Luis Echeverría cumple 100 años de edad este lunes. Su vida política, que incluye su periodo como presidente de México (1970 y 1976), está marcada por claroscuros, y es uno de los más cuestionados en la historia reciente del país.
Quizá el principal reclamo es por su papel en la llamada Guerra Sucia, que incluye el ataque a los estudiantes de 1968 y el Halconazo en 1971, entre otros actos de represión.
A la fecha, activistas piden juicio por genocidio. Ya no buscan que esté preso, dada su avanzada edad, pero sí la declaratoria de responsabilidad como parte del derecho de las víctimas a la justicia y la verdad.
Pero en otros ámbitos, ajenos a la justicia penal, también hay cuestionamientos al expresidente.
Echeverría, desde el inicio de su administración, apuntó que México transitaría de la etapa del desarrollo estabilizador, a la del desarrollo compartido. El objetivo era el reparto equitativo de la riqueza.
Con ese modelo se incrementó la obra pública, se crearon decenas de fideicomisos y empresas del Estado; se incrementaron los subsidios a campo, ganadería y pesca, y se incrementaron los subsidios a la población de bajos recursos.
No obstante, de acuerdo con diversos historiadores, el de Echeverría fue un gobierno populista que gastó más riqueza de la que generó, lo que derivó en una crisis económica que estalló al final del sexenio.
“La política del desarrollo compartido únicamente deterioró más la situación heredada del desarrollo estabilizador”, señala Martín Carlos Ramales, profesor-investigador de la Universidad Tecnológica de la Mixteca, en su texto La política económica del desarrollo compartido.
Ahí considera que la causa de la debacle fue la expansión del gasto público que no fue acompañada de incrementos en la recaudación: “El déficit fiscal creció y con él aumentaron el déficit de la cuenta corriente y la tasa de inflación”.
Además, “la retórica izquierdizante” y algunas de las acciones de Echeverría provocaron una reacción negativa de la comunidad empresarial y minaron la confianza de los inversionistas”, agrega.
Laureano Hayashi, investigador de la Facultad de Economía de la UNAM, en su texto Modelo de desarrollo compartido 1970-1982, habla también de fuga de capital y de otros factores que propiciaron la devaluación del peso.
Derivado de ello, México cedió a presión internacional ante la insostenible crisis económica y, “por primera vez, desde los años 50, el gobierno tuvo que asistir a la ayuda del Fondo Monetario Internacional”.
Esa ayuda sometió a la economía mexicana a un nuevo régimen de fluctuación que derivó en devaluaciones del peso ante el dólar.
Las políticas sociales y económicas impulsadas en el gobierno de Luis Echeverría, según los historiadores, afectaron más a la población con menos recursos, que es precisamente a la que se quería beneficiar.
A todo Echeverría ha dado respuesta, deslindándose de temas judiciales y justificando lo económico y social al contexto mundial (Guerra Fría) que prevalecía en el mundo.
Fuente: El Financiero