La informalidad laboral es una de las problemáticas más complicadas que enfrenta una economía, así como a la población que ocupa su fuerza de trabajo como elemento de subsistencia.
Tal concepto se puede definir como el conjunto de empresas, trabajadores y actividades que operan fuera de los marcos legales y regulatorios, lo cual implica la evasión de la carga impositiva, así como la regulatoria, lo cual le impide no gozar plenamente de la protección y los servicios que tanto la ley como el Estado pueden proporcionar.
La informalidad es una característica fundamental de los países en desarrollo, entendiéndose como un fenómeno complejo y multifacético, cuya existencia se produce cuando agentes económicos dejan de desempeñarse en el sector formal, como resultado de consideraciones de costo-beneficio. En otras ocasiones obedece a que los agentes son excluidos de la formalidad como consecuencia de las restricciones que se establecen por la normatividad vigente o por la fortaleza de otros agentes económicos, dando como resultado una segmentación en la economía.
Para los trabajadores, el empleo informal es sinónimo de precariedad y vulnerabilidad considerando que la mayoría:
· Carece de un contrato de trabajo.
· Trabaja largas jornadas en condiciones inadecuadas.
· No dispone de acceso a prestaciones sociales.
· No recibe compensación por desempleo o enfermedad.
· No disfruta de períodos vacacionales remunerados.
Adicionalmente, se debe considerar que la informalidad laboral afecta en mayor medida a grupos vulnerables, tales como personas con un bajo nivel educativo, individuos en situación de pobreza, y colectivos discriminados por razones de etnia, religión o sexo. Por sectores, destacan la agricultura, el trabajo doméstico y la venta al menudeo.
A nivel nacional de acuerdo con el Inegi, de las 60.2 millones de personas que trabajan en México, 30.9 millones lo hacen en la informalidad; es decir, trabajan sin prestaciones, sin contratos ni seguridad social. A ellos se suma el segmento de la población que trabaja en micronegocios no registrados ante el SAT y otras modalidades análogas, como las y los ocupados por cuenta propia, sector que si bien ha disminuido en la última década, su impacto sigue golpeando a las economías locales, especialmente a los trabajadores.
En nuestro país, la tasa de informalidad laboral es elevada y persistente, si bien ha experimentado un descenso en la última década, pasando de 58.8% en el primer trimestre de 2013, a 51.4% en el segundo trimestre de 2023, por lo cual continúa siendo una gran asignatura pendiente.
El fenómeno de la informalidad laboral no es homogéneo en el territorio mexicano. Afecta de manera más notable a estados del sur como Oaxaca, Guerrero, Chiapas y Puebla, donde supera 70 por ciento, y en menor medida al norte, en donde, por ejemplo, en Nuevo León, Chihuahua, Baja California y Coahuila, la tasa apenas supera 40%.
De acuerdo a los resultados de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía presentó los datos correspondientes al trimestre abril-junio de 2023 para el Estado de Puebla, con respecto al segundo trimestre de 2022, resultados que a continuación se muestran:
· La Población Económicamente Activa (PEA) pasó de 3 090 458, a 3 070 602 personas. La población ocupada aumentó en 2 845 personas.
· La ocupación en actividades terciarias disminuyó en 3 473 personas. Los mayores decrementos se dieron en los sectores comercio, con 27 578, y restaurantes y servicios de alojamiento, con 20 015 personas ocupadas menos.
· Las y los ocupados en micronegocios disminuyeron en 4 751 personas, en especial, quienes cuentan con establecimiento para operar, con 8 222 personas menos.
· La población subocupada pasó de 286 018 a 282 931 personas.
· La tasa de desocupación pasó de 3.0 a 2.2%.
· La tasa de informalidad paso de 72,8% a 70.4%
La importancia del tema de la informalidad laboral radica en que este indicador presenta una variable que constituye un obstáculo para el crecimiento económico y el desarrollo sostenible, ya que aquellos países cuyo sector informal es grande, tienden a crecer por debajo de su potencial.
También debe tomarse en cuenta que las empresas informales tienen muy limitadas sus posibilidades de financiamiento, por lo que generalmente permanecen en niveles de productividad bajos.
Adicionalmente, los participantes en la economía informal tampoco aportan a las finanzas públicas, lo que, a su vez, restringe el progreso y la disponibilidad de servicios e inversión públicos.
A manera de cierre es posible señalar que la informalidad en Puebla es resultado de una combinación de las deficiencias de los servicios públicos y un marco regulatorio gravoso e intrusivo para las empresas formales. Esta combinación resulta en particular peligrosa cuando, como en el caso de nuestro Estado, la escolaridad y las capacidades son deficientes, los modos de producción aún son básicos en la mayoría de los procesos productivos y las presiones demográficas son grandes, sin dejar de reconocer que en gran parte de la alta informalidad en Puebla no es un problema de causa y efecto, más bien es de variables complejas, por lo cual no la explican en su totalidad, requiriendo un estudio a profundidad para generar soluciones que reduzcan este fenómeno económico.