La tan mencionada versión de una alianza entre Alejandro Armenta y Julio Huerta, durante el proceso interno estatal de Morena, fue confirmada a finales de la pasada semana por el mismo senador y hoy coordinador de la 4T en Puebla.
Lo que estuvo siempre a la vista, más allá de la simple sospecha, tiene huellas de haber sido, sin embargo, una estrategia legítima de no atacarse y de no buscar descarrilarse.
La razón fue sencilla y también fue confirmada con los resultados finales: la pelea se desarrolló, de principio a fin, entre dos, Ignacio Mier contra Alejandro Armenta.
En esa contienda, realmente, nunca estuvo invitado con posibilidades el primo del fallecido gobernador Miguel Barbosa Huerta.
“Julio (Huerta) y yo no nos estamos reconciliando, que quede claro. Julio y yo veníamos juntos. Algunos no lo sabían y se medio confundieron.
“Entonces, yo vengo aquí a ver a mi amigo y vengo a ver a su equipo, un gran equipo que son ustedes, profesionales, hombres y mujeres, líderes en toda la diversidad.
“Entonces, ¡vamos a trabajar”, le dijo el senador al ex titular de Gobernación estatal y a todo el grupo que lo apoyó, en un encuentro el pasado viernes 24 de noviembre, en el salón El Recuerdo.
En ese equipo, del que habla Armenta y que siempre presumió y acompañó a Julio Huerta Gómez, están diputados y diputadas locales, presidentes y presidentas municipales, y sobre todo funcionarios del gobierno del estado.
Y no solamente morenistas, sino que también se integraron personajes de otros partidos, principalmente del PRI
La (ni tan fortuita) declaración de Alejandro Armenta es fuerte y merece el análisis.
La palabra “reconciliación”, que dijo el coordinador estatal, negando que con Julio Huerta sea necesaria, quiere decir que con la otra trinchera, la de su primo Ignacio Mier Velazco, sí es necesaria la reconciliación.
También aquel 24 de noviembre, según consta en las crónicas de los medios y en redes sociales, Alejandro Armenta se reunió luego con la estructura y las cabezas del equipo de Mier Velazco.
Un extraño encuentro que, por cierto, se quiso mantener en privado, casi clandestino, pues no se invitó a medios de comunicación, no se boletinó y ninguno de los actores centrales (Armenta y Mier) lo posteó en sus redes sociales.
Durante dicho encuentro, según los testigos, no se reeditó el ánimo festivo que se vio en el que se efectuó con la estructura de Julio Huerta.
Algo sabían o algo supieron de la reunión de la mañana.
Nada raro es el chisme en la clase política poblana. Sí, el chisme.
Hubo caras largas.
Muchos se retiraron del salón del Hotel Colonial en que se realizó el acto, antes de que terminara.
Ya para la foto, se quedaron solamente los más cercanos.
Muchos de los operadores de medio peso no quisieron ser escenografía de la gráfica.
Entre quienes sí aparecen en la foto están el hiperquinético Fernando Manzanilla, quien fue el coordinador del diputado federal en su frustrado intento de llegar a candidato, y la hija de este, la legisladora local Daniela Mier Bañuelos.
La conclusión obvia.
Hay resentimientos internos en el equipo de Ignacio Mier.
Se arreglan arriba y los de abajo se quedan nomás mirando.
¿Y las candidaturas prometidas?
¿Y los pleitos contra los de enfrente?
¿Los agravios?
¿Las amenazas que soltaron aquellos que ya se sentían ganadores?
Volvamos a la primera reunión.
Risas.
Abrazos.
Fraternidad.
Y sobre todo complicidad.
Todos empujándose para tener un lugar en la gráfica que, por cierto, distribuyó el equipo de Julio Huerta, con la sugerencia de que sería ni más ni menos que el coordinador de la campaña de Armenta.
Eso, todo un exceso, ya lo desmintió, por cierto, el mismo Alejandro Armenta.
Pero sobre todo, las palabras del hoy coordinador:
“Julio y yo veníamos juntos”.
¡Vaya, nadie lo vio!
(Es ironía, pero podría no serlo).