Marca informa que Si España tuviera con la camiseta a Cristiano Ronaldo habría ganado en Lisboa. Como no lo tiene, tuvo que rondar el área en una primera parte para enseñar. Cuando se le acabó el orden, Portugal probó los palos dos veces. Cristiano y Renato Sanches rozaron la gloria. Kepa, redimido por Luis Enrique, hipnotizó el balón. 

Luis Enrique se puede dar por satisfecho. No hay que perder ni en los amistosos (0-0).Un 7 de octubre de 2002 Cristiano Ronaldo hizo su primer gol como profesional. El partido le servía como fiesta de aniversario. Nada nuevo.

En estas bestias de la competencia cada día hay algo que celebrar. Sus calendarios están con marcados de episodios históricos. Para CR7 no hay amistosos, sólo citas con la eternidad, la estadística y la púrpura.

Para Luis Enrique, en esta España de tubos de laboratorio, era un día señalado para que Sergio Ramos descansara. Este mensaje ya indicaba que el partido era serio, pero menos. Si el central no juega es que no hay fuego cerca.

Con su ausencia, fueron Eric García y Diego Llorente los encargados de contener a la fiera goleadora de Portugal. Era un examen de selectividad para la pareja, uno del Manchester City y otro del Leeds, uno con Pep Guardiola y otro con Marcelo Bielsa.

Fuera de las suposiciones entre una selección cocinada y otra experimental, la respuesta inicial de España fue modélica. Superior en todas las líneas, con personalidad, toque y profundidad, Portugal estaba mareada, sin saber si salir o no, como en esos días en los que se duda entre la manga larga o la corta y al final se elige mal. En la primera mitad a España sólo le faltó un Cristiano en el área.

La defensa mostró solvencia. En el centro del campo, sin el gobierno de Thiago y Fabián Ruiz, apareció la soltura de Sergio Canales y Dani Ceballos, con los prismáticos detrás de Sergio Busquets. En ataque a Dani Olmo, Gerard Moreno y Rodrigo no había manera de pedirles la identificación.

El delantero del Villarreal se aleja del área con su inteligencia y al rival, da igual la competencia. Todo era bueno y elegante hasta llegar al comedor de los títulos, al área. Ya lo avisó Luis Enrique, falta un tipo que dispare y después pregunte.

Rui Patricio evitó los sustos para el campeón de Europa.Portugal no veía el balón. Joao Moutinho, Renato Sanches y Rubén Neves nunca llegaban a tiempo. Cristiano representaba la desesperación de Portugal con sus gestos de enfado. Había imaginado otro invitado y otra fiesta. No había manera de evaluar a Kepa, al que Frank Lampard tiene en el calabozo.

Es la diferencia entre un portero nervioso y otro tranquilo. Para el portero del Chelsea la llamada de la selección es un bálsamo.

Partido roto

España no respetó protocolos. Un ejemplo lo ponía Reguilón, nuevo alumno de Mourinho, agresivo como si se jugara el título de la Premier. Le daba igual atropellar a Pepe, el fútbol al revés. El eterno central, de nuevo en el Porto, hacía pareja con Rubén Semedo, aquel que durante su etapa en España alternó las comisarías con el césped, una mezcla explosiva que ha aparcado en el Olympiacos.

Los amistosos siempre se descosen en algún momento, un escenario perfecto para el desorden y el juego entre áreas. Para Portugal el paso por el vestuario fue una bendición. Fernando Santos aportó al mediocampo ingenio y fortaleza con Bernardo Silva y Willian Carvalho. El zurdo del Manchester City dormía el balón y cambiaba el tiempo.

El pivote del Betis daba consistencia y músculo. Luis Enrique removió piezas con Campaña, Gayà o Mikel Merino. El balón ya fue cosa de dos. España perdió el control y Cristiano Ronaldo vio la cena puesta.

Para dar una sobredosis de emociones, Luis Enrique empleó a Adama Traoré, un futbolista con carrocería de All-black. El interior de los Wolves es incontenible. Había que refrescar las fotos y Portugal dio reposo a Cristiano para que Joao Félix también disfrutara.

Sin él en el césped, entró Sergio Ramos, una forma de asegurar un resultado que se podía ir. En el último suspiro Joao rozó el gol en un tiro de esquina. No habría sido justo por todo el partido, pero sí por la segunda mitad. No se quiere perder ni en los amistosos. Ese fue el tesoro de España.