EL PRI Y LA TRAICIÓN COMO ETERNA COMPAÑERA
Arturo Luna Silva
El PRI poblano es, en estos días, un terreno de arenas movedizas, en el que las desconfianzas, los protagonismos, las traiciones y hasta los malos entendidos tienen a sus principales cuadros y dirigentes metidos en una trampa, de la que parece que no hay salida que deje a todos a salvo.
La pelea por la candidatura de Puebla a la primera fórmula del Senado de la República, en la alianza del Frente Amplio por México (PAN, PRI y PRD), ha escalado.
A estas alturas, las cosas se ven irreconocibles entre Néstor Camarillo Medina y Jorge Estefan Chidiac.
El presidente del tricolor estatal y diputado local, Camarillo, cree que la merece.
Sus aspiraciones las apoya el Partido Acción Nacional (PAN), el principal aliado del PRI.
Los cercanos al ex presidente municipal de Quecholac aseguran que, en ese pleito, tiene el aval y el cariño del presidente del Comité Ejecutivo Nacional (CEN), Alejandro Moreno Cárdenas.
Y también del alcalde y virtual candidato a la gubernatura, el panista Eduardo Rivera Pérez.
Por eso mismo dicen que es seguro que bajen de esa posición a Jorge Estefan, quien aún es el coordinador legislativo del Revolucionario Institucional (PRI) en el Congreso local, pero que ha perdido fuerza y control de sus otros seis compañeros, incluido Néstor Camarillo.
Suele repetirse en los pasillos del edificio del Centro Histórico que Jorge Estefan incumple acuerdos.
No solamente a su dirigencia nacional, en el tema de la definición del gobernador sustituto, en diciembre del año pasado.
También aseguran que no fue generoso con sus compañeros, respecto de la interlocución directa que tenía, y otros temas, con el fallecido gobernador Miguel Barbosa Huerta.
Que eso ha continuado con la actual administración estatal.
De ahí que, por esa falta de generosidad, entre otros asuntos, se vaya al PVEM, y con ello a la Cuarta Transformación, como candidato a alcalde de Chignahuapan, el diputado local priista Juan Enrique Rivera.
Por eso, también, sus constantes roces con Néstor Camarillo y otros integrantes de la bancada tricolor.
Pero, principalmente, porque el presidente nacional de ese partido, Alejandro Moreno, Alito, ya no le tiene ni un gramo de confianza.
Sabe -y muy bien- que Jorge Estefan puede terminar operando a favor de Morena.
Tanto para la gubernatura (Alejandro Armenta) como para la alcaldía de Puebla (si el candidato es Pepe Chedraui).
No para Eduardo Rivera ni Mario Riestra.
Hace unos días el informado columnista Ricardo Morales refería, con puntualidad, que Alito ya ha reprochado a Jorge Estefan, y en público, su obvia operación a favor de los intereses… ¡de Morena!
De hecho, Alito cree que ya es un agente doble.
Un Caballo de Troya.
Un Mata Hari.
Uno que de plano este martes ya ni siquiera se presentó al acto en el que se anunció la megacoalición PAN-PRI-PRD-PSI.
Y a nadie le extrañó tal situación.
La misma impresión de desconfianza ha dejado en varios dirigentes del panismo local, especialmente en Eduardo Rivera, quien sabe -y sabe bien- que él no es el candidato de Jorge Estefan.
Lo cierto es que, como ya lo apuntamos hace unos días, esta rivalidad por la candidatura al Senado, que es un boleto seguro a un escaño, dejará al PRI roto.
Jorge Estefan puede todavía, por su nivel de influencia en el estado, irse del PRI con varios cuadros.
Algunos alcaldes.
Muchos regidores.
Tiene abiertas las puertas de Morena y sobre todo del gobierno del estado, donde es sumamente influyente, sobre todo en Finanzas y en la SEP.
También es cierto que Néstor Camarillo nunca ha conseguido consolidar su liderazgo.
En apenas una elección, la de 2021, perdió casi la mitad de los 80 alcaldes y alcaldesas que el tricolor ganó en 2018.
Ahora están por irse más.
Esa batalla ha sabido leerla, para beneficio propio, la diputada federal Blanca Alcalá Ruiz.
Sin pelearse con nadie y por encima de todos, aparece como la opción más viable para solucionar la irreconocible ruptura Estefan-Néstor.
Además, es la única poblana que fue incluida en el equipo de la precandidata presidencial del Frente Amplio por México, Xóchitl Gálvez.
Es la encargada de Asuntos Migratorios.
Queriendo o sin querer, Blanca Alcalá desenreda el nudo, sin duda.
Pero no resuelve el pleito.
Ni frena el rompimiento.
Posiblemente lo amortice.
Pero es inevitable.
Hoy el PRI poblano huele a traición, a disputa, a desconfianza, a incertidumbre…
Esto no va a acabar nada bien.