Arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e HistoriaINAH) descubrieron a centímetros de la Plaza Pino Suárez restos de una subestructura prehispánica que debió ser la delimitación del espacio sagrado del calpulli de Cuezcontitlán, informó el organismo federal a través de un comunicado.
La arqueóloga Donají Montero Guzmán, de la Dirección de Salvamento Arqueológico (DSA) del INAH, dijo que hace poco más de un mes se procedió al rescate de estos vestigios arquitectónicos que quedaron expuestos con la apertura de dos calas, durante los trabajos del proyecto de rehabilitación integral que realiza en el lugar.
La especialista califica este hallazgo de afortunado, considerando que en las inmediaciones de las avenidas José María Izazaga y San Antonio Abad, durante la construcción de la segunda línea del Metro para la capital a finales de los años 60, fueron descubiertos los restos de edificios que conformaron el centro ceremonial de Cuezcontitlan, entre ellos su adoratorio dedicado al dios mexica del viento, Ehécatl.
“Había pocas expectativas de encontrar elementos arquitectónicos prehispánicos, por el contrario, pensábamos hallar más evidencias de la época colonial considerando que a fines del virreinato hubo mayor urbanización hacia esta sección suroriente de la ciudad”, expresó.
A escasos 35 metros al noreste del Templo de Ehécatl, la arqueóloga explora los testimonios que debieron corresponder al tercer cuerpo de un basamento sobre el que desplantaban habitaciones destinadas, posiblemente, a cuestiones administrativas o religiosas por parte de la élite de ese barrio.
El calpulli o barrio de Cuezcontitlan era estratégico, pues permitía una rápida y eficaz distribución de productos agrícolas en las parcialidades de Teopan (también llamado Zoquipan o Xochimilca) y Moyotlan.
En la cala más amplia de las dos abiertas, se observa un muro de aproximadamente siete metros de largo que corre dirección este-oeste; y una sección más del muro de 1.20 metros de longitud que va en sentido norte-sur, alcanzando 1.70 metros en su punto más alto. Sobresalen restos de sus aplanados originales que están siendo debidamente conservados por la arqueóloga; ese mismo aplanado de cal destaca en el piso que tiene la misma longitud de los muros al rebasar los 8 metros.
“Tenemos aproximadamente 25 metros cuadrados de la estructura prehispánica, entre muros y piso”, calcula la arqueóloga Donají Montero.
En la segunda cala se identificó la sección de un piso de dos metros cuadrados y lo que al parecer es un segundo cuerpo del basamento, el cual alcanza 4 metros de altura.
La investigadora explicó que es complicado conocer las dimensiones y la planta general de la subestructura mexica, no obstante, se sabe que contó al menos con dos cuerpos y que tuvo una cenefa similar a la que circunda el Templo de Ehécatl, como lo constatan cuatro clavos arquitectónicos hallados en las excavaciones y las imágenes de archivo que resguarda la Dirección de Estudios Arqueológicos del INAH, respecto a los trabajos de construcción de la Línea 1 del Metro.
Por la presencia de fragmentos de cerámica Azteca III y IV (1430-1521 d.C.), el edificio estuvo activo a lo largo de dicho siglo, el de mayor expansión militar y comercial del imperio mexica.
Una vez recuperada la mayor cantidad de información, los restos arquitectónicos quedarán protegidos para continuar el proyecto de rehabilitación de la Plaza Pino Suárez, además sobre ellos no quedará mobiliario urbano que los pueda afectar.
Las líneas de estudio en materia arqueológica han derivado en el avance de diversas investigaciones, entre ellas el Templo de Ehécatl en el Templo Mayor; los restos de un recinto de nobles mexicas que habitaron el barrio de Colhuacatonco, en la calle República del Perú; la detección de un posible túnel en la Plaza y Pirámide de la Luna, en Teotihuacan; y el descubrimiento del zócalo original de la Ciudad de México, durante las labores de rehabilitación de la Plaza de la Constitución.