En su obra la Interpretación de los Sueños, Freud explica que el contenido onírico se hace en gran parte de los restos de vivencias, personajes o escenarios que atravesamos durante el día o algún momento reciente, pero también de los deseos reprimidos que lejos de ser fantasías de ensueño, muchas veces son nuestras más temidas pesadillas porque condensan nuestra angustia o cuestionan nuestra posición en el mundo real.
El contenido manifiesto es la imagen percibida como tal, la reminiscencia de alguna charla que se haya tenido en el día, las referencias del mundo externo que se experimentaron durante la vida diurna, es decir mientras estamos despiertos y en plena conciencia del Yo.
El contenido latente se refiere a lo inconsciente, lo que desconocemos, es decir al aspecto extraño, ilógico o perturbador que nos deja intrigados sobre su significado, es justo eso latente lo que en análisis pasa por el proceso de elaboración, por eso muchas veces, el sujeto buscan darle sentido a “eso” y termina haciendo conjeturas de tipo premonitorias o incluso justificar algún aspecto de su neurosis que no lo deja dormir.
Lo de menos es soñar, el verdadero trabajo en el diván es que el paciente elabore su propia interpretación del sueño en función de los significantes que lo sujetan a la vida.