La encuesta de Buendía & Márquez, publicada el pasado miércoles en El Universal, no hizo sino confirmar una percepción ya generalizada, incluso más allá del denominado “círculo rojo”: Xóchitl Gálvez se ha desinflado y la engañaron -y se engañaron- quienes le dijeron que era competitiva.
Más allá de la inequidad que sin duda ha habido en esta etapa preelectoral, con todo el aparato de poder volcado haciaClaudia Sheinbaum, la futura candidata del Frente Amplio por México no sólo no levanta, sino al parecer ha perdido la brújula y la fuerza que en un inicio le dio impulso y la catapultó a ser considerada por muchos como la “salvadora” de México.
A Xóchitl Gálvez cada vez más se le pone cara de Diego Fernández de Cevallos, quien en 1994 dejó el camino libre aErnesto Zedillo pese a haber ganado el debate presidencial; de Carlos Castillo Peraza, quien en 1997 se confió y descuidó a la base panista de la CDMX y acabó perdiendo estrepitosamente, y, para tropicalizarlo un poco, a Antonio Sánchez Díaz de Rivera, quien en 2007 tiró a la basura los 20 puntos de ventaja que le llevaba a la priista Blanca Alcalá y nunca llegó a la Presidencia Municipal de Puebla.
La encuesta de Buendía & Márquez es -o debería ser- un llamado de alerta para la oposición que no debe ser minimizado por nadie, mucho menos por la propia Xóchitl Gálvez, quien, limitada en argumentos pues todo lo basa en sus ocurrencias, no en ideas ni conceptos, sólo atinó a reaccionar diciendo que dicha encuesta sólo le causa “risa”.
Los datos del ejercicio demoscópico son brutales: si hoy fuera la elección, Claudia Sheinbaum ganaría a Xóchitl Gálvez por 30 puntos de ventaja. Sí, ¡30!.
Y eso que aún no inician las campañas, cuando todo hace pensar que nos dirigimos hacia una Elección de Estado, peor que en los tiempos del PRI, el cual al menos guardaba ciertas formas al volcar todo el presupuesto y todo el aparato de gobierno a favor de sus candidatos.
Más allá de la narrativa que ciertamente se impulsa desde el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador para sembrar la percepción de que “este arroz ya se coció”, la verdad es que la virtual candidata del PAN-PRI-PRD poco o nada hace para contrarrestar esa idea, ahora consolidada con una encuesta seria como la citada.
Más allá de burlarse o salir con sus clásicas gracejadas, mismas que para cierto sector del electorado no resultan simpáticas y sólo generan rechazo o decepción, Xóchitl Gálvez y sus asesores -si es que los tiene- deberían replantear su estrategia -si es que la tiene- y dejarse ayudar.
La encuesta de Buendía & Márquez -coincidente con otras que se publicarán en los próximos días- señala algo sumamente importante: el 19% de los consultados no manifestó preferencia por ningún candidato.
Es decir, Gálvez no sólo debe convencer y asegurar el voto de los fieles del PAN, PRI y PRD: debe ir por esa franja del electorado que hoy por hoy no comulga con ninguna de las opciones.
Se trata de un enorme universo de indecisos y/o decepcionados de la política, que desconfían por igual de Sheinbaum y de Xóchitl, pero que pueden hacer que la gran ventaja de la primera sobre la segunda se acorte.
La senadora luce extraviada, desarticulada y sin reponerse emocionalmente desde que se detonó el caso del plagio del trabajo académico que presentó para licenciarse en la UNAM.
Pero debe reaccionar o su caída será más y más prolongada, ante una Claudia Sheinbaum que sigue en lo suyo, estado por estado, consolidando estructuras, tejiendo alianzas y aprovechando la estupenda calificación que, pese a todo, alcanza su jefe político, el presidente López Obrador.
A Xóchitl Gálvez le urge sobre todo “ciudadanizar” su candidatura. Los negativos de los partidos que la arropan (el PRI en especial, pues alcanza 66% de rechazo) son y serán dinamita para ella.
No es tarde para rectificar, falta mucho para el 2 de junio de 2024, pero de no hacerlo pronto, nada ni nadie va a evitar queMorena siga otros seis años en el poder. Para decepción de millones que la vieron como el antídoto contra la 4T.