Wilbur Ross, el secretario de Comercio de Estados Unidos, es fundador y accionista de al menos ocho fábricas de autopartes en México, que surten de material a las principales compañías automotrices.
Una de ellas se encuentra en Xoxtla, Puebla, junto a la autopista México-Puebla, en el camino que va hacia la ex hacienda de Santa Agueda, Tlaxcala.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció al empresario de 79 años como su secretario de Comercio y además lo puso a cargo de renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
De acuerdo con registros del Departamento del Trabajo de Estados Unidos, Ross ha trasladado al menos 2 mil 700 empleos de ese país a México desde 2004.
En 2006, junto a un grupo de inversionistas liderados por Franklin Mutual Advisers, fundó la compañía International Automotive Component Group (IAC Group), y ese mismo año adquirió —mediante IAC— a la gigantesca Lear Corporation, una de las principales productoras de autopartes establecidas en Ciudad Juárez, Chihuahua.
Según el sitio en internet de IAC Group, éste mantiene ocho sedes en México, sin contar a Lear: Arteaga, Coahuila; Hermosillo, Sonora; Santa Catarina, Nuevo Leon; San Miguel Xoxtla, Puebla; El Marqués, Querétaro; Ramos Arizpe, Coahuila; Saltillo, Coahuila, y Toluca, Estado de México.
Las sedes mexicanas se encuentran bajo el nombre de IACNA, con modalidad AAA (certificación fiscal para empresas con mayor eficiencia, que ofrece beneficios y créditos fiscales), y renovaron concesiones el mismo día en que Trump asumió la presidencia, de acuerdo con el registro público. Lear tiene su principal sede en Ciudad Juárez, Chihuahua, y exporta autopartes, asientos y sistemas eléctricos para automóviles estadounidenses.
El Grupo IACNA fabrica partes de ensamblaje para las puertas de automóviles, paneles, consolas, pisos, sistemas acústicos y otros componentes exteriores e interiores, según detalla su sitio en internet. Los principales clientes de la compañía de Ross son BMW, Fiat Chrysler Automobiles, Ford, General Motors, Honda, Mercedes, Nissan, Toyota, Volkswagen, Hyundai/Kia, Volvo Truck y Freightliner.
Hasta octubre de 2016, Ross era propietario fundador de la empresa de textiles International Textile Group, con sede en el estado de Morelos, fabricante de bolsas de aire y piel para interiores de automóviles, entre otros.
Las leyes de EU obligan a cualquier funcionario público —excepto al presidente— a entregar 90% de sus acciones en compañías privadas para evitar conflictos de interés, lo que Ross aceptó durante su audiencia en el Senado. Sin embargo, hasta hoy se desconoce si ha cedido sus acciones, aunque dejó de formar parte del Consejo Directivo de IAC en 2014.
En 2006, el empresario vendió su compañía WL Ross & Co. —propietaria de IAC Group— a Invesco. Sin embargo, se mantiene como accionista mayoritario y en la toma de decisiones.
Durante su audiencia de confirmación en su nuevo puesto público, Wilbur Ross aseguró al Comité de Comercio del Senado de Estados Unidos que la renegociación del tratado comercial, que cumple 23 años entre México, Estados Unidos y Canadá, sería una de las prioridades de la administración del presidente Trump, y se declaró “procomercio”.
“No soy anticomercio, soy procomercio, pero un comercio sensible. Ser anticomercio es una desventaja para el trabajador americano y para la industria manufacturera americana”, expuso.
En un intento para detener el offshoring, Donald Trump ha amenazado con imponer un “gran impuesto fronterizo” a los fabricantes de autos que elijan producir en México en lugar de EU. Cuestionado sobre el impuesto de 35% que el presidente de aquel país busca imponer a los productos hechos en México, el empresario se limitó a decir: “Es un asunto complicado”.
“Las tarifas juegan dos papeles: como una herramienta de negociación y para castigar a los países que no juegan bajo las reglas”, dijo Ross ante el Senado.
En el caso de México, la renegociación del TLCAN que busca Trump podría, al final, ser una estrategia para su propio beneficio: el multimillonario Ross es propietario de al menos una compañía de autopartes con ocho distintas sedes en México, de acuerdo con una investigación realizada por EL UNIVERSAL.
Un multimillonario de colección
Wilbur Ross tiene dos pasiones: los negocios en bancarrota y las pinturas del surrealista belga René Magritte. La primera le ha dado el título de El Rey de la Bancarrota, pues ha apostado por negocios a punto de la quiebra para convertirlos en minas de oro; la segunda, una colección de pinturas originales de Magritte, que de acuerdo con la revista Forbes tiene un valor de más de 100 millones de dólares.
Su nombre es Wilbur Louis Ross junior, tras su padre, el juez Wilbur Louis Ross. Nació en Nueva Jersey en 1937, sabe usar una escopeta, correr una revista y conducir una estación de radio. Todo eso lo aprendió en su paso por Yale.
