Una vez que se defina el género para la candidatura de Morena en Puebla y termine el proceso interno estatal con recorridos, una reedición del modelo nacional, la determinación de qué casa levantará la encuesta oficial será el punto climático y un trance de grave tensión, que puede llevar al rompimiento del lopezobradorismo en el estado.
Este domingo terminó el proceso nacional.
El 6 de septiembre, el Movimiento Regeneración Nacional (Morena) tendrá coordinadora o coordinador nacional de los Comités de Defensa de la Cuarta Transformación (4T).
Es decir: candidata (o candidato) a la Presidencia.
Ese proceso se considera ya consumado a favor de Claudia Sheinbaum.
De inmediato, según anunció el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) morenista, saldrá la convocatoria para las nueve gubernaturas que estarán en juego en 2024.
Entre ellas Puebla.
Se prevé que el proceso en los estados sea una calca del proceso nacional.
De ese modo, un elemento indispensable es el que definirá al candidato o candidata en Puebla.
A diferencia del esquema nacional, en donde prácticamente la puntera ha sido desde hace un año la ex jefa de Gobierno de la Ciudad de México, aquí hay resultados polarizados y antagónicos que han presentado varias encuestadoras.
Tanto el senador Alejandro Armenta como el diputado federal Ignacio Mier traen “sus propios datos”.
Y cada uno gana o arrasa, según el caso, en sus encuestadoras.
Ése es el grave brete.
Ése es el elemento definitorio.
A nivel nacional, solamente una encuesta tendrá el resultado oficial.
Fue elegida por la dirigencia nacional.
Es la que vale.
Nadie más que la burocracia partidista -es decir: el presidente Andrés Manuel López Obrador y tal vez Mario Delgado, dirigente nacional- sabe cuál es.
Ninguno de los aspirantes a la coordinación nacional tuvo injerencia en esa definición.
Otras cuatro empresas harán estudios espejo y fueron seleccionadas por sorteo, a partir de propuestas de cuatro de las seis corcholatas.
Pero no valen.
Cuando mucho legitimarán el resultado.
Lo mismo ocurrirá en Puebla.
Al momento de la definición, que se espera que ocurra en diciembre, no importará quién ganó más encuestas.
No importará el resultado de los estudios espejo.
Es una la que define.
Y esa la seleccionará la dirigencia nacional.
Luego, la Comisión Nacional de Elecciones vigilará la aplicación de la encuesta y resguardará la documentación y el resultado.
¿Puede algún aspirante meter mano o influir en ese órgano partidista?
¿Se van a poner de acuerdo?
¿Todos y todas estarán conformes?
¿O desde ahí se asomará el rompimiento en Morena Puebla?
Vaya preguntas a las que hay que hallarle respuestas.
Y pronto.