Google lanza cuchara que controla temblores del Parkinson

Por  Staff Puebla On Line | Publicado el 27-11-2014

El País informa que la última apuesta de Google cambiará la vida de muchos, aunque no tiene el glamour de sus gafas de realidad aumentada o los coches sin conductor. Aparentemente se trata de una mísera cuchara con aire infantil, un agarrador generoso, para tomar el útil con el puño, en el que se esconde un mecanismo y la batería que reduce los temblores que padecen los enfermos de párkinson. La creación de Liftware, empresa que compró en septiembre, permite algo tan sencillo como comer sin mancharse o perder los alimentos en el trayecto del plato a la boca. Google mantiene su misión de facilitar la vida con soluciones prácticas.

Los sensores que se esconden en su interior recogen el movimiento, su procesador analiza el patrón y, por último, el mecanismo interno, los neutraliza. Los primeros estudios del fabricante estiman una reducción del 76% del efecto de los movimientos. Katelin Jabbari, portavoz de Google, explica el porqué de esta inversión: “Queremos, en primer lugar, hacer la vida más sencilla a los enfermos de párkinson. A largo plazo, entender mejor cómo afecta y las diferentes formas de paliar sus efectos”. El hecho de anunciar su venta esta semana no es casual, justo cuando se celebra el tradicional encuentro familiar de Acción de Gracias y se acerca la Navidad: “Estas festividades están llenas de cenar familiares que pueden poner en dificultades, especialmente comiendo, a muchos. Queremos que se relajen”.

Los envíos comenzarán el próximo lunes a un precio de 295 dólares (235 euros), no parece una opción demasiado ajustada, pero sí práctica. Venden a Europa y Australia con un recargo de 40 dólares (32 euros). Según los cálculos del fabricante, cada comida sale a 27 céntimos durante el primer año y, a partir de ese momento, queda amortizado. Incluye un cargador, muy parecido al sistema de los cepillos de dientes eléctricos. Por 19,95 dólares (16 euros) ofrecen un recambio de la cuchara o un complemento para convertirlo en tenedor.

En Estados Unidos, según los datos del buscador, un millón de habitantes padece la enfermedad y más de 10 millones, 220 en todo el mundo, sufren temblores. La madre de Sergey Brin, cofundador de Google, es una de las afectadas. Él mismo, tras varios análisis, es consciente de tener predisposición genética para padecer esta dolencia. Hace dos años donó 50 millones de dólares (49, de euros) para investigar. La adquisición de estos laboratorios, cuya cifra no se ha revelado, es un impulso más en esta línea. Larry Page, cofundador de Google, tiene una regla que sigue a la hora de comprar empresas. La denomina "el cepillo de dientes" y consiste en invertir en aplicaciones o servicios que se usen a diario. Esto explica la compra de la aplicación Waze, por ejemplo, o los termostatos de Nest. La cuchara encaja dentro de esta idea.

Anupam Pathak, el director del equipo que ha inventado la cuchara, celebra que hayan pasado a formar parte de Google X, los laboratorios futuristas de Google. Ahora lidera la división de salud. “Veníamos de un equipo de cuatro personas, como cualquier startup de San Francisco”, explica, “dentro del campus de Mountain View nos sentimos mucho más creativos para emplear nuestras ideas de una manera más amplia. Si construyes algo con tus manos, desde cero, y ver que tiene impacto, que funciona, la sensación es indescriptible”.

Entre los proyectos más destacados de X Life se encuentran las lentillas que miden el nivel de glucosa de los diabéticos o las nanopartículas capaces de detectar enfermedades a través del torrente sanguíneo.

El fabricante de chips Intel también ha mostrado interés en investigar la enfermedad. Confía en los wearables, tecnología integrada en ropa o complementos, para atajar los efectos más visibles del párkinson. Este verano cerró una alianza con la fundación del actor Michael J. Fox, que padece la enfermedad. El programa pretende añadir sensores en su vida cotidiana para poder conocer a distancia sus reacciones y necesidades en una primera fase. La segunda pasa por analizar los datos y poder determinar mejores terapia basándose en la frecuencia y gravedad de los síntomas.

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