HUAUCHINANGO, Pue.- "Tarde o temprano estaré con ustedes para seguir amándolos", así canta, con un rostro desencajado, Joel Cruz Hernández, quien se lleva su mano derecha a la cara para limpiarse la enésima lágrima que derrama por sus hijos María Elena, Rosa Isabel y José Joel, quienes murieron sepultados por un alud que se registró la madrugada del pasado viernes en la colonia Nuevo Monterrey.
Cruz Hernández promete que en algún momento se reencontrará con sus hijos de 16, 10 y 8 años, respectivamente, mientras encabeza una procesión junto con su esposa María de los Ángeles Meneses rumbo a la capilla Santa Catarina, en donde se oficiará la misa luego de que la naturaleza cobrara la vida de estos niños.
La madre, quien llegó a este municipio por cuestiones laborales hace 18 años aproximadamente, no expresa verbalmente el sufrimiento que la embarga; ella, solo llora, encorvada y con una mirada perdida con dirección al piso.
Sin embargo, la tristeza de María no sólo se refleja en su semblante sino también en su debilitamiento físico, que le impide caminar por sí misma, de tal suerte que dos mujeres, entre ellas su madre, la sostienen para que pueda continuar caminando y seguir a las dos camionetas que trasladan los cuerpos de sus tres hijos hacia la capilla donde se les ofrecerá la misa.
Pero María está tan inconsolable que el apoyo que recibe no es suficiente; se desvanece y pierde el conocimiento, situación que se repite más tarde, es por ello que es auxiliada por sus familiares con remedios tradicionales para que se reincorpore.
El pasado viernes, entre 2:00 y 2:30 horas de la madrugada, una fuerte lluvia que caía en este municipio, específicamente en la colonia Nuevo Monterrey, provocó que la tierra del cerro se reblandeciera y un alud de tierra sepultura una humilde casa que estaba enclavada a la mitad de la montaña.
La naturaleza sorprendió y arrebató la vida a la mitad de la familia Cruz Meneses, pues de los seis integrantes que la conforman solamente se salvaron los padres y una de sus cuatro hijas, Jaqueline Sarahí, de 10 años, quien resultó con un brazo fracturado.
Los muebles de la casa dan muestra de la tragedia; una estufa café de cuatro parrillas, una televisión, una mesa de madera, un colchón, ropa y esferas navideñas son algunos de los artículos que están semienterrados en el cerro donde estaba asentada la casa.
En el lugar, que está resguardado por un elemento de la Policía Municipal y que está acordonado por una banda plástica con la leyenda de precaución, lo único que permanece intacto es un muro de block que, a decir de algunos vecinos, apenas estaba levantando el padre de la familia para mejorar su vivienda.
De acuerdo la vecina Joaquina Velázquez, quien tiene su casa justo debajo de donde se presentó el derrumbe, explicó que la madrugada del viernes un fuerte aguacero estaba golpeando al cerro y que entre las 2:00 y 2:30 horas de la madrugada se escuchó un fuerte golpe, como si hubieran lanzado una piedra a su casa en donde vive con sus hijos y nietos.
No obstante, al salir de su vivienda se dio cuenta, relató, de que todo estaba tranquilo, pero posteriormente se subió a su azotea y se percató de que el cerro se había deslizado y había sepultado la casa de sus vecinos más cercanos.
Con la voz entre cortada, contó que los cuatro hijos de la familia Cruz Meneses estaban sepultados a un costado de su casa, por lo que sus hijos, yerno y vecino iniciaron el rescate de los menores, no obstante, solamente fue posible salvar a uno de ellos, al tiempo que se quejó de que la ambulancia tardó una hora en llegar al lugar.
“Cuando sacaron a la niña grande ya estaba muerta, también sacaron a la niña que sobrevivió y también sacaron al niño, estaba clavado con sus piernas hacia arriba y la niña, la otra de 10 años, ya estaba muerta también, ya no se pudo hacer nada. Se les limpió la cara rapidito, la nariz, la boca, estaban llenos de tierra y eso fue lo que los ahogó, desgraciadamente ya no se pudo hacer nada”, dijo.
DESPIDEN A LOS TRES MENORES
Ayer, alrededor de 200 personas realizaron una procesión de la casa de un familiar de las personas afectadas, el cual llegó la capilla de Santa Catarina, en donde se ofició una misa.
