Fatma es la más reciente producción turca en llegar a Netflix, y podría tratarse de la mejor serie, el mejor thriller, que se ha estrenado en lo que va de 2021.
Creada por Ozgur Onurme y protagonizada por la actriz Buruc Biricik, Fatma es un drama criminal de asesinatos y misterio que sigue a una mujer desesperada que está buscando a su esposo desaparecido, en un contexto donde, sin un hombre como respaldo, las mujeres no pueden conseguir una identificación, pagar su cuenta de la luz o ser tomadas en serio.
La miniserie de Netflix de 6 partes se centra en el personaje de Fatma, una ama de casa que parece haber sido abandonada por su esposo, lo que la lleva a descubrir su propio poder y lo que está dispuesta a hacer con tal de conseguir las respuestas que necesita, después de una serie de tragedias familiares que la dejan vulnerable y la hacen invisible.
Una asesina inesperada
Esta es una serie sobre asesinatos, pero es diferente a todas las que vimos antes. La Fatma de Biricik es una mujer llena de dolor, culpa, soledad, desesperación y una fuerza interna (o tal vez algo más oscura) que va creciendo poco a poco.
En un principio, Fatma es una mujer invisible, ignorada por todos y tratada como si no importara, la desaparición de su esposo la deja todavía más vulnerable y desprotegida y, al no conseguir ayuda de las autoridades, decide tomar cartas en el asunto y realizar su propia investigación, que eventualmente la lleva a cometer un acto violento, un asesinato, que cambia su vida para siempre y pone a prueba sus límites.
La historia comienza con un interrogatorio que confirma que Fatma se metió en problemas muy graves, y después se mueve hacia atrás para mostrarnos su vida, sus problemas y ese momento clave que la empujó al límite y la llevó a convertirse en asesina.
Lo que hacemos cuando estamos desesperados
La vida de Fatma se ha determinado por los hombres que la rodean y que no siempre la han tratado bien, la vemos trabajando para uno que no la toma en serio por ser mujer y dedicarse a la limpieza de hogares ajenos, sirviendo a una familia que apenas y nota su presencia y realizando todo tipo de trabajos en los que puede moverse de un lugar a otra sin que alguien la note.
Pero no solo eso, está claro que Fatma ha sufrido abusos y ha perdido mucho, así que la situación con su esposo es todavía más desesperante para ella, y eso es, en parte, lo que la hace explotar, y para ese punto ya no puedes evitar querer verla triunfar por una vez en su vida, incluso cuando no está tomando las mejores decisiones.
¿Qué pasó con Zafer (el esposo de Fatma)? ¿Qué pasó con su hijo? ¿Qué pasó con Ismail (el vecino que no para de tocar a su puerta cuando cree que está sola? Hay muchas preguntas en la vida de Fatma, muchos problemas y muchos motivos para querer tomar la justicia en sus manos, y cada capítulo nos va mostrando un poco más de su proceso, demostrando que, cuando la vida se pone difícil, es el instinto lo que nos ayuda a sobrevivir.
Fatma no es John Wick, no es la asesina de Killing Eve que disfruta de matar a otros, pero se da cuenta de que matar es lo único que puede hacer para sobrevivir y descubrir la verdad, y eso hace que su viaje y su arco sean complejos e interesantes.
Mafias, manipulación, abusos, violencia, pobreza, sexismo y miedo, la serie turca tiene un poco de todo, y es a través de Fatma que podemos darle sentido, una cara y terminar de entender que hay quienes se ven obligados a actuar de cierta forma ante las situaciones a las que se enfrentan.
Su primer asesinato es una forma de protección y de defenderse a sí misma, pero eso cambia rápidamente y la historia se transforma en la de una asesina invisible que aprovecha su “insignificancia” para hacer lo que cree que tiene que hacer.
Fuente: GQ