Hallan túneles secretos en el zócalo de Puebla

Por  Arturo Luna Silva / Dulce Liz Moreno | Publicado el 14-05-2021

Hay dos cámaras secretas bajo el zócalo de Puebla.

Una al oriente, otra al poniente.

Se especuló sobre ellas hace 19 años, cuando el proyecto cumbre de obra pública municipal proyectaba construir un estacionamiento subterráneo.

Hoy, por primera vez, salen a la luz.

Porque fueron hechos entre el cañoneo, las refriegas y los combates cuerpo a cuerpo entre militares franceses invasores y elementos del Ejército de Oriente, investigadores del INAH esperan encontrar elementos de guerra al buscar más allá de los muros de los túneles.

Tienen muros tapiados, cosa que se usa cuando se trata de conectar estructuras subterráneas; así ocurre debajo  de los centros de Aguascalientes, Zacatecas y Oaxaca, entre otras ciudades.

Y debajo de estos, de acuerdo con los relatos de cronistas y croquis centenarios, se encuentra la construcción de la plaza, la de 1543, cuando se realizó la segunda fundación de Puebla en el centro y con la traza de retícula “de damero” –tablero de ajedrez–, el 17 de abril, tres años después de la que se hizo en lo que ahora es la intersección del bulevar Cinco de Mayo y la 14 Oriente.

Y debajo hay algo más y más antiguo: restos paleolíticos, de acuerdo con el entrecruce de resultados de investigaciones anteriores a este hallazgo.

El Instituto Nacional de Antropología e Historia determinó que estos túneles, que parecen indicar que en realidad se trata de pasadizos, ofrecen la oportunidad de ser “ventanas arqueológicas” para excavar, investigar y llenar los vacíos que los relatos fragmentados de la construcción de Puebla han permanecido sin resolverse.

HECHOS EN BATALLAS

Hasta el momento, de acuerdo con el documento-reporte del INAH, se establece que los dos túneles fueron hechos en la época de la Batalla del Cinco de Mayo (1862 y durante el desarrollo y tras la conclusión del Sitio de Puebla (a partir de 1863).

La historia documentada indica que el Ejército de Oriente rindió la plaza –desde la consumación de la  Independencia ya llamada justamente Plaza de Armas–, ante el asedio de 62 días, del 16 de marzo al 17 de mayo de 1963, que padeció la población sin alimento y horrorizada en medio del combate que se peleó calle por calle.

En esos dos pasajes de la historia se encuentra la construcción de las cámaras subterráneas.

Como puede verse en las imágenes, hay rastros que permiten inferir que se trata de pasadizos y que en el lado sur intersectan con construcción de la Catedral.

Esos indicios son suficientes para la determinación que ha tomado Antropología e Historia: abrir investigación profunda y detallada y encontrar los secretos que se esconden en el lugar.

AQUÍ HAY BANCAS REPUBLICANAS

No es exagerado llamar independentistas a las bancas del zócalo que tienen una versión antigua del escudo nacional mexicano.

Se trata de hierro forjado con el águila emblemática de la República.

La documentación de investigadores que han abordado el tema señala que fueron hechas y colocadas en 1913.

Para los investigadores del INAH que realizan la recomendación de estudio profundo de los elementos del zócalo, estas bancas permiten generar la memoria de la vida histórica y de los cambios que ha sufrido el zócalo como recinto.

De hecho, hay tres nombres oficiales con los que se le refiere en documentación oficial: plaza mayor, durante el virreynato, periodo en que las órdenes españolas de diseño de ciudades novohispanas eran el establecimiento de una plaza, un templo y una sede de la autoridad civil.

Estudiosos del zócalo como Mireia Viladevall advierten que este espacio urbano “es producto de una ideología y a la vez es utilizado como reproductor de la ideología del poder” en sus representaciones y usos.

El emblema del águila caza en forma perfecta con esa visión de los elementos mobiliarios urbanos. Se trata de símbolos, de formas de declarar propiedad y jerarquía, añade la urbanista.

JALONEO DE SÍMBOLOS, LÁPIDAS Y ESCULTURAS

Como si fuera tablero de ajedrez, el zócalo tuvo un protagonista en el tiempo virreynal: el obelisco en honor a Carlos III, que se muestra en este ático.

Luego, el símbolo del poder español fue derruido y se erigió un monumento a la Independencia en 1825, indica la investigadora Elvia Sánchez de la Barquera.

Para 1942, esa columna fue derribada también. En 1953, en el mismo sitio se erigió “La América”, con forma de mujer, que los usuarios le apodaron “Caballito de Troya” sin modo de ser descifrado de otra manera.

Se le agregó un medallón con la representación de Santa Anna, por decisión del Congreso. El añadido resultó tan ofensivo que dos años después los habitantes, inconformes, derribaron la escultura.

Luego se colocó una lápida en honor de la Constitución, en 1858, retirada por grupos conservadores y recolocada en 1861 hasta un nuevo remozamiento en 1869.

Apuntan actas del Cabildo que el zócalo tuvo un cambio en el enfoque de uso: se le hizo adaptación como  parque en 1871.

En ese año se coloca un quiosco estilo morisco, fuentes, jarrones con plantas, candelabros y cuatro estatuas de bronce representando a diosas romanas de los jardines, la juventud, la hermosura y el amor.

Indican los investigadores del zócalo que esta intervención se asemeja a los salones urbanos en Madrid, de Segovia y de Sevilla de la época anterior.

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