Durante sus primeros años en la universidad, Ross se proyectaba como un escritor, hasta que un día se quedó “sin ideas”, como él mismo dijo en una entrevista. Al final decidió asistir a Harvard y conseguirse un trabajo en Wall Street.
La apuesta de Ross por los negocios en bancarrota no es nueva. A sus 24 años, su primer empleo fue con una firma establecida en Nueva York y dedicada a la consejería a negocios a punto de la quiebra. Así fue, de hecho, como conoció a quien lo apuntalaría para secretario de Comercio de Estados Unidos.
En la década de los 80, Donald Trump se encontraba a punto de la bancarrota con los casinos que poseía en Atlantic City. Ross, ahora director ejecutivo de la misma firma con la que inició a los 24, representó a los inversionistas de los casinos y convenció a los poseedores de bonos a llegar a un acuerdo con Trump, lo que le permitió seguir en el negocio.
A finales de 1999, Ross decidió dejar de aconsejar e invertir: fundó la compañía WL Ross & Co, junto a otros inversionistas. Este grupo es el que después compraría a IAC Group.
Ross, católico de religión, cree en los negocios. A pesar de lo que su hoy jefe pueda decir sobre el comercio offshore, al multimillonario le parece la mejor manera de ganar dólares: tras fundar su compañía, comenzó a invertir en empresas que se dedican a producir en México y exportar a Estados Unidos.
En 2002 fundó International Steel Group, una compañía dedicada al acero, con productos hechos en México y terminados en el vecino país. Un par de años después siguió el mismo modelo, pero con textiles, bajo la empresa International Textile Group; en 2005 fundó International Automotive Components Group y la más reciente: International Coal Group, dedicada al carbón.
Wilbur Ross es considerado demócrata, pues colaboró en un fondo de inversión de los gobiernos de Estados Unidos y Rusia bajo el mandato del entonces presidente Bill Clinton, y además fungió como consejero del alcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani.
Hasta 2016, el empresario estaba registrado en el Partido Demócrata e incluso ayudó a fondear varias campañas políticas desde 2006. Su candidato a la presidencia —ahora como republicano— fue en un inicio Marco Rubio. Sin embargo, en julio de 2016, una vez que el abanderado fuerte era Donald Trump, Ross regaló 200 mil dólares a su campaña.
¿Esperanza o conflicto de interés?
Empresarios estadounidenses y mexicanos en la frontera, quienes conocen de cerca las implicaciones de la renegociación del TLCAN, no saben si Ross es una esperanza o un oportunista.
Por un lado, ven la posibilidad de un conflicto de interés, puesto que podría aprovechar la negociación del tratado para su propio beneficio; por otro, ven en Ross la esperanza de que “haga entrar en razón” a Trump respecto a sus planes para el comercio entre ambos países.
Para Tom Fullerton, profesor de Comercio en las Américas en la Universidad de Texas, en El Paso, el empresario podría ser “la clave para convencer a Trump”.
“Ross podría ser el mejor aliado de México, porque él entiende cuánto perderían ambos países; sabe lo que es bueno y malo para ambos”, explica Fullerton.
El economista asegura que Ross podría ser una esperanza “si es que realmente entiende la oferta de oportunidades para México y Estados Unidos”.
Lo mismo dice Gustavo Farell, presidente de la firma Cesar-Scott, una empresa que fabrica arneses para automóviles estadounidenses en Ciudad Juárez.
“Para mí, la selección de Ross por Trump es buena, ya que este señor sabe la importancia del libre comercio a nivel mundial. Para mí que esta selección, en personal para secretario de Comercio, habla bien de Trump”, dice Farell.
“Ross va a tener que hacer algo que sea bueno para todo el libre comercio y en este caso para el TLC directamente”, agregó.
Sin embargo, no para todos presenta una oportunidad. Manuel Ochoa, vicepresidente de Desarrollo de Negocios de la binacional Tecma, asegura que el empresario podría negociar sólo en favor de él y su jefe, el presidente Trump.
“El tratado de comercio tiene 22 capítulos. Lo que creo que Ross, junto a Trump, busca hacer, es presionar a México, asustarlo con esto de los impuestos, para tener una ventaja y buscar modificar los capítulos que convengan más a Estados Unidos”, explicó Ochoa.
Desde su punto de vista, Ross podría ser sólo un oportunista en busca del mejor acuerdo para sus empresas y para EU.
La semana pasada, Trump exigió acelerar la negociación del tratado.
“Ha sido una catástrofe para nuestro país, una catástrofe para nuestros trabajadores, para nuestros empleos, para nuestras compañías que están dejando el país, lo quiero cambiar y quizá rehacerlo, quizá rehacerlo por un nuevo TLCAN”, dijo el mandatario.
Para los empresarios en esta frontera, lo que suceda con el tratado cambiará para siempre la relación entre México y Estados Unidos, y Gustavo Farell quiere dejar una cosa en claro:
“Pase lo que pase, hay que poner énfasis en que Estados Unidos y México no intercambian bienes, sino que construyen productos juntos”.
Fuente: http://www.eluniversal.com.mx/