Este era Christian Rodríguez, el normalista identificado por la FGR

Por  Staff Puebla On Line | Publicado el 07-07-2020

La última vez que Christian Alfonso Rodríguez Telumbre fue visto con vida tenía 19 años de edad y recién había ingresado a la Normal Rural de Ayotzinapa, en Guerrero. La noche del 26 de septiembre de 2014, Christian desapareció en Iguala junto a 42 de sus compañeros de la normal. Desde entonces, el recuerdo que tienen de él sus compañeros es el de un apasionado de la danza folclórica.

Este martes, a cinco años de esos hechos, la Fiscalía General de la República (FGR) confirmó que sus restos fueron localizados e identificados. 

El hallazgo ocurrió en una zona conocida como Barranca de la Carnicería, en el municipio de Cocula, a 800 metros del basurero en el que el gobierno de Enrique Peña Nieto dijo que habían sido asesinados un número importante de los estudiantes desaparecidos. 

Christian Alfonso era el segundo de cuatro hijos del matrimonio Rodríguez-Telumbre y el único varón, razón por la que se forjó un espíritu protector, según declaró su familia para el libro Ayotzinapa: La Travesía de las Tortugas: la vida de los normalistas antes del 26 de septiembre del 2014. 

El joven medía 1.85, su piel era morena, sus ojos negros y su cabello, quebrado. Sus amigos de la preparatoria lo apodaban 'Soncho' o 'Sonchito', mientras que en la Normal lo llamaban 'Hugo', pues le gustaban las playeras de la marca Hugo Boss.

También le decían 'Clark Kent', pues usaba anteojos negros de pasta gruesa, parecidos a los del álter ego de Superman. Sus conocidos lo describieron como un joven alegre, pero tímido, entregado a los estudios, a la danza folclórica y a su familia; ni tiempo tenía para un noviazgo y en sus planes no estaba casarse tan joven. 

Christian quería estudiar veterinaria o ser maestro de educación especial, pero eso representaba grandes costos económicos para su familia, por lo que mejor decidió inscribirse a la Normal 'Raúl Isidro Burgos' de Ayotzinapa.

Su sueño más grande era comprar un auto para llevar a sus papás y a sus hermanas a ver las olas de Acapulco, que queda a poco más de tres horas de distancia de Ayotzinapa. 

En el salón donde Christian practicaba danza regional todavía están sus botines blancos, con los que solía ensayar. Su maestro los ha mantenido guardados con la esperanza de que él regresara y volviera a zapatear, con el entusiasmo de un gran bailador.

Fuente: Expansión con información del Centro Prodh y el libro Ayotzinapa: la travesía de las tortugas.

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