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Lunes, 24 Septiembre 2018 20:04

Las grandes estrellas mundiales del tatuaje

Por  Staff Puebla On Line

Hasta la segunda mitad del siglo XX, el tatuaje era algo transgresor, arrabalero, muy de bajos fondos o de marineros que habían cruzado medio planeta y se las habían visto y deseado para poder contarlo. En ambos casos se trata de un código: una lágrima en el ojo significa que habías matado a alguien, una golondrina indica que llevas recorridas cinco mil millas náuticas y un barco con todo el aparejo solo lo lleva el marinero que ha cruzado el Cabo de Hornos. A veces se ha utilizado el tatuaje como castigo: en la Alemania Nazi se tatuaba a los prisioneros de los campos de concentración para identificarlos y humillarlos, como si fueran ganado.

Sin dejar de tener su puntito canalla, el tatuaje salió del hampa y conquistó el mundo, sin violencia, con estilo, llegando hasta la pasarela de moda. Aunque en algunos casos sigue siendo una forma de lanzar un mensaje –ya no solo en las cárceles, si no también en la calle, representando a miembros de distintas pandillas–, ya no es una advertencia, sino una expresión artística fuera de una moda pasajera. Es un deseo del que lo luce de exteriorizar unos valores con los que se identifica, o de rendir homenaje a un ser querido o admirado.

Lejos quedan los días de los primeros estudios, cuando todos los tatuadores te parecían iguales –aunque en absoluto lo eran–, y solo te molestabas en tener una vaga idea de lo que querías: "hazme una calavera" o "escribe esta frase, pero con letras bien guapas". Acudías al estudio y estudiabas el catálogo, hecho a base de flashes, diseños estereotipados, comprados a otros tatuadores o cogidos de las revistas del sector, como Tattoo Energy o Tattoo Life. Hubo una época en que todos los estudios tenían el Libro de las Hadas de Brian Froud y Alan Lee porque ese tipo de dibujo era muy solicitado entre el público femenino.

Las cosas han cambiado, mucho, en los últimos años. Ahora, si luces un tatuaje, que sea de autor. Los tatuadores con nombre propio existen: Debora Cherrys, Tomás García, Brando Chiesa, Laura Juan, algunos son estrellas internacionales muy mediáticas como Kat Von D, que no solo es la tatuadora de los famosos, sino que ella en sí ya es una celebridad: empresaria, presentadora, escritora, modelo y actriz.

La mayoría de tatuadores trabajan sus propios diseños, pero también los hay que tienen en su catálogo dibujos de otros autores a los que pagan regalías por tatuaje realizado, como Clarence Millas que realiza tatuajes con la obra de Nacho Casanova. Eso me resultó muy curioso, ¿hay un código de buenas prácticas entre tatuadores respecto a la autoría? Parece ser que sí, muchos se niegan a tatuar un dibujo sin saber su procedencia.

Para buscar un artista, para ver su trabajo y dónde tiene su estudio y hasta para pedir una cita, es aconsejable echarle un vistazo a Inkonsky, el portal del tatuaje por excelencia, en el que hallarás un registro de artistas muy completo y un ranking en el que se valora el trabajo de cada uno.

Me acerco a uno de los estudios más famosos de Barcelona, si no el más, LTW, donde he quedado para charlar con Manolo Carot y Rafa Serrano, ambos tatuadores. Me enseñan el local, impecable, podría ser la consulta de un dentista, pero en moderno, en alternativo, con mucho color. Es un sitio bonito, hasta acogedor, el zumbido de las máquinas sobre la piel a mí me resulta relajante. Salimos a hablar fuera, a una cafetería cercana, si me tumbo en una de esas camillas, seguro que me quedo frita.

Cuando les explico que mi impresión es que ahora se le reconoce su labor al tatuador, me aseguran que sí, que en nuestro país ha cambiado mucho el mundo del tatuaje en los últimos veinte años. No obstante, me explican que la mayoría, cuando decide a hacerse su primer tatuaje, no sabe qué tatuador querrá, que eso suele venir después, cuando a uno le pica el gusanillo.

Reconocen que son un poco como los djs, trabajan en un estudio, pero hacen "giras" en otros lugares, convenciones, ferias. Algunos tienen unas largas listas de espera. Cuando les pregunto quién es su tatuador favorito, ni Manolo ni Rafa titubean, de hecho, contestan al unísono: "¡Nikko Hurtado!" y Carot añade: "¡Y Lus Lips! (también conocido como Lars Uwe). Y GRIME, corea Serrano. Me intereso por el precio de un tatuaje; obviamente depende del artista, y ya sé que las megaestrellas cobran una barbaridad –he visto en la página web de Nikko Hurtado, que acudir a un seminario de un día con taller de tatuaje a color cuesta 2 000 dólares, así que llevar en la piel una obra del carismático artista queda, en mi caso, más que descartado–. Me explican que un buen tatuador suele cobrar de 120 a 200 euros por hora; si el tatuaje es grande y complicado te costará más, si es pequeño, algo menos. El tatuador te dará de antemano un presupuesto aproximado, los tatuajes más complejos llevan más tiempo. Ahora mismo hay muchos estudios, con profesionales muy serios. "Lo mejor es saber bien de entrada qué es lo que quiere el cliente, ver si es posible", me cuenta Serrano. A la pregunta de si alguna vez se han negado a hacer un tatuaje, ambos me contestan que claro, que por supuesto. "Mucha gente te trae una foto horrible o te pide un personaje de videojuego del que se olvidarán en un par de años; a veces les convences, a veces no, pero siempre puedes negarte. Alguien le hará ese tatuaje, pero no seré yo", asevera Serrano.

Les pregunto por estudios en Madrid y me recomiendan dos: 8 mm y True Love Tattoo, este último fundado por el Bara, probablemente el tatuador más famoso de la capital, un argentino que hará veinte años abrió un pequeño estudio en el corazón de Malasaña y que hoy es toda una institución en el sector. Trabaja la estética Old School,la que remite a los Estados Unidos de los años cuarenta. Los distintos tipos de tatuajes nos darían para otro artículo: Junto al Old School, ha surgido el New School, juvenil, muy colorido. Están los tatuajes realistas, los japoneses, los tribales, los polinesios, los biomecánicos –en los que se ve el interior del cuerpo humano–, los dotwork, en los que las figuras se componen de miles de puntos de diferentes tonalidades.

Fuente: esquire.com

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