Acompañado por un grupo musical que tocó diversas canciones en tono de banda, el contingente, integrado por familiares, amigos y vecinos, hizo el recorrido no menor a dos kilómetros, con un paso lento durante una hora.
Fue durante el trayecto hacia la iglesia cuando María de los Ángeles Meneses, la mamá de los tres niños que perdieron la vida, se desvaneció, por lo cual su esposo se subió con ella en una camioneta en la que iban los cuerpos de los niños para poder reanimarla.
Una señora, quien al parecer era su comadre, le sugirió a Joel Cruz Hernández que le recordara a su esposa que su hija que había sobrevivido la necesitaba: “compadre, recuérdele con los que se queda”.
Alrededor de las 13:00 horas llegaron los familiares y los tres niños, descansando en ataúdes blancos, a la capilla en Santa Catarina, en donde el párroco les dio una serie de consejos para obtener la pronta resignación.
Al término de este evento religioso -al que asistieron más personas que la cantidad que podía albergar el inmueble- los familiares se trasladaron hacia el panteón “Colina de la Paz”, ubicado en la colonia Potros, del mismo municipio.
La lluvia fue testigo del último adiós que le dieron a sus hijos los señores Joel Cruz Hernández y María de los Ángeles Meneses, pues justamente cuando iban ingresando al mausoleo comenzó a lloviznar como la noche de la madrugada de la tragedia.
El malestar físico y sentimental de la madre no se detuvo. Nuevamente se desvaneció al llegar al panteón y luego cuando estaban enterrando a sus tres hijos, de tal suerte que tuvo que ser atendida en ese momento por paramédicos de la Cruz Roja de Huauchinango.
VECINOS TEMEN POR SUS VIDAS
Vecinos de la familia afectada manifestaron su temor porque se pueda derrumbar nuevamente el cerro y sean sepultados como sucedió el viernes en la madrugada, sin embargo, dijeron que no tienen dinero para poder rentar alguna casa en la que no pongan en riesgo su vida.
Además se quejaron de que las autoridades no los apoyan para reubicarse en otras zonas del municipio.
Uno de estos vecinos es el señor Jerónimo Cruz Vargas, quien lleva viviendo en el cerro 18 de los 50 años que tiene de vida; confió que Dios le dio la oportunidad de adquirir una parte de la montaña para construir su casa, pero reconoce que actualmente su situación económica le impide reubicarse en otra vivienda.
No obstante, el señor dijo que estaría dispuesto a aportar su granito de arena en caso de que las autoridades lo ayudaran a ubicarse en otra casa, pero ve difícil que ello pueda suceder.
Y es que explicó que en diversas ocasiones los vecinos del cerro le han solicitado al alcalde Gabriel Alvarado Lorenzo que los apoye, sin embargo, dijo que el edil se justifica diciendo que requieren hacer una solicitud formal y para ello tienen que conformar comités vecinales.
“Siempre le he temido, cuando llueve superviso todo y por donde sea veo cuarteaduras, a veces acá enfrente de mi casa, se me cuartea media calle, en la entrada, pero ¿qué puedo hacer?, por más que vaya con las autoridades no hacen nada”, dijo.
Agregó que: “económicamente estoy mal, no tengo a dónde irme, Dios me dio la posibilidad de comprar este pedacito de barranco, o sea no tengo la posibilidad ni los medios, estamos atenidos a que una autoridad se interese por querernos apoyar, nosotros también pondríamos un grano de arena pero mientras no podríamos hacer nada”.
Refirió que hace tres años aproximadamente autoridades -que dijo desconocer de qué orden de gobierno o de qué dependencia- les notificaron a los vecinos de la colonia Nuevo Monterrey que la zona no era apta para vivir.
La vecina Joaquina Velázquez también se quejó del nulo apoyo de las autoridades y atribuyó que el desgajamiento del cerro se debió, además de las lluvias, a que las autoridades han permitido a las personas que construyan sus casas y escaven en las partes más altas del cerro.
En un recorrido que realizó este medio de comunicación por la zona afectada, se pudo apreciar que la construcción de casas en zonas de riesgo, como por ejemplo en los cerros y a las orillas de los ríos, es una constante.
La gente que vive en las casas asentadas en las montañas corre el riesgo de caerse de grandes alturas por lo resbaloso y húmedo que se encuentra la tierra, la cual incluso en algunas partes ya se está cuarteando y desmoronando paulatinamente.
Fuente: http://www.oem.com.mx/elsoldepuebla/notas/n3960773.htm