Con Café Society (Café Society) Woody Allen visita a sus viejos conocidos: comedia, enredos amorosos y crimen.
Todo envuelto en una aterciopelada fotografía de Vittorio Storaro, que eligió la hora dorada de la tarde para filmar los más precisos paisajes de la filmografía del realizador neoyorquino.
Aunque la historia es encantadora, con tono de comedia rutinaria de alto nivel, Allen se permitió sus propios lujos sádicos, marca de autor, al atrapar a sus protagonistas en torbellinos pasionales de solución aparentemente inalcanzable que, sin embargo, con su pluma mágica encuentran la manera de encontrar salida, aunque sea hacia la oscuridad del amor imposible.
Jesse Eisneberg es otro alter ego del realizador, como lo fue Owen Wilson en Medianoche en París. El joven es un iluso del Bronx que emigra a Hollywood en los años treinta. Y cae exactamente en el lugar de la acción, con su tío, Steve Carrell, un magnate de la industria del cine que se codea con estrellas de la época.
Aunque es deslumbrado por la cohorte de famosos que pasan por la oficina del tío, se siente atraído por la sencilla secretaria, interpretada por Kristen Stewart, que ya dio el salto de Crepúsculo hacia otras opciones más serias. Con el encuentro entre los jóvenes corazones, los problemas del alma inician.
La producción es una enorme compilación de las obsesiones de Allen, al colocar en el dilema a un amante vetusto con una jovencita, en medio de un mundo ya perdido, en el que se puede prosperar, únicamente, mediante la traición y la mentira.