La isla de la fantasía, la (¿afortunada?) resurrección de un clásico

Por  Staff Puebla On Line | Publicado el 30-08-2020

Si La isla de la fantasía se convirtió en una de las series más populares en la historia de la televisión fue por su fascinante premisa: una enigmática isla donde las personas pagaban por cumplir toda clase de sueños, los cuales iban de los aspectos más inocentes a los más oscuros, pero siempre con giros que dejaban todo tipo de lecciones a cada visitante y con ello al público que vivía las ilusiones desde sus ojos. Aunque varios episodios de La isla de la fantasía se caracterizaron por su lóbrega esencia, la sorpresa fue mayor cuando Blumhouse se interesó en reinventar las bases para una historia de terror puro.

Esta renovada isla de la fantasía parte del mismo punto, pero no tarda en cambiar el rumbo al distorsionar los anhelos hasta convertirlos en pesadillas y en una auténtica lucha por la supervivencia. La arriesgada apuesta podría funcionar si la cinta mostrara a la isla como un sitio de aprendizaje y la violencia como un medio necesario para conseguirla en una sociedad tan vacía como traumatizada, una construcción que incluso habría podido convertirla en una potencial heredera de El juego del miedo (2004).

Queda claro que el proyecto lo intenta en un inicio con un grupo de visitantes que tienen muchos asuntos por superar, pero el guión nunca define objetivos ni el público al que va dirigido. Esto resulta en una combinación de elementos que no buscan ningún tipo de reflexión, sino rutas más sencillas centradas en la simple imitación y el mero impacto visual. Una mezcla que incluye tintes de Lost (2004), La cabaña del terror (2011), Westworld (1973; 2016), la propia Saw, y sólo un poco de la La isla de la fantasía que conocimos, lo que resulta en un auténtico caos narrativo que difícilmente cautivará a los aficionados de la serie setentera, pero que seguramente tampoco aportará mucho a los amantes del terror que no encontrarán nada nuevo en ella.

No menos lamentable es el nuevo Sr. Roarke pues, aunque Michael Peña realiza un buen trabajo que parte del suspenso para la construcción del dueño del lugar, sus motivaciones son tan endebles que dejan más dudas que certezas. Esto lo aleja de aquellos peculiares psicópatas que ha dado el cine, como es el caso de Hannibal Lecter o Jigsaw, pero también imposibilita cualquier relación con el mítico personaje de Ricardo Montalbán. No es el único afectado, pues aunque el resto del elenco hace una labor aceptable, la pobre construcción de la historia dificulta la identificación con sus respectivos personajes y cualquier interés por su destino.

Todo esto desemboca en un pobre aprovechamiento del torture porn, un subgénero que puede resultar sumamente poderoso cuando es bien trabajado –La masacre de Texas (1974) que sigue brillando a más de 45 años de distancia–, pero que se torna infame cuando no aporta nada más que violencia gratuita, como es el caso de esta película.

Fuente: Cinepremiere

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