¿Se acuerdan del amor antes de la modalidad stalker? Cuando para ligar a alguien teníamos que poner “literalmente” el cuerpo: cruzar miradas, cruzar la pista del antro y sacar a bailar a la chica, sostener la voz en una plática por teléfono por al menos una hora, entre otras tácticas de seducción.
Si de algo se habla en el diván es de sexo. Del amor pues. Dice el psicoanalista Jacquen Alain Miller que el amor es un malentendido. Y eso escuchamos en la clínica: “me dejó en visto por horas”, “me gostheó”, le da like a todas sus amigas, no sube fotos conmigo en Face, “a los cuántos likes ya me va invitar a salir”, entre otras situaciones que la virtualidad ha traído a las relaciones de pareja. Vaya, hoy se puede elegir en un catálogo de Tinder, en una lista de sugerencias de amigos en Facebook o Instagram.
Y es que el “amor líquido”, como lo propone el filósofo polaco Zygmunt Bauman, está sometido a “red flags” que operan en función del Yo, que es consciente y discierne entre lo que conviene o no; sin embargo, el amor tiene que ver más con las identificaciones que son del orden de lo inconsciente.
Ya nos lo decía Julio Cortázar en Rayuela: “lo que mucha gente llama amar consiste en elegir una mujer y casarse con ella… Como si se pudiera elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio”.
Entonces, ¿cuál sería el futuro o el presente del amor en tiempos de algoritmos y teléfonos inteligentes?
En el escaparate virtual, lo más tenebroso es no saber quién está mirando del otro lado.
Twitter @karycruiz