La segunda inauguración del Mercado del Alto fue en 1987 bajo acuerdo Refugio Méndez Alonso, Armando Méndez Romero (su hijo), el gobernador Mariano Piña Olaya, el presidente municipal Guillermo Pacheco Pulido y el regidor Francisco Vélez Pliego.
Aquí parte de la historia, de próxima publicación.
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Don Refugio Méndez Alonso fue testigo de los días fundacionales del mercado del Alto, allá por 1930.
Proveniente de San Hipólito Xochiltenango, de niño vendió ajos en los alrededores.
Ahí conoció a la que fue su esposa: Regina Romero.
Un romance que forma parte de la historia del mercado: entre clientes, “marías”, verduras, carbón, frutas, mixiotes, barbacoa, carnitas, mariscos, tortillas, y un intenso olor a amor y a barrio.
En uno de los puntos donde fue creada la vieja Puebla, y la contemporánea. Tan suya:
El Barrio del Alto.
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Rodeado de manantiales, después nombrado El Alto Franciscano era reconocido por naturales y peninsulares en los años del 1700 como el barrio de las “aguas santas” (en alusión a uno de las fuentes naturales que proveían a Almoloya y sus lavaderos).
De esto deja constancia el escritor y primer historiador de Puebla, Mariano Fernández de Echeverría y Veytia.
El primer cronista de Puebla.
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Frente a aquel punto llegó a cruzar la Calle Real de la Vera Cruz (la Cruz Verdadera) o del Alto de San Francisco (siglo XVIII), que cambió su nombre a la Calle Imperial -o del Imperio (de Iturbide)-, del Alto en el siglo XIX -actual 12 Oriente-, y calle Nacional del Alto como fue reconocida ya en el siglo XX.
En 1591 fue emitida una licencia para construir una plazuela y los portales de su entorno en el naciente Alto de los Franciscanos, según dejó constancia Pedro López de Villaseñor en la “Cartilla Vieja” (de Puebla, publicada en 1781), en un terreno que hacía esquina con la antigua Calle Real del Alto, con la Calle de la Plazuela del Alto (hoy 14 Norte).
Esa plazuela fue punto de reunión de los “truequeros” del Alto desde el siglo XVI, que trasciende cuatro siglos hasta dar vida en 1930 al Mercado del Alto.
El mercado del trueque. El mercado “de los llegados” de otras regiones cercanas.
1930, año cuando comienza una historia bordada de crónicas y de sus personajes.
Con una fuente, y muchos manantiales que hicieron del Alto un barrio limpio, y de frescos recuerdos.
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Armando Méndez Romero, hijo de Don Refugio, atrae recuerdos:
“Con la supervisión del INAH y el Ayuntamiento de Puebla, junto con los que en ese momento eran dirigentes del mercado del Alto, el señor Refugio Méndez Alonso, Armando Méndez Romero (yo) como asesor, y Francisco Vélez Pliego como regidor, con el apoyo del presidente municipal Guillermo Pacheco Pulido, firmamos el acuerdo de hacer un cambio al mercado del Alto”.
De ser un sitio de venta de perecederos en ese momento, fue una decisión convertirlo en un mercado de comida típica mexicana y música tradicional. El acuerdo contempló que todos los mariachis y tríos de Los Sapos, Santa Inés y Santa Teresita fueran concentrados en el mercado del Alto, revela Armando.
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“Refugio Méndez Alonso, mi padre, prácticamente estuvo en la fundación de 1930. Y yo, de niño, ya vendía ajos en los alrededores del mercado proveniente de San Hipólito Xochiltenango. Mi padre era arriero. En este mercado conoció a mi mamá Regina Romero y se establecieron ahí. Un mercado donde no sólo había verduras, legumbres y frutas sino también barbacoa, carnitas, mariscos, tortillerías”, rememora Armando.
Un mercado diversificado, enriquecido con gente del interior como don Mauricio, que venía de Huixcolotla; Ana -la Negrita, le decían- ella procedente de Veracruz; don Felipe que era voceador oaxaqueño del barrio, alias el Gallo, que alimentó aquí a toda su familia. Como todos.
El mercado del Alto fue un centro de comercio, de abasto, de trueque (…)