Un grupo de “xantiles”, esculturas de barro que representan a deidades del panteón mesoamericano del Valle de Puebla y norte de Oaxaca, fue hallado en Tehuacán, Puebla, mismo que fue intervenido para su posterior exhibición en el Museo de Sitio de la Zona Arqueológica de Tehuacán.
Las esculturas aparecieron hace tres años, durante los trabajos de exploración coordinados por la arqueóloga Noemí Castillo Tejero, después se les trasladó a la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía del INAH para ser intervenidas en el Seminario Taller de Restauración de Cerámica, informó en un comunicado el Instituto Nacional de Antropología e Historia.
“Unas estaban muy fragmentadas y otras requerían solo limpieza, ya que presentaban suciedad superficial”, señaló la restauradora Monserrat Salinas Rodrigo, una de las tres responsables del seminario, al hablar de las 12 piezas de barro que recibieron.
Por su parte, Noemí Castillo, comentó que en el sitio también hallaron una subestructura de la primera etapa constructiva (1000-1200 d.C.) y un pequeño altar contiguo de un metro de alto con escalones, alfardas y dos calaveras a los lados, conjunto al que llamaron Altar de los cráneos.
Al limpiar la superficie del altar aparecieron huesos humanos, por lo que se debió explorar el interior de la estructura, que corresponde a un osario de cerca de cuatro metros cuadrados por uno de profundidad, entre restos que pertenecieron a más de 40 personas, entre adultos y niños.
Entre la colección, se encuentran tres representaciones semicompletas de "Xipe Tótec", deidad de la muerte, que se muestra con el cuerpo descarnado y senos, además de que resalta un “xantil” cubierto de estuco y sin cabeza, y que conserva parte de su colorido original.
Del lado derecho está pintado de rojo, símbolo de la vida, y del izquierdo de negro, que representa la muerte, así como en el cuello se observa un collar azul maya con círculos amarillos.
A la pieza se le realizó una limpieza general, así como para fortalecer la estructura que la soporta se fijó aspersión de agua y cal, además de realizar resanes con morteros de cal y arena para detener la fragmentación del estuco.
Entre las nueve piezas restantes aparecen cráneos, una cabeza de Tláloc, dios de la lluvia, con anteojeras, bigoteras y colmillos, restos de pigmento azul, así como una cabeza zoomorfa que podría ser un cánido, todas pertenecen al periodo Posclásico Tardío (1100-1521 d.C.).
La arqueóloga Noemí Castillo Tejero, responsable del proyecto arqueológico de Tehuacán, afirmó que la figura del “xantil” es muy común en toda el área popoloca, desde Tecamachalco, Puebla, hasta Coixtlahuaca, en Oaxaca.
Fuentes históricas marcan que los antiguos popolocas habitaron la región del sur de Puebla y el norte de Oaxaca desde finales del Periodo Clásico (650 d.C.), con una expansión durante el Posclásico Temprano (900-1100 d.C.), mientras que su apogeo se ubica desde la caída de Tula hasta la llegada de los mexicas en el siglo XV, explicó el INAH.
En la Zona Arqueológica de Tehuacán se han encontrado esculturas en piedra y gran cantidad de “xantiles” de barro en las áreas habitacionales, donde los sacerdotes poseían sus altares, resaltó.
Asimismo, el sitio arqueológico se caracteriza por las bases piramidales distribuidas en los desniveles de la meseta, donde además de contar con unidades habitacionales en la que vivían gobernantes y sacerdotes, se practicaban ceremonias rituales, finalizó.
Fuente: Notimex