La inseguridad, el intenso tránsito y sortear las obras sobre las calles es lo que menos preocupa a los conductores de Uber en Puebla, el verdadero obstáculo son los taxistas tradicionales que aún no superan la competencia y la colusión de agentes de tránsito y hasta franeleros para obstaculizar su labor.
Hace unas semanas trascendió que el operador de un Uber fue internado en el hospital luego de ser agredido por taxistas del área de la Central de Autobuses (Capu), bajo el argumento de que les "robaba" clientela. Imelda, conductora de un auto de lujo al servicio de este transporte, recuerda el hecho y reafirma que para ellos está prohibido acercarse a la zona.
Agrega que los vigilantes de la central no les dan acceso a la "bahía", ni siquiera para esperar a sus clientes que los contactan a través de las herramientas digitales. Por ello es que prefieren citarlos a unos pasos del inmueble, aunque ahí también se enfrentan a otro problema: el acoso de los agentes viales.
De acuerdo con Esteban, el personal de Tránsito tiene acuerdo con los taxistas pues, sin mediar argumento válido, cuando detectan un Uber estacionado cerca de inmediato los corren. Detalla: "yo le decía que ahí venía mi pasaje, estaba bajando las escaleras para abordarme ya y aún así la agente (vial) me dijo que si no me retiraba me quitaría las placas. Los taxistas les pasan una 'mordida'".
La escena se replica en la estación de autobuses de la 4 Poniente, que van y llegan del aeropuerto. Ahí los que dan "el pitazo" son los franeleros, "que nos dicen que no podemos hacer parada y si los encaramos entonces llaman a los taxistas de la base, hasta gritan '¡acá hay un Uber!' Y se dejan venir todos", narra Alicia, otra de las operadoras de un auto registrado en Uber.
Coinciden que a un año de que el servicio circula en las calles poblanas, no es difícil reconocer sus unidades, porque la mayoría son marcas similares, como Vento por ejemplo, pero también porque la aplicación para contactarlos cualquiera la puede tener y así los ubican con mayor facilidad.
"No nos preocupa la inseguridad, porque -eso sí- estamos bien cuidados, ni siquiera el mapa que a veces falla y nos manda por calles cerradas o en sentidos contrarios, acá el problema son los taxistas que no terminan por entender que este es un servicio alterno", remata Esteban.