Quiere ser candidato a gobernador, pero “El Parri”, también conocido como Fernando Morales Martínez, el hijo incómodo -en más de un sentido- de Melquiades Morales Flores, debería primero aclarar la serie de irregularidades que ha cometido a su paso como dirigente estatal -es un decir- del membrete conocido como Movimiento Ciudadano, franquicia política y electoralmente desmantelada en Puebla y de la cual, sin embargo, se ha aprovechado -también en más de un sentido- para su beneficio personal.
Más de 11.7 millones de pesos se gastó Fernando Morales de enero a septiembre de este año, recursos provenientes de las prerrogativas del partido naranja, pero se desconoce por completo en qué lo hizo.
Y es que la opacidad, el secretismo y el cinismo son la constante: hoy es imposible acceder a información que debería, por ley, ser pública.
No sólo permanece inactiva la página web donde se supone estarían los datos del gasto, sino que se han ocultado hasta las copias de los supuestos contratos; en dicha página hay enlaces, pero estos no existen o están deshabilitados.
Lo único que puede saberse es que Fernando Morales firmó 131 contratos, pero al abrirse el sitio en el que deberían estar transparentadas las compras -o presuntas compras o contrataciones de servicios-, se indica: “página no encontrada”.
Todo un poema y homenaje a la corrupción partidista.
Según la escasa información disponible, de enero a septiembre de este año, el dueño de Movimiento Ciudadano en Puebla -es el presidente estatal, es diputado y ahora quiere ser el candidato: en unos XV años sería la quinceañera, el padrino, el maestro de ceremonias y hasta el borracho de la fiesta- gastó en tres conceptos básicos: “adquisición de mercancías”, “arrendamiento” y “prestación de servicios”.
Pero sólo él y su cartera y/o chequera saben realmente en qué o en dónde hizo tales erogaciones, si es que en realidad las hizo.
Sin las descripciones de las adquisiciones ni las versiones públicas de los contratos, nadie puede saber cuáles fueron los productos que compró, los montos que pagó, las rentas que cubrió o el objetivo de cada gasto.
Hace unos días, un antiguo aliado de nuestro personaje, Ernesto Guerrero Aguilar, presidente de la Asociación “Ciudadanos en Movimiento por la Transformación A.C”, dio a conocer diversas irregularidades durante la gestión de Fernando Morales como presidente de Movimiento Ciudadano.
Ernesto Guerrero señaló que, dentro del partido, la simulación, la opacidad y la corrupción han sido características en la dirigencia de Morales Martínez; asimismo, reveló algunos datos públicos que de milagro, o por descuido, se encuentran en la Plataforma Nacional de Transparencia.
Por ejemplo, mencionó que, como prerrogativas de gastos ordinarios, MC Puebla recibe mensualmente 1 millón 981 mil pesos y, de ese total, se destinan solamente 57 mil pesos para pagar la nómina del mismo; además, la asociación descubrió que hay un gasto de 88 mil pesos en anuncios y espectaculares del partido, el cual no se ha especificado.
Guerrero Aguilar reveló otras irregularidades: por ejemplo, que las oficinas del partido, ubicadas en la 24 Sur número 5103, en la colonia “Los Pilares”, ocupan la misma dirección que otras cuatro empresas presumiblemente proveedoras de Movimiento Ciudadano: Sotomayor y Asociados, Servicios Integrales del Comercio, Crown Logistics & Services, y Basaltos Roca Partida; es decir, los proveedores y el partido naranja comparten oficinas.
Guerrero Aguilar añadió que, al parecer, “El Parri” -en realidad “El Parricida”, célebre apodo ganado a pulso porque en su momento se dio el lujo de desconocer hasta a su no menos célebre progenitor- ha gastado un aproximado de 1 millón 700 mil pesos en utilitarios y papelería.
A estas alturas Fernando Morales ya debería tener bodegas atascadas de papel, pues curiosamente tiene una curiosa afición por gastar en este rubro.
Los señalamientos contra Fernando Morales Martínez no son nuevos; prácticamente desde que asumió la dirigencia, ha hecho lo que ha querido con el dinero del partido.
Ha sobrevivido gracias a que lo solapa el dueño de la franquicia y títere y plomero del presidente Andrés Manuel López Obrador, es decir, el veracruzano Dante Delgado. En el partido se presume que hay millones de razones por las cuales ocurre esto, pues del jugoso negocio de jugar a la democracia y a la “tercera vía” ambos se beneficiarían.
En Puebla MC es un partido desactivado y desmantelado, algo muy distinto a lo que sucede, por ejemplo, en Jalisco y Nuevo León; aquí, el desprestigio de la marca es proporcional al desprestigio de quien lo encabeza, un sujeto soberbio y prepotente, con miles de episodios negros desde el sexenio de su padre, el priista Melquiades Morales Flores.
Pero esas, como dice el clásico, son otras historias, que ya iremos relatando.