Fue un velorio pero sin "cuerpo" presente. Sin que la candidata perdedora Blanca Alcalá se presentara físicamente, los priístas se lamieron las heridas tras la derrota del pasado 5 de junio y la nombraron su "líder moral" hasta 2018; es decir, la senadora con licencia ya se apoderó del partido, y de las prerrogativas del mismo, a pesar de ser la peor candidata del tricolor a Casa Puebla en toda la historia, dejando a su instituto político con un voto duro de apenas 596 mil 865 sufragios, 287 mil 078 menos que la última elección estatal en 2010.
Este jueves los liderazgos del PRI que hicieron fracasar a Blanca Alcalá, como Jorge Estefan Chidiac, Alejandro Armenta Mier, Rogelio Cerda, Alberto Jiménez Merino, Javier López Zavala, Rocío García Olmedo, Silvia Tanús, Víctor Manuel Giorgana, Lorenzo Rivera, Citlalic Ceja, Pablito Fernández del Campo y Maritza Marín, entre otros -el mediocre empresario José Chedraui Budib no se atrevió a dar la cara-, se presentaron ante los medios de comunicación para asegurar que están unidos en la debacle. Pero tampoco llegaron el yerno y la hija de Alcalá, Edgar Chumacero y Karina Romero, quienes tuvieron un papel más que protagónica en la campaña de la ex alcaldesa, ni el delegado del IMSS, Enrique Doger, ni el subsecretario de la Sedatu, Juan Carlos Lastiri, ni el delegado de la Sedesol, Juan Manuel Vega Rayet, tachados por Armenta de "traidores".
No informaron cuándo Blanca Alcalá va a reconocer su derrota. A ella no se le ve en público desde la tarde-noche del pasado domingo, el día de la elección, cuando con cara de funeral salió a afirmar que las tendencias le "favorecían", sin mostrar una encuesta de salida que avalaran sus palabras.