En aquel inmenso y estupendo cocktail de referencias que fue La gran aventura LEGO, Batman destacó como personaje secundario y se robó la película.

Se trataba de un hombre murciélago que en términos fílmicos ironizaba particularmente con la versión de Christopher Nolan, con ligera agudeza centrada en la arrogancia, egocentrismo y hasta aspectos depresivos del huérfano millonario. ¿Humor negro? Sin duda.

Tras ese repentino éxito en un filme favorecido por el público y la crítica por igual, resultó tan inevitable como innecesaria la concepción de un spin-off.

LEGO Batman retoma los elementos de la cinta de Phil Lord & Christopher Miller, quienes ahora fungen como productores y ceden el control a Chris McKay, tal vez gracias a su vasta experiencia en la animación y la parodia en la teleserie Robot Chicken.

De nueva cuenta la animación digital alude en su estilo a la técnica del stop motion, con la finalidad de aparentar que son bloques y no pixeles los animados.

Pero más allá de la técnica, habría que mencionar la ingeniosa simpatía que genera una historia que se sostiene gracias al descomunal ego de Batman (Will Arnett), su soledad inducida, misantropía y el miedo a la integración familiar. Es tal su aversión al trato con los demás, que ni siquiera se digna a reconocer el Guasón (Zach Galifianakis) como su archienemigo, lo cual ocasiona una reacción igualmente desproporcionada del villano. Así es, el tema suena muy, muy serio. Y es justo ahí donde los guionistas desbordan el sarcasmo.

Fuente: http://www.cinepremiere.com.mx/