va a pesar la opinión del virtual candidato a la gubernatura, Alejandro Armenta?
¿Tiene el gobernador Sergio Salomón derecho de veto -como en el proceso estatal que favoreció a Armenta- o de imposición?
¿El tema cae en la definición de Claudia Sheinbaum?
Los grupos nacionales jugarán un papel de muchísima presión.
Es previsible.
A simple vista, ya hay una radiografía clara.
El aspirante ciudadano José (Pepe) Chedraui tiene obviamente el apoyo del mandatario poblano, y de la nomenclatura empresarial y política, además de que ha sabido tejer con personajes de la cúpula del Movimiento Regeneración Nacional (Morena).
Es ingenuo pensar que su presencia en actos clave y su acercamiento con los dirigentes partidistas y parlamentarios del lopezobradorismo ha sido sólo para la foto de Facebook o Instagram.
Hay mucho detrás y ese mucho tiene matiz de aceptación a sus aspiraciones.
Una especie de luz verde o “guiño” al proyecto de Pepe.
Pero están también los “de casa”.
El diputado federal Alejandro Carvajal tiene números, aunque pudieran no ser suficientes.
Sin embargo, en respaldo de su aspiración está el fundador de El Barzón y ex presidente de Morena, Alfonso Ramírez Cuéllar, quien es también uno de los cercanos -e influyentes- a la presidenciable Claudia Sheinbaum.
Con un interés también en conseguir esa postulación está Rodrigo Abdala, quien da la impresión de que tiene todavía el respaldo de su tío político y ex gobernador, Manuel Bartlett.
El ex delegado de Bienestar fracasó en su intento de conseguir la coordinación estatal, pero ha dado sobradas muestras de disciplina.
Eso puede operar a su favor.
Sin embargo, no son pocos quienes señalan que si Abdala, con tooodo el aparato de Bienestar a su alcance, no pudo lo más, tampoco podrá lo menos.
El diputado local José Antonio (Toño) López es, en tanto, la carta del Partido del Trabajo (PT), quien sigue haciendo su trabajo y quien no ha dejado de exigir la candidatura de la capital como cuota de la alianza con Morena y PVEM.
Pero sí de complicaciones y de emoción se trata para el proceso, faltaba la aparición, casi una irrupción, de Claudia Rivera Vivanco.
Este martes la ex alcaldesa levantó la mano para regresar al Palacio del Ayuntamiento.
En rueda de prensa, dijo que esa es una de sus opciones y la otra es la competencia al Senado de la República, en la segunda fórmula que se supone que es para el PT -es decir, para Liz Sánchez, ex secretaria estatal de Bienestar-.
Guste o no su aspiración, es ella -la siempre polémica Claudia Rivera- la competidora a vencer.
La favorece sobre todo el género.
Su tercer lugar -primera mujer- en las encuestas para la gubernatura le proporciona suficientes argumentos para negociar.
Se supone que aún cuenta con el respaldo del grupo nacional de Bertha Luján y su hija Luisa María Alcalde, hoy titular de la Secretaría de Gobernación federal.
Como siempre, dirá que es una fundadora.
Lo que es estrictamente cierto, a pesar de sus altos niveles negativos.
Es difícil que dejen a Claudia Rivera fuera de la boleta: ya sea para la alcaldía o ya sea para una diputación federal o local.
Lo cierto es que la puja por la candidatura de Morena a la presidencia municipal de Puebla se ha puesto tan interesante como dramática.
La decisión que tome Morena estará llena de obstáculos.
De circunstancias.
De valoraciones sobre la competitividad, el origen partidista, la experiencia, los negativos, los positivos, la influencia de los grupos locales y nacionales, y la opinión de las voces que hoy por hoy más importan.
Es decir: la del senador Armenta y la del gobernador Sergio Salomón -ni no es que la de la precandidata presidencial Claudia Sheinbaum-.
No es nada fácil.
Este laberinto tiene muchas falsas salidas.
Y miente quien diga que ya hay candidato o candidata o que sabe quien va a ser el elegido o la elegida.
Alejandro Armenta no puede cargar con un lastre en la campaña; debe acompañarse de un activo, de alguien que le sume, no que le reste en la zona urbana, además, donde predomina el voto panista desde al menos 2019.
¿Quién es ese perfil?
¿Pepe Chedraui? ¿Claudia Rivera? ¿Alejandro Carvajal? ¿Rodrigo Abdala? ¿Toño López?…
Alejandro Armenta conoce de sobra lo que pasó cuando, por terco, ciego y soberbio, Mario Marín decidió mandar a Javier López Zavala para la gubernatura y a Mario Montero Serrano para la alcaldía.
Ambos integrantes del mismo grupo.
Y ambos arrasados en las urnas.
Con ese antecedente, ¿a quién preferirá?
¿Al puntero o a la puntera en las encuestas?
¿O al que o a la que los compromisos y las facturas por pagar indiquen?
Quizá de esa decisión dependa el desenlace del proceso electoral de 2024.